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A Hall & Oates se les rompió el amor

La agria separación de uno de los dúos más exitosos de la historia del pop, con más de 80 millones de discos vendidos, coincide con la publicación de sus dos nuevos álbumes

The duo Hall & Oates, in a portrait from 1983, at the height of their success.
El dúo Hall & Oates, en un retrato de 1983, en la cúspide de su éxito.Michael Putland (Getty Images)

Menos mal que las cuitas en el pop internacional no suelen nutrir las páginas de las revistas de papel satinado. De lo contrario, el estruendoso portazo que se han dedicado Daryl Franklin Hohl y John William Oates habría eclipsado la separación entre el futbolista Álvaro Morata y la influencer Alice Campello o cualquier otro de los culebrones veraniegos que han amenizado las tertulias en la playa de las últimas semanas. El tándem a la que la asociación discográfica estadounidense certificó en 1984 como la pareja musical más exitosa de todos los tiempos, el dúo que hasta 2022 compartía escenarios en giras sucesivas y que ha colocado más de 80 millones de ejemplares de sus álbumes por los hogares de medio mundo, no solo ha partido peras entre acusaciones de turbias maniobras económicas y expresiones recíprocas de “olímpico desdén”, como diría la canción. También ha extendido su muy sonora (y sonada) versión de la guerra fría hasta los anaqueles de las tiendas y los buscadores de las plataformas de streaming.

No se lo pierdan. John Oates ha puesto en circulación su sexto álbum en solitario, paradójicamente titulado Reunion, apenas cuatro semanas antes de que Daryl Hall hiciera lo propio con el también sexto elepé con su nombre, una obra de título escuetísimo: D. ¿Pura coincidencia? Que cada cual piense lo que le plazca, pero Oates llevaba seis años sin prodigarse por su cuenta y ­Hall no firmaba nada en nombre propio desde el elepé Laughing Down Crying, que se remonta a… 2011. Ya es casualidad. Las hostilidades se desataron el año pasado con una crudeza y virulencia que nadie habría imaginado en un dúo que compartió media docena de números 1 en las listas estado­unidenses y hasta 16 canciones en los 10 primeros puestos de las clasificaciones. Pero ni la lírica ni la armonía tienen posibilidades de prevalecer frente al maldito parné, y el rubio Hall (hoy entrecano) estalló contra el moreno Oates (que orilló el bigote por la perilla) al saber que había intentado vender por su cuenta a un fondo de inversión la parte que le corresponde en Whole Oats Enterprises, su sociedad conjunta de derechos. Las disensiones no solo se han judicializado, sino que se traducen incluso en una orden de alejamiento.

Hall se inscribe en un estilo fiel al del grupo, mientras que Oates opta por un disco más bien introspectivo y folk

Los firmantes de éxitos tan colosales como ‘Maneater’, ‘Rich Girl’, ‘I Can’t Go for That’, ‘Sara Smile’, ‘Out of Touch’, ‘You Make My Dreams’ o ‘Kiss on My List’ conocieron su época dorada hace ya más de cuatro décadas, pero no habían dejado de frecuentar las tablas y en 2014 fueron incluidos en el Salón de la Fama, la bendición honorífica por excelencia en Estados Unidos. Con motivo de la publicación de D, sin embargo, Hall empleó en Billboard, la biblia de la industria musical, el más desdeñoso de sus registros para referirse a su ya excompañero. “Toda mi vida he sido un solista, con independencia de que trabajase junto a, mayormente, John”, formuló antes de confesarse “liberado”. También reconoció que llevaba “mucho, mucho tiempo” sin hablar con Oates y que su última colaboración con lápiz y papel entre las manos se remonta “al año 2000, y había alguien más”.

Parece evidente, en suma, que ni hay sueños compartidos que materializar ni besos para anotar en las respectivas listas del veterano dúo: Oates tiene 76 años y Hall cumplirá en octubre 78. Pero los aficionados pueden disfrutar ahora, en compensación, de la sutil e insólita rivalidad creativa que se ha suscitado entre ambos. Porque D y Reunion son trabajos de sensibilidades extremadamente dispares, pero complementarias. Y en los que sus protagonistas, aunque disfruten de su sobrevenida soltería artística, se han buscado nuevas parejas circunstanciales. Daryl concede amplísimo protagonismo como productor a su buen amigo Dave Stewart, en tiempos la mitad de Eurythmics, y además este verano se ha embarcado en una gira conjunta a medias con Elvis Costello, una alianza sorprendente por más que el rubio de Filadelfia hiciese las segundas voces en una vieja, bella y no muy recordada canción del gafotas de Liverpool, ‘The Only Flame in Town’. Por su parte, John se asocia puntualmente en la composición con A. J. Croce, hijo del añorado Jim Croce (el de ‘Time in a Bottle’ o ‘Bad, Bad Leroy Brown’) y autor menos (re)conocido de lo que merecería.

DARYL HALL and JOHN OATES at Viejas Arena in San Diego, California
El dúo, en un concierto en San Diego (California), en 2018.ZUMAPRESS / The Mega Agency / ContactO

Dinamitados, por lo que se ve, todos los puentes entre los integrantes de aquel tándem fértil y prodigioso, diríase que Hall se ha esforzado en afianzar su condición de voz y firmante principal en la extinta pareja. D aporta un repertorio de familiaridad apacible e identificable desde el primer puñado de compases, con una preferencia absoluta por ese Philly Soul acaramelado y meloso de los setenta (‘Break It Down to the Real Thing’) que Hall elevó en docenas de ocasiones a seña de identidad. Su antiguo aliado, sin embargo, opta por un perfil mucho más intimista y acústico, un bello y ensimismado cancionero de country folk que sitúa sus coordenadas geográficas y sentimentales bastante más cerca de Nashville que de Filadelfia. Y que encontró la espoleta de la inspiración en el reciente 100º cumpleaños del padre de Oates, una onomástica que el anciano aprovechó para hablarle a su hijo de su inminente “reunión” con su fallecida esposa.Los nostálgicos de H&O encontrarán en D un grato y familiar sustitutivo, un trampantojo que reproduce en ‘Can’t Say no to You’ o ‘The Whole World’s Better’ esas canciones sencillas y efectivas que se lanzaban en plancha a por el estribillo. Pero quienes no pretendan revivir tiempos ya del todo irrepetibles se llevarán con Reunion la gratísima sorpresa de un creador a menudo eclipsado por aquel partenaire que hoy solo le ofrece su despecho.

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