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Tres veces Calderón: variaciones sobre la tortura en una obra sugestiva e imaginativa

‘Constante’, un estreno absoluto en el Festival de Almagro, aborda la realidad desde una perspectiva oblicua y está diestramente interpretado por la Comedia Nacional de Montevideo

La actriz Stefanie Neukirch en la obra 'Constante', dirigida por Gabriel Calderón.
La actriz Stefanie Neukirch en la obra 'Constante', dirigida por Gabriel Calderón.Carlos Dossena
Javier Vallejo

El príncipe constante, tragedia donde Calderón de la Barca habla sobre la fe y la confianza en las causas justas, es la llama que inspira Constante, el estreno absoluto que la Comedia Nacional de Montevideo presentó anoche en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro. El dramaturgo chileno Guillermo Calderón y el autor uruguayo Gabriel Calderón han escrito mano a mano una comedia policíaca en la que van trenzando una decena de variaciones escénicas sobre el tema de la tortura. Las privaciones y los atropellos que Fernando, príncipe portugués, sufre en la pieza original tras caer preso del rey de Fez, las padece en carne propia en esta lectura libérrima una actriz uruguaya de origen alemán que va a interpretar a Fernando en una magna producción hiperrealista rusa.

Bajo la batuta de Gabriel Calderón, director del montaje, el texto es un pretexto en torno al cual un elenco excelente va tejiendo una sucesión de relatos inquietantes, resbaladizos, contradictorios, percutientes. Respecto a lo que se relata, el espectador no sabe a qué carta quedarse porque los propios autores tampoco parecen querer quedarse con carta alguna: prefieren poner sobre el tapete un tema candente siempre y jugarlo en buena lid. Guillermo Calderón ya había escrito sobre la tortura en Villa, obra de aliento trágico en la que tres jóvenes chilenas debaten que hacer con las ruinas de Villa Grimaldi, centro de detención santiaguino donde la policía de Pinochet martirizó y aniquiló a buena parte de sus adversarios políticos. Por su parte, en una pieza titulada Obscena, Gabriel Calderón escribió en su día sobre el forzamiento de una joven paralítica durante la dictadura.

En Constante, ocho personajes giran en torno a una cama (que es un potro de suplicio y también un objeto codiciado por oscuros coleccionistas de arte): un director escénico y un productor rusos, un traficante surafricano, dos policías uruguayos que parecen huidos de una comedia de Václáv Hável, el director de un museo cuya política de adquisiciones no parece un dechado de transparencia, la carpintera que fabricó la cama y la mencionada actriz de ascendencia alemana.

El texto es un pretexto en torno al cual el elenco teje una sucesión de relatos inquietantes, resbaladizos, contradictorios

Entre las actuaciones, es magnífica la de Jimena Pérez, que no lo parece durante las tres primeras escenas. Pocos intérpretes actuales tienen, como ella, la virtud de no mostrar la extensión plena de su arco interpretativo hasta bien entrada la función: primero parecen actores medianos, para destaparse luego con unos zarpazos dramáticos extraordinarios. También Juancho Saraví, Pablo Varrailhón, Luis Martínez y Stefanie Neukirch se muestran diestros en el arte de zarandear el ánimo del espectador. Se da la circunstancia, excepcional en el ámbito hispanohablante, de que la Comedia Nacional de Uruguay, compañía pública fundada en 1947 y financiada por el ayuntamiento de Montevideo, tiene un elenco estable de 21 actores con contratos fijos indefinidos, a los que pronto se sumarán otros ocho por concurso. ¿Para cuando algo parecido en los teatros públicos españoles? La actriz catalana Margarita Xirgu, exiliada en Uruguay tras la Guerra Civil, fue su directora durante largos años. Y el director alicantino José Estruch firmó en su seno un ramillete de montajes memorables.

Gabriel Calderón, de 39 años, que asumió la jefatura de la compañía en febrero, es un director exigente con el ritmo, el tempo, el tono y la intensidad de las actuaciones, visto lo visto en el ensayo general del jueves por la noche que da pie a esta reseña. Esta compañía ha llegado a España tras hacer un preestreno en Montevideo: la semana próxima lleva este espectáculo a Las Palmas y a Tenerife y a la siguiente lo estrena en Uruguay, país invitado de honor de este año en el Festival de Almagro, en el que presenta cuatro producciones, entre ellas Góngora estuvo aquí, de Sandra Massera, que también debutó anoche.

Constante es una obra sugestiva, imaginativa, que aborda la realidad desde una perspectiva oblicua, como era frecuente hacerlo entre muchos autores de los años sesenta: algo hay en su atmósfera que evoca la de El invernadero, de Harold Pinter, o la de El asfalto, relato de Carlos Buiza llevado a la televisión por Narciso Ibáñez Serrador. El asunto de la fe, central en la obra original, asoma en esta refundición a través del tema de la fe en el arte, en la autenticidad de los objetos, en la veracidad de la acción dramática y en la posibilidad de encontrar un relato convincente antes que en la de averiguar cuales son los hechos ciertos. En el ámbito de un festival consagrado al teatro clásico español, la irrupción de una obra de nuevo cuño inspirada tan libremente en un tema aurisecular y programada en un espacio central como es la Antigua Universidad Renacentista abre una perspectiva diferente para próximas ediciones.

‘Constante’. Texto: Guillermo Calderón y Gabriel Calderón. A partir de la obra de Calderón de la Barca. Dirección: G. Calderón. Festival de Almagro, 2 de julio. Las Palmas, 8 de julio. Tenerife, 9 de julio.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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