Barricadas contra el derroche
España se consolida como campeona del gasto navideño - Otros llaman al consumo responsable
Una tarde, 400 euros. Nada extraño si se trata del gasto de una familia media española en plena actividad de consumo prenavideño. La voracidad en España se ha desatado por encima del gasto en países vecinos y, pese a la incertidumbre económica, sólo va a aumentar. Pero esta vez, las barricadas anticonsumistas se han alzado de la mano de organizaciones y comunidades de Internet que llaman a un consumo que respete bolsillos y medio ambiente.
El mercado ha logrado combinar sus leyes con los mitos sociales
La familiarización con la tecnología impulsa ese tipo de regalos
En Navidad prima la libertad a la hora de concederse caprichos
Cada hogar gastará una media de 900 euros en regalos, comida y ocio
La utilización de la tarjeta en Navidad ha ido creciendo a ritmo del 20% anual
El 40% de españoles gasta en diciembre el doble que los demás meses
España es el tercer país en gasto por Navidad de la Unión Europea, según la consultora Deloitte, detrás sólo de Irlanda y Chipre. Cada hogar español gastará un promedio de más de 900 euros entre regalos, comida y ocio, frente a los 556 de Francia, por ejemplo, o los 420 de Alemania.
¿Quién dijo crisis? Los españoles gastarán hasta 50 euros más que el año pasado, debido, sobre todo, a la subida de precio de algunos alimentos y a pesar de las previsiones de crecimiento económico para 2008, menos optimistas. En otro frente, la Navidad se puede convertir también en una especie de movimiento contra el derroche. En este año se han multiplicado los llamamientos de asociaciones de consumidores, ONG, plataformas de internautas y bloggers a unas compras más responsables. Aquí van dos ejemplos.
El pasado domingo, la familia Marín, un matrimonio de funcionarios con dos hijos adolescentes, decidió dar una vuelta por Madrid y, aprovechando la apertura de las tiendas, hacer algunas de sus compras navideñas. A las 12.00 salieron de Toledo, donde residen, y, poco más de una hora después, ya estaban dejando el coche en un aparcamiento del centro de la capital. Tras un paseo y unas tapas en el barrio de Las Letras, la familia Marín se dispersó. Objetivo: "encontrar los mejores regalos. Para amigos, parientes y, por supuesto, para nosotros". Así lo contaba Marcos, el hijo mayor, de 18 años, quien se dirigió al departamento de informática de la Fnac para buscar algunos videojuegos. Mientras tanto, su hermano menor, Álvaro, husmeaba entre los últimos lanzamientos de tebeos. La señora Laura Morata quería unos zapatos de una firma inglesa que suele encontrar en un escaparate de la Gran Vía, mientras que José Marín buscaba una nueva cámara de fotos digital. A las ocho de la tarde, los cuatro volvían hacia el coche con 400 euros menos en su cuenta de ahorro.
Unas horas después, justo pasada la medianoche entre domingo y lunes, la ONG Ecologistas en Acción empezaba las actividades de una semana anticonsumo. Exposiciones, conferencias, mercadillos de intercambio y hasta conciertos para difundir mensaje navideño: "aprender a comprar y a no comprar". Asimismo, esta semana, los voluntarios de Greenpeace reparten en decenas de ciudades europeas folletos con preguntas del tipo "¿Qué mochila de productos tóxicos acompaña tu compra?", y recomendaciones como éstas: "Recuerda: la ropa de mis regalos tiene que ser de fibras naturales y respetar los derechos humanos". "Regalaré cultura: entradas, suscripciones, un buen libro... Y descanso, aventura o imaginación para los más pequeños". En opinión de Julián M. Carranza, sociólogo y responsable del departamento de participación de Greenpeace, en estas fechas los consumidores han de estar especialmente atentos: "Por ejemplo, ¿sabemos qué comemos realmente?", se pregunta. "El langostino que proviene de la pesca provoca un gran despilfarro de otras especies marinas que se tiran por la borda y, en el caso de los mariscos de muchas piscifactorías, hay que recordar que su cría suele destrozar los manglares. Comprar sólo pescado adulto, en cambio, es una excelente costumbre". Pero, ¿qué ocurre realmente en estas fechas? ¿Por qué aumenta el consumo incluso cuando se vislumbra una disminución del poder adquisitivo? ¿Y por qué parece encender los ánimos de todo el mundo?
Un estudio de Deloitte lo deja claro. A pesar de la inflación, "las navidades siguen siendo para los consumidores un periodo —que va del 5 de diciembre al 6 de enero, aproximadamente— en el cual prima una mayor libertad a la hora de concederse caprichos o descubrir novedades del mercado". Se trataría de una especie de sello cultural de las sociedades occidentales. El sociólogo Ángel de Lucas, profesor emérito de la Universidad Complutense de Madrid, define este fenómeno precisamente a partir de su carga simbólica. "Creo que los hábitos actuales de consumo navideño se han desarrollado a partir de principios de los noventa. El mercado ha afinado sus técnicas y ha conseguido combinar sus leyes con aspectos místicos y espirituales del imaginario colectivo, que pierden progresivamente su valor. Eso, junto con el aumento generalizado del poder adquisitivo, hace que la gente consuma más, año tras año, y no se preocupe demasiado por lo que viene después", apunta.
Lo que viene después es la llamada cuesta de enero, que en 2008, de todas formas, no impedirá a miles de familias españolas gastar alrededor de 389 euros en regalos, 370 en comida y 200 en ocio, salidas, escapadas, sesiones de cine o espectáculos infantiles. Respecto al año pasado, las mayores diferencias están entre los fogones. En 2006, por ejemplo, los españoles invirtieron unos 220 euros en productos alimentarios, por lo que parece haberse registrado un aumento de ese gasto de alrededor del 70%. Y es que, pese a que algunos productos, como la leche, hayan iniciado un proceso de estabilidad tras las subidas de los últimos meses, las carnes (sobre todo las de vacuno y cerdo, en menor medida las de ovino y conejo) siguen concentrando un aumento de hasta unos 0,85 euros por kilo. Un paseo por algunos céntricos mercados madrileños consigue despejar las dudas: están llenos de turistas y de compradores de paso. Los residentes, incluso los que viven cerca de comercios tradicionales o mercados, prefieren dirigirse a los supermercados o las grandes superficies, donde acabará haciendo sus compras más del 80% de los consumidores.
Esta última es precisamente una de las costumbres más difundidas y criticadas por algunas ONG. Si Greenpeace recomienda "dirigirse a los comercios de toda la vida y primar los productos tradicionales de la tierra", la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recuerda que no constituye ninguna ventaja afanarse por concentrar las compras en un solo día. "Es importante escalonar en el tiempo la compra. Tan malo es comprar todo a última hora, cuando los precios realmente se disparan, como adelantar innecesariamente las compras. Es mejor aprovechar en cada momento las ofertas que se pueden encontrar de los productos que realmente se van a necesitar", recomiendan antes de añadir: "La conveniencia de adelantar la compra de carnes y pescados no es tan evidente. Los dos mejores ingredientes contra la compra impulsiva son la planificación y el cálculo del presupuesto por parte de cada familia".
Respecto a los regalos, la mayoría de los estudios ha registrado un aumento significativo de las ventas en el sector informático. A pesar de que los productos más deseados y comprados sigan siendo libros y ropa, Deloitte destaca que "los españoles se han familiarizado con las nuevas tecnologías, lo que de alguna manera ilustra los nuevos intereses y deseos de la población". ¿Cuáles son los gadgets favoritos? Sobre todo, reproductores MP3 e iPods, mientras que bajan sensiblemente las ventas de CD y DVD. La principal explicación de la caída en picado de los que hasta hace unos años eran auténticos regalos estrella reside, según los expertos, en el fácil alcance que tienen estos productos en Internet, sobre todo gracias a las conexiones de alta velocidad y a la segunda generación de descargas.
La Red podría convertirse precisamente en otro escaparate y tienda ilimitada para dar rienda suelta a impulsos consumistas. Sin embargo, en contra de lo que ocurre en otros países europeos, se prevé que de cada 10 usuarios habituales de Internet, sólo uno realizará sus compras con tarjeta de crédito y utilizando el correo electrónico en lugar de tener que desplazarse.
El ciberespacio se ha asentado, en cambio, como tribuna ideal para todas las comunidades virtuales que recomiendan a los internautas un consumo prudente. Es el caso del consultor Francisco Xavier Agulló, coordinador de la comunidad virtual bolgresponsable.com, quien lanzó una campaña que pretende despertar el "apetito responsable" de los consumidores con 10 ejemplos de este tipo: "Podemos elegir un producto ecológico, ya sea de alimentación o cualquier otro que haya sido fabricando con respeto por el entorno natural". Internet es el lugar elegido por decenas de asociaciones para lanzar sus mensajes. La web sindinero.org enseña a vivir gastando lo imprescindible, la Red Andaluza de Consumo Responsable (www.consumorensponsable.com) ofrece consejos solidarios, también varias páginas web institucionales, como la del Ayuntamiento de Madrid (www.munimadrid.org), que ofrece una guía del consumidor navideño recomendando prudencia en el derroche y respeto por el medio ambiente. De todas formas, si la ecología no constituye todavía un factor determinante en nuestras elecciones navideñas, el sello Made in Europe es una etiqueta que tranquiliza a la mayoría de los padres que buscan juguetes. Aún más que la sostenibilidad. Sin embargo, el medio ambiente se hace notar incluso en nuestras felicitaciones. Entre tarjetas, postales y paquetes, Correos suele repartir en un mes alrededor de 500 millones de objetos postales, con consiguiente derroche de papel, energía o combustible. Los correos electrónicos o los mensajes de felicitación por móvil no han sustituido de momento a los clásicos envíos prenavideños. ¿Por qué? "Porque el concepto de ir, ver y tocar está muy arraigado en la población. Tanto en las buenas costumbres como en las malas", explican algunos especialistas en psicología del consumo.
Javier Garcés, presidente de la Asociación de Estudios Psicológicos y Sociales, utiliza un ejemplo: "El primer sitio en el que solemos enterarnos de que ya es Navidad son las grandes superficies y los centros comerciales. Ahí, los adornos empiezan a lucir más den un mes antes de las fiestas, mientras que hasta hace unos años la mayoría de la gente solía asociar las fiestas con la lotería", explica. La dilatación del tiempo dedicado a las compras puede tener, en opinión de Garcés, consecuencias preocupantes. No se trata de criminalizar el consumo, aunque "la combinación de comprador impulsivo, las fiestas de Navidad y Reyes, y la difusión de las tarjetas de crédito se puede convertir en un cóctel peligroso", apunta.
Además, mientras que en otros países europeos como Reino Unido, Portugal o Irlanda, el 50% de los consumidores suele ahorrar con vistas a las compras de Navidad, en España ocurre todo lo contrario. Los españoles son menos previsores, por lo que algunas entidades bancarias aprovechan la campaña de Navidad para lanzar promociones y préstamos ad hoc. La Caja de Ahorros de Bilbao y Vizcaya (BBK), por ejemplo, ha diseñado el Crédito Navidad, un plan que permite disponer de hasta 2.000 euros y que se puede rembolsar en un plazo de tres meses sin interés añadido.
Así, para Garcés, desaparecería la cuesta de enero. "Al menos, debería cambiar de nombre", dice. "Debería llamarse cuesta de febrero, marzo, abril... Cuando antes en cada familia se solía hacer un cálculo preciso de lo que se podía gastar, ahora es mucho más fácil caer en el derroche incontrolado", destaca.
Además, hay toda una serie de rituales que ya forman parte de la tradición y que contribuyen a que se consuma más. Hasta un sencillo brindis se puede convertir en una inversión valiosa. Según un estudio del panel de consumidores TNS Worldpanel, por ejemplo, los hogares españoles gastan en diciembre más de ocho millones de euros en cava, lo que supone el 40% del sector de negocio que ocupa anualmente este tipo de vino. Porque, en realidad, luego tendremos todo el año para subir la cuesta y, pase lo que pase, volver a consumir las próximas navidades.
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