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‘Tocar el mundo’, la pintura no es solo estética

Las lecciones de arte del catedrático de Ética catalán Norbert Bilbeny ilustran las motivaciones que han de guiar al artista: “La belleza es siempre contestataria”

'La montaña de Sainte-Victoire' de Paul Cézanne.
'La montaña de Sainte-Victoire' de Paul Cézanne.Picturenow / Universal Images Group / Getty Images

He aquí un libro fuera de tiempo, un libro blanco, un lienzo sin pintar. Su título, Tocar el mundo, podría referirse al comentario de Merleau-Ponty sobre las pinturas de Cézanne, que “hacen visible cómo nos toca el mundo”, o cómo lo tocamos a través de nuestro entendimiento. “A través del ojo, tocamos el sol y las estrellas [aquí M-P se refiere a la arquitectura], fortalecemos nuestro sentido de lo real, poetizamos nuestra realidad existencial”.

Hoy, cuando las obras de arte están atravesadas por las biografías —imposible que no sea así—, los moralismos platónicos, las historias sociales aristotélicas o por esos dispensadores de fama que son las redes sociales, la lección de pintura de Norbert Bilbeny (Barcelona, 1955), catedrático de Ética y a la sazón pintor de caballete, nos devuelve a las solventes categorías más básicas del género pictórico. Su ensayo tiene como base el único valor que en la pintura no puede menoscabarse, el estético, con todos sus componentes, psicológicos, espirituales, sociales.

'El bebedor de absenta', de Édouard Manet (1859).
'El bebedor de absenta', de Édouard Manet (1859). VCG Wilson / Corbis / Getty Images

Bilbeny toma impulso en su propia biografía (de niño, sobrevivió a una enfermedad que le obligó a guardar reposo y a leer compulsivamente monografías sobre artistas) y, con el magisterio velado de Eugeni d’Ors, hace una aproximación a los dos órdenes básicos de la pintura artística, el de los lenguajes de la representación y la abstracción. Repasa los orígenes del modernismo catalán hasta el posnoucentismo (donde él mismo se enmarca como artista), sin dejar de abordar la relación de la pintura con la filosofía (o de la pintura como filosofía, que sería el caso de la pintura de Botticelli, Poussin, Klee o De Chirico), los artistas que trabajan en el arte de denuncia aun cuando su obra es “oficial” (Goya, Diego Rivera, Tàpies) o los mundos plásticos actuales y su papel ante el predominio de lo virtual.

Cuatro cuestiones recorren este libro: ¿qué es pintar y qué hay que pintar?, ¿cómo se ha de pintar y por qué? “La pintura es la búsqueda de la luz y el color su instrumento”; “el pintor trabaja con los colores que quiere, pero es responsable únicamente ante el color blanco”; “el arte fija una belleza que no estaba en este mundo”; “la historia de la pintura moderna habría sido otra sin Manet, la mía también, nadie ha pintado el triste color marrón como él”; “la única provocación de la pintura actual es su superficialidad (…), es preciso volver a dar la razón a la pintura”; “el arte actual es cautivo del mercado y del espectáculo” o “en el arte, el tema no importa tanto como el motivo, que tiene que ver con el talento del artista, la emoción es el motivo”.

“En el arte, el tema no importa tanto como el motivo, que tiene que ver con el talento del artista, la emoción es el motivo”

Para Bilbeny, un entorno bien ordenado y la pulcritud son esenciales para el oficio. Aconseja que “incluso si se quiere pintar de forma desordenada o se tiene un arrebato de inspiración, se precisa saber dónde se hallan el rodillo, la brecha y la espátula, tenerlos a mano (…), es peligroso sacar los cuadros al exterior, porque el viento, la arena y el sol los pueden echar a perder”. Ya lo decía Turner: el lugar ideal para pintar es “en alta mar”.

Finalmente, la pregunta más clara y también la más radical, ¿por qué pintar? “Hay que buscar la belleza”. ¿Y qué es la belleza? “La belleza es siempre contestataria, como la bondad, como la verdad”. Lección de pintor.

Portada de 'Tocar el mundo', de Norbert Bilbeny.

Tocar el mundo

Autor: Norbert Bilbeny.


Prólogo: José Francisco Yvars.


Editorial: Elba, 2023.


Formato: tapa blanda (136 páginas, 20 euros).

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