PÁGINAS MARCADASColumna
i
Esperando la mano de nieve
José Bergamín era el desasosiego y la burla hechas fuego, un indiscutible problema para la gazmoña banda franquista, que le forzó a exilarse varias veces en su larga vida

Observo ante mí, apoyada en la mesa, una veloz caricatura de José Bergamín, dibujada a carboncillo por el pintor José Caballero. El poeta, ensayista, autor de aforismos y escritor de teatro, que ya sale muy joven en el famoso cuadro de Gutiérrez Solana La Tertulia de Pombo junto a los de su cuadrilla —la Generación del 27—, tiene aquí un aire que le hace más justicia. Es cierto que no era un hombre guapo, sino más bien rechupado, y tenía una expresió...
Inicia sesión para seguir leyendo
Sólo con tener una cuenta ya puedes leer este artículo, es gratis
Gracias por leer EL PAÍS