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Carlos Bardem: “Tengo bastante claro quiénes son los monstruos”

El actor y escritor presenta su nueva novela, ‘Badaq’, una fábula sobre la destrucción de la naturaleza provocada por los seres humanos basada en hechos reales

Carlos Bardem
LUIS SEVILLANO

Tras adentrarse en la historia de la esclavitud en Mongo blanco (2019), el actor y escritor Carlos Bardem (Madrid, 1963) presenta su nueva novela, Badaq (Plaza&Janés), una fábula sobre la destrucción de la naturaleza provocada por los seres humanos basada en hechos reales.

Su nueva novela, Badaq, ambientada en la época de Felipe II, tiene como protagonista a una rinoceronte, pero en el fondo trata temas muy humanos. ¿Qué dirían los animales hoy si pudieran hablar sobre nuestro comportamiento? Como Badaq, expresarían su estupor por rasgos que son únicos de la especie humana: la crueldad y depredar sin sentido. Ningún animal mata sin razón.

Un tema fundamental de la novela es el colonialismo y sus estragos. En este siglo XXI, ¿seguimos sin ser conscientes del peso del pasado en el devenir del presente? Existen grandes contra frases como: “Lo único que nos enseña la historia es nunca aprendemos nada de la historia”(Hegel); o: “La historia es una maestra sin alumnos” (Gramsci). Y lo peor son los revisionistas de las supuestas glorias imperiales, novelistas o seudohistoriadores, tratando de embellecer las carnicerías para complacer fascismos muy actuales.

Su bibliografía viaja desde el drama al genero negro, la ficción histórica… ¿Existe alguna cualidad que una a todas sus novelas? La necesidad de comprender el Mal con mayúsculas y los males banales que lo sostienen.

¿Qué libro le convirtió en lector? Las novelas de Salgari, Stevenson y La Isla del Tesoro, El Lazarillo de Tormes.

¿Y en escritor? Mi primera novela, Muertes ejemplares. Vista desde hoy, me parece de una ambición bárbara y hermosamente irregular.

¿Cuándo supo que se dedicaría a la interpretación? Bastante crecidito y tras probar muchas otras cosas. Supongo que, al final, la sangre tira. Para mi madre lo extravagante era que intentara ser otras cosas.

¿Qué papel se le escapó por los pelos? Incontables. Ser actor es aprender a convivir con el no. Aproximadamente diez noes por cada sí.

¿Qué aprende un actor escribiendo? A componer personajes.

¿Y viceversa? Exactamente lo mismo pero desde el otro lado del espejo.

¿Cuál ha sido el mejor elogio que ha escuchado de su trabajo? Como actor y como escritor, “me has emocionado” y “me has descubierto algo que no sabía”.

¿Y el más extravagante? No sé. En la generosidad del que elogia siempre hay de por sí algo hermosamente extravagante, ¿no?

¿A qué hora del día prefiere escribir? ¿Y en qué lugar prefiere hacerlo? Donde y cuando puedo. Mi escritor chulea a mi actor y debe aprovechar las pausas entre rodajes de este.

¿Qué libro tiene abierto en la mesilla de noche? La forma de la multitud, de Agustín Fernández Mallo, y El reino, de Emmanuel Carrère.

¿El último que le ha entusiasmado? Dos novelas muy distintas: Ceniza en la boca, de Brenda Navarro, y Fortuna, de Hernán Díaz.

¿Cuál es la película que más veces ha visto? The Quiet Man, de John Ford.

¿La última serie que vio del tirón? Una magnífica de Netflix en la que trabajo yo, El elegido, adaptación del comic American Jesus. Muy recomendable.

¿Qué canción usaría como autorretrato? A pesar de voçê, de Chico Buarque.

¿Qué trabajo no aceptaría jamás? Uno que blanquee a un monstruo. Y yo tengo bastante claro quiénes son los monstruos.

¿Cuál es el suceso histórico que más admira? Las misiones pedagógicas de la II República.

¿Qué está socialmente sobrevalorado? La ignorancia. Todo se empezó a joder cuando se le da el mismo valor a la ignorancia de algunos que al conocimiento de otros.

De no haber sido actor y escritor, sería... Marino.

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