Petro y Trump, una relación destinada a la discordia y el incendio
Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, sostiene que el presidente le dijo en privado que era amigo del Tren de Aragua. Petro lo niega


La escena, por plácida, era llamativa. La canciller Laura Sarabia posaba la semana anterior para un retrato con Kristi Noem, la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Acababan de mantener una reunión en la que se habían entendido a la perfección, según dijeron ambas. Noem también se encontró en privado con Gustavo Petro, el presidente. Noem, un halcón de la administración de Donald Trump, conocida por sus declaraciones racistas y por difundir bulos contra los inmigrantes y las minorías, recibió un trato de honor y se subió un avión de vuelta a Washington sin mayor percance.
La discordia ha llegado diez días después. Según la funcionaria de la Casa Blanca, el presidente le dijo que tenía amigos entre El Tren de Aragua, la organización criminal de origen venezolano que se ha expandido por Latinoamérica y tiene presencia en algunas ciudades de Estados Unidos. Noem asegura, en una entrevista que dio a la ultraconservadora Newsmax TV, que le reveló también que sus miembros solo necesitan “comprensión y amor”. La secretaria de Seguridad Nacional no destaca por su rigurosidad. En una ocasión dijo que se había visto con Kim Jong-un, el dictador norcoreano, cosa que fue desmentida poco después. En la administración Trump no se penalizan esas insensateces, más bien al revés. Se ha convertido en alguien importante dentro de un Gobierno que ha hecho de la inexactitud una política de Estado.
La primera en desmentir esas afirmaciones fue la propia Sarabia, quien dijo que “el presidente Gustavo Petro ha reiterado, en público y en privado, su compromiso firme e inapelable con la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado”. Petro añadió que en ningún caso es amigo de nadie del Tren de Aragua, como resulta obvio. No sabe si se trata de un error del traductor o de la mala fe de Noem. Este desencuentro se suma a la polémica pública que libraron Trump y Petro a cuenta de la deportación de colombianos, lo que estuvo a punto de acabar en una guerra comercial entre países.
El encaje entre la Casa de Nariño, la residencia presidencial colombiana, y la Casa Blanca, resulta imposible. Son dos formas radicalmente distintas de entender el mundo. Y no es que a Petro se le tenga mucho cariño en Washington. Después de aquella pelea con Trump, Marco Rubio, secretario de Estado, trató de insultarle llamándole socialista, algo que no le incomoda para nada. Rubio se ha hecho conocido por su mano dura retórica contra la Venezuela de Nicolás Maduro o la Cuba castrista, pero en la práctica ha tenido que ceder a que un enviado del presidente de Estados Unidos negocie con Maduro y acuerde la devolución de deportados. Rubio entusiasmó a la oposición venezolana dándoles la ilusión de que con él al mando sacaría al chavismo del poder, pero la sensación es que, tras la llegada de los republicanos al Despacho Oval, los herederos de Hugo Chávez se encuentran más cómodos que con Joe Biden.
Parece claro que Noem ha malinterpretado algunas cosas que dijo Petro en la reunión, pero el presidente también ha dado pie a esa confusión con algunos relatos inexactos. En unas declaraciones de estos días, dijo que los integrantes de esa banda, antes de las sanciones de Estados Unidos y la quiebra del petróleo como negocio, viajaban a Miami, compraban regalos a sus novias y veían la televisión. La realidad es que el grupo nació en una cárcel, la de Tocorón, y lo integran jóvenes excluidos y pobres que nunca pertenecieron a la clase alta venezolana. Además, Petro chocó con la política de seguridad y de mano dura de Trump cuando aseguró que estos muchachos necesitaban amor y comprensión, una teoría que el presidente ha defendido en ocasiones para tratar de impulsar un nuevo enfoque a la hora de abordar la seguridad ciudadana. Le deslizó también a la republicana que sería mejor legalizar las drogas, algo que ha defendido incluso en discursos ante la ONU o ante Biden en su despacho de la Casa Blanca. Ella debió de escandalizarse.
Noem respondió con agresividad: “Le dije claramente: ‘Pero escucha, nunca legalizaremos las drogas en nuestro país. Si los miembros del cártel son tus amigos, los mataremos’”. “Si realmente pensara que los miembros del Tren de Aragua necesitan más amor y comprensión, le enviaría todo lo que pudiera para que pudiera amarlos más y ver qué podía hacer para rehabilitar a estas malvadas criaturas”, asegura que añadió. Queda claro que su intención ha sido ridiculizar a Petro y venderse ella misma como un sheriff del mundo dispuesta a desenfundar a la mínima oportunidad.
En la Casa de Nariño, según fuentes consultadas, se han quedado con la sensación de que no pueden fiarse de los funcionarios de Trump, por lo que en las próximas reuniones serán más precavidos. Hagan lo hagan, consideran, se trata de una amistad imposible. Dan por seguro que este será uno de más de otros capítulos polémicos que están por llegar. El entendimiento es imposible.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
