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Byung-Chul Han, Juan Gabriel Vásquez y Karl Ove Knausgård invitan a narrar para comprender el mundo

En sus recientes ensayos, los tres autores coinciden en subrayar la capacidad de la novela para presentar la vida desde una pluralidad de perspectivas

'La cosecha', Pieter Brueghel El Viejo, 1565.
'La cosecha', Pieter Brueghel El Viejo, 1565.

En los últimos años, las palabras “relato” y “narrativas” aparecen con frecuencia en conversaciones y lecturas. Esto nos puede llevar a pensar que el arte de narrar está en su apogeo. No obstante, al reflexionar sobre ello nos daremos cuenta de que el uso contemporáneo de estos términos no está vinculado al de la narrativa tal como la conocíamos antes de la sociedad de la información y de la subsiguiente aparición de las redes sociales y sus frenéticos modos de contar. Los debates contemporáneos en torno a la identidad también han resquebrajado de algún modo las maneras en las que los escritores venían desarrollando su oficio a lo largo de los siglos, y hoy parece existir un leve desajuste entre las ficciones que se producen y la sociedad en la que se escriben.

Estas preocupaciones se dejan ver en los recientes ensayos de Byung-Chul Han, Juan Gabriel Vásquez y Karl Ove Knausgård. En su breve ensayo La crisis de la narración, el filósofo surcoreano Byung-Chul Han aborda con pesimismo la relación que mantenemos con las narraciones en nuestros días. En su caso, Han se centra en las narraciones de carácter tradicional, transmitidas de generación en generación, no tanto en las literarias. La paradoja, según apunta Han, es que, a pesar de la omnipresencia actual de las narraciones, estas han perdido su fuerza original, puesto que aquellas capaces de transformar el mundo surgen debido a un proceso complejo y no son creadas por una sola persona a voluntad. Las narraciones a las que Han da valor son, en sus palabras, “la expresión del modo de sentir de una época”, y que por lo tanto se hallan en las antípodas de las narrativas “aligeradas, intercambiables y devenidas contingentes” de hoy. Para el autor, nos encontramos en una era posnarrativa que asigna a las historias un uso predominantemente empresarial, de ahí el auge del storytelling, un modo de comunicar cuya estrategia se basa en contar historias que transmitan mensajes de mayor contenido emocional que los meros datos. Para Han, el storytelling da lugar al storyselling cada vez que se usa para vender o publicitar productos e ideologías, y eso conduce a que el capitalismo se adueñe de toda narración.

“Ningún storytelling podrá volver a encender un fuego de campamento, en torno del cual se congreguen personas para contarse historias”, afirma Byung-Chul Han. Ni siquiera esas historias personales cotidianas o stories que abundan en las redes sociales tienen la capacidad de hacerlo pues son meros “autorretratos pornográficos o autoexhibiciones”, en sus propias palabras. En su texto, Han establece además un diálogo estrecho con el ensayo El narrador, de Walter Benjamin, que resulta hoy tan vigente como cuando fue escrito, pues parecería que para Benjamin ya se estaba apagando el fuego del campamento en 1936, año en que publicó su ensayo.

Para Han, el capitalismo se adueña de toda narración cuando el ‘storytelling’ da lugar al ‘storyselling’

Juan Gabriel Vásquez, por su parte, en un texto vital y de extrema vigencia, trata de entender la relación de las sociedades contemporáneas con el arte de narrar y con el poder de la ficción. Las cuatro conferencias Weidenfeld que pronunció en Oxford en 2022 son el fruto de estas reflexiones, y hoy las podemos leer publicadas en castellano en forma de ensayos bajo el título conjunto de La traducción del mundo.

En el primero, titulado ‘La mirada de los otros’, Vásquez recorre la Odisea y el Lazarillo, y reflexiona sobre obras pictóricas como Los segadores, de Brueghel el Viejo, o Las meninas, para concluir que la voluntad de habitar otra consciencia, tan propia de la novela, es un buen antídoto contra la dificultad de interpretar a los demás que padecemos por estar inevitablemente encerrados en nuestras percepciones.

En el segundo ensayo, ‘Tiempo y ficción’, Vásquez da cuenta de las tensiones entre la historia y los relatos ficcionales, empleando como ejemplo central la novela Cien años de soledad y los hechos en que se basa, entre ellos el asesinato en 1914 de Rafael Uribe Uribe, líder del Partido Liberal Colombiano.

El tercer ensayo (‘Contar el misterio’) explora la desconfianza que ha provocado históricamente la novela por su renuncia al juicio moral y a la condena, apoyándose en escritores como Ford Madox Ford y Conrad. En él, Vásquez comenta también el proceso de escritura de su novela Volver la vista atrás, que narra la vida del director de cine colombiano Sergio Cabrera.

Por último, en el ensayo ‘Para la libertad’, Vásquez recuerda al pensador liberal Isaiah Berlin y se pregunta si la ficción puede ser el terreno donde una sociedad cuestiona el relato que intentan imponerle sus líderes sociales o políticos, dada la profunda desconfianza que siempre ha sentido la novela hacia lo absoluto. “La historia de la novela moderna es una lucha por decir lo que alguien cree que no se debe decir, e incluso por pensar lo que alguien cree que no se debe pensar”: esta frase contundente que aparece en las últimas páginas del libro sirve para resumir sus argumentos.

El escritor noruego Karl Ove Knausgård, por su parte, se muestra como acérrimo defensor de la importancia de la ficción, especialmente cuando toma forma de novela, y así lo argumenta en su breve texto. A través de la lectura atenta de párrafos de novelas de autores tan distintos como Claire Keegan, Dostoievski, Cervantes, D. H. Lawrence, James Joyce, Virginia Woolf y Tarjei Vesaas, Knausgård busca la respuesta a las preguntas que formula en las primeras páginas del ensayo: ¿Es importante la novela? ¿Por qué y para quién? ¿O acaso leer novelas no es más que una forma atractiva de pasar el tiempo?

Un asunto crucial que plantea aquí Knausgård es la relación que mantenemos con el término “relato”. Ya que la historia con mayúsculas y todo lo que creemos saber sobre el mundo se transmiten en forma de relato, el papel de la novela sería más bien el de “moverse por debajo de esos grandes relatos, resquebrajarlos, formal y temáticamente, para así acercarse a la experiencia concreta de la realidad”. A decir de Knausgård, la novela es enemiga de los relatos que la preceden, algo que entendieron particularmente bien ciertos escritores de la modernidad como Joyce o Woolf, para los que el relato era un impedimento que alejaba a la novela de la realidad; precisamente ahí radicaron sus innovaciones en lo formal.

“La novela mantiene abierta la vida”, afirma Knausgård, “y mete cualquier idea abstracta sobre la vida, sea de carácter político, filosófico o científico, dentro de la esfera de lo humano, donde ya no está sola, sino que se golpea contra una miríada de impresiones, pensamientos, sentimientos y actos”. La novela y toda narración actuarían entonces como una lectura cubista de la vida, ofreciéndonosla simultáneamente desde varias perspectivas, algo en lo que parecen estar de acuerdo estos tres ensayistas.

Portada de 'La crisis de la narración', de Byung-Chul Han. EDITORIAL HERDER

La crisis de la narración 

Byung-Chul Han  
Traducción de Alberto Ciria
Herder, 2023
112 páginas
12 euros
Portada de 'La traducción del mundo. Las conferencias Weidenfield 2022', de Juan Gabriel Vásquez. EDITORIAL ALFAGUARA

La traducción del mundo. Las conferencias Weidenfeld 2022 

Juan Gabriel Vásquez  
Alfaguara, 2023
168 páginas, 17 euros
Portada de 'La importancia de la novela', de Karl Ove Knausgard. EDITORIAL ANAGRAMA

La importancia de la novela  

Karl Ove Knausgård  
Traducción de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo
Anagrama, 2023
56 páginas, 9,90 euros

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