El programa que garantiza a los migrantes de Denver acabar en el ‘muro del éxito’
La iniciativa Workready ofrece capacitación profesional y enseñanza del inglés y la cultura para que los recién llegados a esta ciudad estadounidense puedan tener un trabajo digno


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En el Muro del Éxito de El Centro de Trabajadores de Denver, Colorado, hay colgadas 154 fotografías de personas que han logrado parte de su objetivo cuando se arriesgaron a abandonar sus países y hacer de Estados Unidos su hogar. Su “éxito” es haber encontrado un empleo digno que les permita mantener a sus familias. Lo han conseguido por medio de un programa llamado Workready, que forma a los recién llegados para que puedan acceder al mercado laboral con un salario justo y los pone en contacto con las empresas que tienen vacantes. Está gestionado por El Centro y financiado por la alcaldía de Denver.
El suyo es un ejemplo de resistencia a la oleada de xenofobia y racismo impulsada desde la Administración de Donald Trump. Denver se encontró con un reto a superar cuando en 2023 y 2024 llegaron autobuses de migrantes enviados por el gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, que quería deshacerse de la masiva llegada de extranjeros que cruzaban la frontera. La ciudad del Estado de Colorado, cuya población es de 715.000 habitantes, recibió en poco tiempo unos 44.000 migrantes.
Yangcer Alejandro Soteldo fue uno de ellos. Venezolano de 25 años, llegó a Estados Unidos en abril de 2024. “Salí huyendo porque corría mucho peligro”, explica. El camino no fue fácil. Atravesó siete países caminando y sobrevivió a la peligrosa selva del Darién. Al llegar a EE UU, se entregó a los agentes en la frontera y le metieron en un autobús con destino a Denver. Aquí, le instalaron en un hotel y más tarde le facilitaron otra residencia. Hace 10 meses que trabaja como operador en una fábrica de la empresa Ready Foods dedicada a la preparación de frijoles y salsas. Soteldo, que era militar de profesión en Venezuela, se formó en construcción con el programa Workready durante seis meses y, a través de él, consiguió el empleo del que se muestra ahora tan agradecido. “Las clases de inglés me ayudaron para poder comunicarme y también me enseñaron las herramientas y máquinas que en mi país no había visto nunca”, afirma.

El programa consta de tres fases: en la primera, enseñan habilidades básicas, como computación, inglés y derechos laborales; en la segunda, se les entrena en una profesión, y en la tercera, una vez que se les ha facilitado el trabajo en una empresa, se les da seguimiento. “También les facilitamos una integración cultural, de cosas simples, como sacar la licencia de conducir, abrir una cuenta bancaria o mantener la distancia personal... Por ejemplo, si es normal que en su país digan ‘mami’, aquí eso te puede meter en problemas”, explica Mayra Juárez-Denis, directora ejecutiva de El Centro.
Esta organización también imparte a los migrantes cursos de educación financiera, declaración de impuestos y derechos laborales para evitar, por ejemplo, que les “roben” el salario, es decir, que no les paguen por el servicio realizado. Juárez-Denis recuerda el caso de un migrante cuyo patrón no le pagó y, por reclamarlo, le denunció ante el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por las siglas en inglés) y acabó deportado.
Workready es una continuación de otro programa que El Centro tenía en marcha y que la alcaldía de Denver, dirigida por el demócrata Mike Johnston, vio como una solución para integrar a los migrantes que llegaban sin documentos. Mientras se procesa su solicitud de asilo y un permiso de trabajo, se capacitan para estar preparados cuando consiguen los papeles.

“Tuvimos que buscar la manera de que estas personas pudieran mantenerse económicamente”, apunta Joshua Posner, director de iniciativas estratégicas de la alcaldía de Denver. La carga económica y logística que supuso la llegada de miles de migrantes fue un desafío para la ciudad. Workready formó parte de un programa amplio, el DASP (Programa de Solicitantes de Asilo de Denver), que comenzó en la primavera de 2024. En un principio, los migrantes fueron alojados en hoteles, pero fue una solución temporal y demasiado costosa. Cambiaron los hoteles por otras residencias más económicas y comenzaron a gestionar los permisos de trabajo. Fue entonces cuando adoptaron Workready, que financiaron con 2,25 millones de dólares.
El programa comenzó en junio de 2024 y debía durar hasta junio de 2025, pero fue ampliado hasta diciembre. Unas 315 personas se beneficiaron de él, en su mayoría venezolanos de entre 18 y 40 años. De ellos, un 85% ha encontrado un empleo.
Ingenieros como obreros
Muchos llegan con titulaciones de sus países que no son válidas en Estados Unidos. Hay ingenieros y abogados que toman el curso de construcción porque no pueden ejercer sus profesiones. El Centro ofrece trabajadores capacitados a las empresas que los necesitan y, a cambio, exige que se respeten sus derechos laborales. “Nos sentamos con las compañías para ver qué están ofreciendo, les exigimos que paguen el mínimo de 20 dólares la hora y que sea a tiempo completo para que puedan sostener a sus familias”, sostiene Juárez-Denis.

En Readyfoods ya han contratado a tres trabajadores recomendados por El Centro. “A nosotros nos ayuda que vengan ya formados. Llegan sabiendo que tenemos que usar guantes, lavarnos las manos, usar cubre cabello… Los empleados que contratamos por el programa se han integrado bien”, sostiene Rosío Herrera, gerente de la fábrica.
Tres son la áreas de formación de Workready: construcción, hostelería y cuidados, los sectores en los que hay una mayor demanda de trabajadores que no se puede cubrir con los ciudadanos estadounidenses. Esa necesidad de personal fue la que permitió a Analis del Valle conseguir su empleo. Desde hace un mes acude a diario a Children Learning Adventure, una escuela de educación infantil de inmersión en español. La mayoría de los alumnos son anglosajones y la escuela ofrece el 80% de las clases en español. “La demanda de empleo es muy baja. Las personas que vinieron solicitando el puesto no eran bilingües”, apunta Cecilia Villalobos, directora de la escuela. “En El Centro te dan referencias de las personas, me hablan incluso de qué han atravesado en sus vidas para poder estar aquí y en la medida de lo posible trato de ayudar”, añade.
Del Valle (35 años) es venezolana y llegó a Estados Unidos hace dos años, acompañada de su hijo, que ahora tiene 12, su hermano y su cuñada. “Por el hecho de tener la necesidad de trabajar, terminamos en trabajos que no eran remunerados con lo establecido legalmente”, añade. “He lavado platos, he limpiado, he hecho muchas cosas, pero siempre iba a mi curso, porque pensaba que era lo que me iba a empujar a otros entornos”, explica. En Venezuela, se licenció en educación integral y, con la formación de Workready, ha obtenido un título oficial de maestra que le sirve en todo el país.

A pesar de que se considera un éxito, el programa corre el riesgo de desaparecer por la falta de financiación. Las cuentas de la ciudad se vieron superadas para cubrir los gastos de la llegada de migrantes. “La Administración Biden nos permitió obtener fondos de reembolso de FEMA [la agencia de gestión de emergencias] o solicitarlos, pero la Administración Trump no está pagando lo que se nos prometió. Estamos inmersos en un litigio con el Gobierno federal para recuperar ese dinero”, señala Posner.
El recorte presupuestario ya se ha notado en el programa. Frente a los 315 beneficiados de la primera fase, las plazas se han reducido a 250 para la segunda. La alcaldía ya ha acordado la renovación de Workready para los seis primeros meses de 2026, pero el presupuesto para ello se ha reducido hasta 300.000 dólares. “El programa está amenazado debido a la falta de financiación”, lamenta Posner.
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