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‘Búho’: una memoria sin hilo de Ariadna

Lo mejor de este espectáculo de Titzina Teatro son sus pantomimas breves, lúcidas, precisas, chispeantes, que están muy por encima de un texto lírico, en ocasiones didáctico y reiterativo

Una escena de la obra 'Búho', en el Teatro Abadía.
Una escena de la obra 'Búho', en el Teatro Abadía.QUIM CABEZA
Javier Vallejo

Clive Wearing, director de orquesta y productor de la BBC, vive en un presente continuo. Su memoria inmediata dura apenas 30 segundos. Después lo olvida todo. De cuantas personas conoció en su vida, solo recuerda a su esposa, porque la sigue amando: al resto no las distingue. En 1985, una encefalitis causada por un herpes simple le produjo una lesión en el área del cerebro que rige la memoria relacional, por lo que no recuerda un ápice de cuanto le ha sucedido desde entonces. Cuando su esposa no le acompaña, Wearing cree que lleva años sin verla. Si ella le dice algo, lo entiende, pero es incapaz de retenerlo un instante. Sin embargo, sabe cómo vestirse, cómo afeitarse y sigue tocando el piano de maravilla, porque conserva la memoria procedimental, que reside en un área de su cerebro no afectada por el virus.

Este caso fascinante, recogido en el documental El hombre con siete segundos de memoria (sabido es que los títulos y los titulares suelen exagerar), le ha servido a Titzina Teatro como punto de partida de Búho, su nueva indagación en torno a la fragilidad de la memoria y de la vida. Como Théâtre du Soleil, Théâtre de Complicité y otras compañías caracterizadas por el rigor, la maduración y el espíritu antropológico, periodístico e investigativo con el que afrontan su trabajo, Titzina solo hace una producción cada cuatro años. Las tres anteriores eran casi redondas. En esta, Diego Lorca y Pako Merino plantean un misterio: ¿a quién pertenecen unos restos humanos aparecidos en el fondo de una sima? ¿Cómo fueron a parar allí?

Durante las entrevistas que Rubén, un neuropsicólogo, le hace a Pablo, el personaje protagonista inspirado en Wearing, los chicos de Titzina intentan que el público entienda lo que le acontece al paciente, pero sin ofrecer demasiadas explicaciones al respecto. Aunque estos encuentros se prolongan, entre ambos personajes no se establece un vínculo palpable y menos aún una amistad emocionante como la que forjan el neuropsicólogo Alexander Luria y Solomón Shereshevski, hombre incapaz de olvidar detalle, en Soy un fenómeno, uno de los espectáculos mayores de Peter Brook.

Lo mejor de Búho son sus pantomimas breves, lúcidas, precisas, chispeantes, que están muy por encima de un texto lírico, en ocasiones didáctico y reiterativo. Hay un desequilibrio entre su esmerada puesta en escena y su dramaturgia, que en potencia contiene una buena historia, todavía esbozada.

‘Búho’. Creación y dirección: Diego Lorca y Pako Merino. Teatro de La Abadía. Madrid. Hasta el 22 de octubre. Gira: Santander, Arrigorriaga, Ponferrada, Ourense, A Coruña…

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.
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