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SILLÓN DE OREJAS
Columna
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Lo veo (bastante) negro

Sabemos que el cine ‘noir’ surgió, en torno y después de la II Guerra Mundial, en una época de derrumbe de valores en el llamado “mundo libre”

Ed Harris (izquierda) y Viggo Mortesen en 'Una historia de violencia' (2005), de David Cronenberg.
Ed Harris (izquierda) y Viggo Mortesen en 'Una historia de violencia' (2005), de David Cronenberg.
Manuel Rodríguez Rivero

1. Indefiniciones

Igual que ocurre con el amor, el cine negro escapa a toda definición que pretenda exactitud, fijación de límites, precisión. Cualquier aficionado/a al cine “sabe” que una pe­lícula es noir o, al menos, que tiene que ver con lo que fue el primer noir, cuyo acmé tuvo lugar en las décadas de los cuarenta y cincuenta del siglo XX. 50 maneras de morir, de la crítica e historiadora del cine catalana Violeta Kovacsics, publicado en castellano por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), se ocupa, en una breve introducción y 50 fichas de películas individuales, de ese género de tan compleja e insegura caracterización. Sabemos que surgió, en torno y después de la II Guerra Mundial, en una época de derrumbe de valores en el llamado “mundo libre”; que en sus tramas tiene mucho que ver el sentido de la fatalidad, de retorno de un pasado del que nunca se puede escapar (como en la tragedia griega), de ahí el abundante recurso a la analepsis o flashback; sabemos que en su estética mandan el claroscuro, las sombras, la composición descompensada de las escenas; que entre sus influencias (además de la novela negra: Hammett, Chandler y toda la tropa) está el existencialismo europeo, el expresionismo alemán (muchos directores emigrados de Alemania hicieron cine noir) y el neorrealismo de posguerra; que sus protagonistas ya no son héroes de una sola pieza, refractarios al desánimo y a la angustia; que sus mujeres son a menudo femmes fatales que seducen y destruyen; que la sociedad que reflejan es cínica y violenta. Al noir le cuadra mejor el blanco y negro: recuérdense al respecto, por solo citar algunas obras maestras, El halcón maltés (Huston, 1941), Perdición (Wilder, 1944), Retorno al pasado (Tourneur, 1947); pero esa querencia por el claroscuro no es óbice para que se hayan hecho noirs en color: ahí tienen, por ejemplo Chinatown (1974), de Polanski, o Una historia de violencia, de Cronenberg (2005). Por supuesto, entre las 50 fichas de films noir que adjunta la autora no están, ni mucho menos, todos los que son, y tampoco yo incluiría entre los que están algunos de los que figuran. Pero el libro es útil como introducción a un género tan proteico.

2. Uno

Desde principios de mes, y coordinadas con los más tórridos calores, las editoriales nos bombardean con sus programaciones otoñales. Al contrario de lo que sucedía hace algunos años, ahora la presión de los departamentos comerciales y mercadotécnicos (quien los tenga; hay editores que son mujeres y hombres orquesta) insta a hacer públicas las “apuestas” de la rentrée, para que los medios se encarguen de difundirlas (gratis, claro). El modelo es, sin duda, francés: ellos fueron los que inventaron la rentrée, convirtiéndola en una especie de espectáculo cultural y comercial que implica a toda la cadena del libro. Claro que allí el sector cuenta con instituciones que coordinan los datos proporcionados por los diferentes sellos, de modo que a estas alturas ya sabemos no sólo cuántos libros se publicarán entre mediados de agosto y finales de octubre, considerado el tiempo canónico de la rentrée, sino también a qué género pertenecen, cuáles son sus títulos, quiénes sus autores y hasta los códigos de barras con que se pondrán a la venta. No es que allí sean más listos: es que hace tiempo que comprendieron que son necesarias instituciones que se ocupen de lo que las editoriales no pueden. Y que el “ruido” que la rentrée genera es un elemento esencial para crear expectación y poner el libro en boca de todos. Este año ya sabemos que se publicarán, por ejemplo, 490 novelas (345 francesas, ¡de las cuales 90 primeras novelas!, y el resto, traducciones), y en las próximas dos semanas saldrán las listas con todos los libros, ficción, no ficción, cómics, etcétera. La cifra de novelas es la más baja de los últimos años; según algunos comentaristas, el descenso se debería a la escasez y precio del papel, pero me temo que algo tendrá que ver el temor de empresarios y consumidores al rigor de una crisis que podría derivar en recesión: como quedó claro en 2008 y siguientes, cuando se disparan los precios y la gente se rasca el bolsillo, el libro (al menos el “nuevo”) no funciona como “valor refugio”. Aquí podríamos también unificar los datos que proporcionan las editoriales (tenemos el ISBN, el depósito legal y ­Dilve: suficiente), pero falta voluntad y empeño. Nuestras autoridades sectoriales quizá tengan otras cosas en que pensar: supongo que este año, con España “invitada de honor” por segunda vez en la Feria de Fráncfort (del 19 al 23 de octubre) y con el ministerio muy implicado (y poniendo pasta), ya tienen suficiente trabajo. Como es frecuente en este país de procrastinaciones y éxitos rutilantes en el último momento, espero que el pretencioso lema “Creatividad desbordante”, inventado para la ocasión, no sirva solo para que estemos encantados de habernos conocido y de ser tan bibliodiversos (que lo somos). Solo falta que Miquel Iceta, ministro del ramo, y María José Gálvez, su entregadísima directora general del Libro y de Fomento de la Lectura, inauguren la presencia española marcándose una rumba catalana que quite el hipo. A su manera, los dos saben hacerlo.

3. Extranjero

En tiempos de rigor económico, nuestro extranjero más próximo y asequible es Portugal. Más allá de las guías turísticas, el Viaje a Portugal, de José Saramago, publicado por vez primera en 1995, sigue siendo un libro fundamental para comprender la realidad y el pasado de nuestro (nunca suficientemente conocido) vecino. Alfaguara acaba de publicar en una bella edición (traducción de Basilio Losada, fotos del propio Saramago y de Duarte Belo) este libro imprescindible para los amantes y viajeros del país hermano.


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