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Gecko Turner, el secreto mejor guardado de la música española

En ‘Somebody from Badajoz’, su nuevo disco, el artista confirma su arrebatadora propuesta: una expresión vocal inconfundible sobre un magma de sonidos mundialistas

Gecko Turner
El músico Gecko Turner, retratado recientemente en Madrid.Luis Sevillano
Diego A. Manrique

Es su primer álbum original desde 2015, pero, en verdad, Somebody from Badajoz (Lovemonk) no se diferencia esencialmente de anteriores discos de Gecko Turner, con su imaginativas reelaboraciones del soul y músicas afroamericanas y su gestación ambulante, en pos de las aportaciones de instrumentistas y cantantes de los más diversos orígenes.

Pero también siente la nostalgia por los viejos modos de trabajar. “Estoy leyendo biografías de productores pop, como Ken Scott o Geoff Emerick, y no puedo más que sentir envidia. Se supone que ahora, con los home studios, los músicos hemos ganado en independencia. Los dos han perdido calidad sonora y, desde luego, la interacción humana”, señala Turner. “Un ejemplo: estaba haciendo ‘End of the World’, que cierra mi disco. Fui a un estudio donde trabajaba un productor que usa esa herramienta tan popular, el autotune. Nunca había pensado en utilizarlo, pero le pedí al chaval que me explicara cómo funciona. Al final, terminé usándolo en partes de mi voz. Y resultó mejor que lo que yo planeaba: ese aire robotizado queda estupendo en combinación con los coros naturales. Aunque no me imagino a Marvin Gaye o Al Green pasados por el autotune”.

Una pregunta con el colmillo retorcido: ¿se siente Gecko Turner incómodo ante la arrolladora oleada del trap y el reguetón? “Hay dos elementos”, responde. “Primero, que la dieta musical de sus oyentes es muy pobre. Me he encontrado con algunos que se asombraban de que hubo un tiempo, y no tan lejano, en que los discos los tocaban gente de carne y hueso. Ellos ven más guay hacerlo todo con un teclado y un ordenador. Lo segundo es que sus propios ídolos están mejor informados. En los discos de C. Tangana y Rosalía ves que han escuchado mucha música y que aprecian el valor de los instrumentistas. Ambos pueden utilizar un palo como los tangos, que es la gran aportación extremeña al flamenco. Ahora mismo, lo mejor que puedes escuchar en Extremadura son cantaores como Alejandro Vega, La Caíta, Celia Romero. Los dos primeros están emparentados con los Porrina de Badajoz, pero Celia es paya y ganó la Lámpara Minera de La Unión [uno de los premios más prestigiosos del flamenco] con 16 años. Me da mucho coraje que Extremadura sea identificada musicalmente con Robe Iniesta y que nuestros flamencos no puedan grabar”.

Cierto, los sucesivos seísmos digitales han devastado el ecosistema musical, acabando con los presupuestos para géneros teóricamente minoritarios. Turner está orgulloso de su producción para lo que sería el disco póstumo del cantaor jerezano Fernando Terremoto (1969-2010): “Hicimos preproducción, que hoy suena a lujazo, pero que consistió en que Fernando vino a mi casa para repasar el repertorio y yo luego fui a Jerez, donde vimos qué guitarristas necesitaba cada tema. El grueso de la grabación se hizo en el estudio Punta Paloma, en Tarifa. Con algún añadido en Madrid: queríamos añadir un bandoneón en su versión por bulerías de ‘Cambalache’, pero no hubo manera. Al final, Antonio Serrano reemplazó al bandoneón con su armónica. Como es un monstruo, lo resolvió en un par de tomas”.

“La dieta musical de hoy es muy pobre. Hay gente que se asombra de que antes los discos los tocara gente de carne y hueso”

Momentos para atesorar, suspira Gecko. Pueden surgir en las circunstancias más inesperadas. De repente, estás embarcado en una gira alimenticia y te descubres poseído por la música que estás tocando. Lo comprobó haciendo góspel como instrumentista de acompañamiento. Ya saben que los festivales de góspel se concentran en España durante las Navidades y… “Durante la covid, los artistas estadounidenses no podían volar a Europa. Al hombre que lleva mis conciertos se le ocurrió montar un grupo para que los festivales pudieran programar algo y no se rompiera la tradición. Organizó The Gospel Messengers en torno a John Lee Sanders, un estupendo músico sureño que vive en Almería. Y fue apasionante, como experiencia musical y como aventura. Ibas de una ciudad a otra sin saber qué regulaciones te esperaban y con el miedo de que todo se iría al carajo si uno de nosotros se contagiaba. Pero el dios de los músicos se apiadó de nosotros”.

Y allí estaba Gecko, que precisamente había sido acusado de irreligioso por una columna que escribió para Hoy, diario de Vocento en Badajoz. “En realidad, era una glosa de una canción bellísima de Gilberto Gil, ‘Se eu quiser falar com Deus’, donde dice: “Si quiero hablar con Dios / tengo que tener las manos vacías / tener el alma y el cuerpo desnudos”. Cuando la gente lee irreverencias en textos que no tienen nada, apaga y vámonos. En la redacción también se quejaron de que me metía mucho con el Real Madrid. Y yo no soy futbolero, así que debió ser por alguna mención a Florentino Pérez”.

El músico sigue trabajando con un sello exquisito, Lovemonk (su lema: “Discos buenos”). Fundado por dos madrileños, Borja Torres y Bruno Muñoz, lo exiguo de su producción se compensa con el evidente mimo que aplican a cada uno de sus lanzamientos, tanto en CD como en vinilo. Y su fidelidad: Lovemonk comenzó con el primer álbum de Turner, el deslumbrante Guapapasea (2003), y no se han separado. “Hay una complicidad. Ellos argumentan conmigo todos los detalles de lo que les llevo. Y sí, a veces tienen razón y yo estoy equivocado. Soy mucho de aprovechar ocurrencias que oigo, tengo amigas que tienen una verdadera inventiva verbal, así salen neologismos como sibariteo. Ellos se ríen, pero aceptan títulos que saben que se les van a atragantar a los locutores. Aparte, Borja y Bruno están bien conectados y tienen amigos en medio mundo. Si yo quiero hacer un vídeo en México, resulta que conocen allí a un realizador que lo hará bonito y barato. Lo mismo con los fotógrafos o los remezcladores. Hay un underground mundial de gente con buen gusto, que se implican en mis locuras, sin exigir nada parecido a su caché actual”, relata.

Resumiendo, que hay más gente buena de lo que creemos. “Sin lugar a dudas. Yo lo compruebo en cada disco. En el nuevo sale ‘De balde’. Es un poema de amor de Carlos Lencero, gran escritor y uno de los mejores letristas del flamenco moderno. Venía de Badajoz, como yo, y murió en 2006. Su hija, Luna, me pasó el texto. Todo un regalo y me tiré años buscando una envoltura afrobrasileña para unos versos que son flamencos hasta la médula. Es el tipo de labor que me mantuvo cuerdo durante la pandemia”.

Portada del disco de Gecko Turner, ‘Somebody From Badajoz’.

Somebody from Badajoz 

Gecko Turner
Love Monk

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