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sillón de orejas
Columna
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Planetario de Planeta

Qué va, ni de coña: no existe guerra entre Planeta y PRH, no importa que el supervendedor Posteguillo se vaya a la última y que “el Trío” haya sido abducido por la primera

Los planetas del sistema solar.
Los planetas del sistema solar.
Manuel Rodríguez Rivero

1. El premio

Lo primero que hice cuando me desperté bruscamente tras una de mis frecuentes pesadillas, fue palparme el cuerpo. Ahora se me antoja un gesto estúpido con el que pretendía ilusoriamente confirmar mi identidad, quizás mi independencia: había soñado que me había integrado en el Grupo Planeta, que también yo formaba parte de un lote, que me habían comprado. Las pesadillas son como las mentiras de los niños, siempre contienen un punto de realidad. No es de extrañar: el grupo multimedia controla, entre otras bagatelas, seis cadenas de televisión (unas de derechas, otras que completan el negocio por la izquierda), un diario nacional conservador, cuarenta y tantos sellos editoriales, varias emisoras de radio, revistas (incluida Playboy), una gran cadena de librerías, productoras de contenidos, una división universitaria, fundaciones y, algo muy importante, unos 15 premios literarios más o menos intachables que son (ahora se ha comprobado una vez más) a los autores lo mismo que a los peces el sabroso gusano o mosca que cuelga del anzuelo. Además, en su catálogo de autores figuran un buen número de críticos y comentaristas literarios de suplementos literarios o páginas de cultura. Después de lo de 2019, con la abducción y absorción, premio mediante, de Cercas y Vilas, Planeta lo ha vuelto a hacer: el premio a una nueva novela de quien fue Carmen Mola deja otra vez a Penguin Random House (PRH) con tres palmos de narices, y a su (excelente) editora María Fasce compuesta y sin tres novios. Los que ganan, claro (y no solo el kilo antes de impuestos), son las tres cabezas masculinas (hay quien las llama “machirulas”) de la hidra Mola, a las que, imitando la fórmula de los contratos de edición, me referiré como “el Trío”; y también sale ganando (y bastante) su agente, Justyna Rzewska, que, miren por dónde, había trabajado en Penguin y fue quien llevó a Mola a Alfaguara (PRH), donde sus obras —más de 400.000 ejemplares vendidos— han generado pingües beneficios. Y es que, para decirlo todo, ambos grandísimos grupos cuentan con excelentes equipos y magníficas editoras (hay más mujeres que hombres) con más olfato que sabuesos de cazador, y que saben aprovechar las evidentes ventajas que les brinda el trabajo en un gran grupo. María Fasce, que ya he nombrado, es solo una entre ellas/os y, quizás, elles.

2. El ‘show’

Nunca nadie en este país ha superado a Planeta a la hora de organizar el espectáculo de sus logros. La tradición comenzó con el Fundador, José Manuel Lara Hernández, aquel astuto charnego que plantó las primeras (y las segundas y terceras) piedras del imperio. Pero fue con uno de sus hijos, José Manuel Lara Bosch, cuando Planeta entró de lleno en la modernidad empresarial y se consolidó en el sistema global de producción de contenidos, hasta llegar a situarse entre los 10 primeros grupos editoriales del planeta (cuenta la leyenda que, en cierta ocasión, JMLB admitió: “No he tenido que hacer muchas putadas porque mi padre ya las hizo casi todas”. Si alguien desea saber más de esas ascendencias, recomiendo la lectura del muy entregado trabajo de José Martí Gómez Los Lara (Galaxia Gutenberg). Que el grupo consiga atraer a la entrega de su principal galardón a las máximas autoridades (este año volvieron a asistir los Reyes) es una de esas vergonzosas anomalías culturales que ya se dan por hechas, y que increíblemente nadie, ni siquiera en el sector —a menudo tan encantado de haberse conocido—, pone en cuestión: se diría que con el resto de la industria del libro los Reyes cumplen con el paseíllo de doña Letizia en la Feria del Libro de Madrid. En mi pesadilla, el habitualmente discreto señor Creuheras, presidente del grupo, daba un puñetazo en su mesa y exclamaba: “¡Sinergias!, ¡hay que aprovechar las sinergias!”, y todos sus empleados, empezando por Patrici Tixis, ese director de comunicación del grupo que tanto me quiere (y que ostenta más cargos institucionales que nadie en el sector), se ponían manos a la obra. Y vaya si funcionan las sinergias: hasta en los informativos de sus teles se da como noticia la publicación de sus propios libros.

3. La guerra

Qué va, ni de coña: no existe guerra entre Planeta y PRH, no importa que el supervendedor Posteguillo se vaya a la última y que “el Trío” haya sido abducido por la primera. Claro que hay muchas guerras que nunca se declaran y en esta asistiremos a más escaramuzas: es el carácter de los grandes grupos, no hace falta releer El capital monopolista, de Sweezy y Baran, para comprenderlo. En cuanto a La bestia, la novela premiada de “el Trío”, su título ya anuncia que, aunque esta vez su protagonista no sea la inspectora Elena Blanco, la historia no será menos gore, que es lo que hoy se lleva en la “serie negra”. Se trata, al parecer, de una truculenta novela histórica (pero nada que ver con La bête humaine, de Zola) ambientada en la regencia de María Cristina, poco después del giro “moderado” de Martínez de la Rosa y de la promulgación del Estatuto Real (1834). En esa época tuvo lugar la “masacre de los frailes”, cuando las enfurecidas hordas madrileñas apiolaron a una setentena de religiosos acusados de envenenar las fuentes (qué país este). Aparentemente ese sería el contexto en el que “el Trío” ha situado la peripecia de la joven que recorre un Madrid estremecido por los asesinatos de muchachas pobres (ya ven: gore y lucha de clases), mientras busca a su hermanita desaparecida. Me temo que con esta novela y con la finalista del premio (Últimos días en Berlín, de Paloma Sánchez-Garnica, autora de la casa) Planeta efectúa el disparo de salida para otra temporada de thrillers históricos. Veremos cuántos buenos.

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