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CRÍTICA TEATRAL
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘1936’, la guerra es para quien la trabaja

Andrés Lima dirige en el CDN un espectáculo de largo aliento, que produce una viva impresión, también por lo compacto del reparto y por el equilibrio que guardan texto y música

Andrés Lima '1936'
Blanca Portillo, en primer plano, en una escena de la obra '1936', dirigida por Andrés Lima.BÁRBARA SÁNCHEZ PALOMERO (CDN)
Javier Vallejo

En la mal llamada Guerra Civil española, los sublevados tuvieron los mejores aliados posibles. Mussolini y Hitler les brindaron sus ejércitos; la petrolera Texaco les proporcionó el combustible necesario, Ford y General Motors les enviaron 12.000 camiones y la química estadounidense DuPont les entregó 40.000 bombas, mientras el presidente Roosevelt hacía la vista gorda. Juan March, que figuraba entre los diez hombres más ricos del mundo, puso su fortuna al servicio del golpe. Las líneas generales de este conflicto armado figuran en el imaginario colectivo de los españoles, pero el diablo está en los detalles, a menudo ignorados. 1936, drama estrenado por Andrés Lima, Albert Boronat, Juan Cavestany y Juan Mayorga en el Teatro Valle-Inclán, se suma a un lento goteo de obras teatrales en las que se abordan por derecho episodios cruciales de la contienda.

El montaje de Lima transcurre en un escenario central, con el público a cuatro bandas. También llama la atención enseguida la presencia de un excelente coro de veinte jóvenes, que le imprime a la acción dinamismo y un carácter colectivo idóneo, pues su protagonista último es el pueblo español. En tres actos, con dos descansos necesarios, la función recorre la columna vertebral de la guerra española, que forma parte de una seguidilla de guerras civiles europeas iniciada en 1917 con las contiendas rusa, ucraniana y finlandesa. Durante el primer acto, sus autores emplean demasiado tiempo en pasarle información al público: lo que respecta al triunfo de la rebelión en Sevilla está mejor contado en el drama Queipo. El sueño de un general, de Antonio Álvarez-Ossorio. Y los sangrientos episodios de Badajoz están desmenuzados en Armengol, de Miguel Murillo, por poner dos ejemplos cercanos.

El texto se sacude ese exceso discursivo y documental con la entrada del general Miaja, presidente de la Junta de Defensa de Madrid, encarnado por Guillermo Toledo. Su discurso y el encabalgado de sus órdenes producen repentinamente una emoción inédita, como la que debió de sentir la porción de milicianos en desbandada con la que se encaró: rebozado en barro, pistola en mano, les hizo volver a sus posiciones.

Al ser esta una obra escrita por cuatro plumas, se acusa cierta desigualdad cualitativa en el enfoque y en la resolución de sus escenas. El segundo acto, sin embargo, encuentra su tono justo desde el principio. La reunión de los conspiradores civiles en casa del conde de Guadalhorce tiene nervio dramático y pone de relieve el papel de la conspiración civil que financió el golpe militar. El tercer acto también corre como un tiro (nunca mejor dicho). La escena de la composición del Cara al sol, donde dos poetas falangistas desconfían el uno del otro, reinterpreta con una punzada humorística brillante la escena real, acontecida en Or Kompon, restaurante vasco madrileño.

Al comienzo de la función, ciertos generales golpistas aparecen caricaturizados. En cambio, merecen todo nuestro crédito la defensa enérgica que Blanca Portillo hace del discurso de José Antonio, y el modo en el que Antonio Durán sostiene la posición ideológica de un viejo burgués anónimo. También Juan Vinuesa (Franco) evita caer en el cliché. El tercer acto es formidable, como lo son también el George Orwell de Paco Ochoa; la Celia Gámez y la Dinamitera de Alba Flores; la cabaretera descoyuntada de Natalia Hernández y la resuelta Clara Campoamor de María Morales. “Qué fuerte, ¿verdad?”, me dice una espectadora al salir, vivamente emocionada, al cabo de cuatro horas. Podría haber seguido adelante 1936 durante una hora más, por cómo estaba de conectado el público en general.

1936

Dirección:  Andrés Lima.
Texto: Albert Boronat, Juan Cavestany, Andrés Lima y Juan Mayorga.
Dramaturgia Albert Boronat y Andrés Lima.
Reparto: Antonio Durán Morris, Alba Flores, Natalia Hernández, María Morales, Paco Ochoa, Blanca Portillo, Guillermo Toledo, Juan Vinuesa y Coro de Jóvenes de Madrid.
Centro Dramático Nacional. Teatro Valle-Inclán. Madrid. Hasta el 26 de enero.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.
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