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En colaboración conBID

Los pueblos indígenas reivindican la financiación directa para cuidar la naturaleza en la COP16 de biodiversidad

Organizaciones amazónicas y el Banco Interamericano de Desarrollo anuncian en Cali los primeros proyectos del fondo Amazonía para la vida

COP16
(De izquierda a derecha) Fany Kuiru, coordinadora de la Coordinadora de la Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica COICA, Jorge Pérez, Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana y José Gregorio Mirabal, representante de la Organización Regional de los Pueblos Indígenas de Amazonas, durante el panel Fondo Amazonía para la vida organizado por el BID, en la COP16.CHELO CAMACHO
Santiago Torrado

Los pueblos indígenas son guardianes de la naturaleza, los mejores aliados para su protección, y los reclamos de las comunidades amazónicas para obtener acceso directo al financiamiento han resonado en la COP16 de Cali. Como ya viene ocurriendo en otros espacios internacionales, en la cumbre mundial sobre biodiversidad sus organizaciones han reclamado no solo que se escuche su voz, también que sus aportes sean tenidos en cuenta y que formen parte esencial de la toma de decisiones. En particular, que los recursos lleguen directamente a las comunidades que se encuentran en la primera línea de los esfuerzos para enfrentar el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. “Los indígenas cuidamos más bosques, más territorios y somos los que menos recibimos”, se lamenta sin rodeos José Esach, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniae).

La discusión del financiamiento es una de los más sensibles, tanto en las negociaciones de biodiversidad como en las de cambio climático. Los mecanismos tienden a ser engorrosos y burocráticos, apuntan representantes de algunas organizaciones que piden mayor flexibilidad. “Muy poco llega a los territorios”, se lamentaba en una de varias charlas al respecto Tabea Cacique, indígena del pueblo Asháninka de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep). “No nos miren como pueblos indígenas que no podemos manejar los fondos; enseñennos”, fue su llamado. La financiación internacional dedicada a indígenas se suele canalizar a través de organizaciones intermediarias, con un bajo índice transferencia de conocimiento para las comunidades beneficiarias.

La Amazonía sobresale en esta cumbre por su enorme importancia. Entre otras, el sistema fluvial del Amazonas contiene casi el 20% del agua dulce del planeta. Las organizaciones indígenas de la cuenca amazónica representan a más de 500 pueblos y vienen reclamando un acuerdo global para la protección y conservación permanente del 80% de la Amazonía al 2025, como una medida urgente para evitar el inminente punto de no retorno y una crisis planetaria, apunta el diagnóstico sobre un modelo de financiamiento directo que presentaron varias organizaciones indígenas de Ecuador, Colombia, Brasil y Perú, con el apoyo de WWF, en el marco de la COP16.

Los indígenas y sus sistemas de conocimiento han demostrado ser altamente efectivos en el cuidado y conservación de los ecosistemas amazónicos, reivindican las organizaciones, y contar con acceso directo a los recursos fortalecería sustancialmente sus iniciativas. Sin embargo, menos del 1% de la ayuda internacional para el clima se destina a la tenencia de la tierra y la gestión del bosque de los pueblos indígenas. Entre las barreras que identifican sus organizaciones están la falta de entendimiento sobre los derechos de los grupos indígenas y su contribución a la conservación de la biodiversidad y a enfrentar la crisis climática.

Entre las iniciativas presentes en Cali, se destaca Amazonía Siempre, un programa paraguas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que busca proteger la biodiversidad y acelerar el desarrollo sostenible, y para lograrlo se propone ampliar el financiamiento, impulsar el intercambio de conocimiento y facilitar la coordinación regional entre los ocho países amazónicos. La organización indígena Aidesep, de Perú, es la primera en tener un proyecto aprobado por el BID como parte del fondo Amazonía para la vida, con el que va a mejorar las capacidades en gestión de bioemprendimientos y la calidad de la producción de 25 empresas indígenas en nueve regiones amazónicas. Otros dos proyectos se preparan con la organización Orpia, que representa a comunidades en Venezuela, y con la Confeniae en Ecuador.

El fondo Amazonía para la vida surge de una alianza con la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica) y canaliza recursos para organizaciones indígenas. Con 10 millones de dólares, es el primero de su tipo creado para atender directamente a proyectos de organizaciones indígenas, ofreciendo apoyo financiero y técnico.

Es una oportunidad única, pionera, valora Fanny Kuiru, de la Coica. “Nosotros como pueblos indígenas tenemos mucha esperanza de que este sea el mecanismo financiero directo para los pueblos y comunidades indígenas, y esa ha sido nuestra lucha, que el financiamiento llegue donde está el trabajo real de conservación”, dijo durante el anuncio en la llamada zona azul de la cumbre de Cali. La cooperación debe ser flexible, subrayó. “Estamos trabajando en el mecanismo de gobernanza de este fondo. No es solo entregar el dinero”, agregó en referencia a la importancia de la trazabilidad y el seguimiento. “Las expectativas están bastante altas, porque los pueblos indígenas estamos fuertamente impactados por el cambio climático”, coincidió Jorge Pérez, presidente de Aidesep. “Ahora tenemos que cumplir nosotros, implementar, rendir cuentas”, añadió José Gregorio Díaz Mirabal, de Orpia.

“Tenemos mucho que aprender con los pueblos indígenas”, ha destacado el presidente del BID, Ilan Goldfajn. “Sus territorios son de los más preservados en Amazonia. Es importante crear condiciones para que sean autónomos y puedan llevar adelante sus proyectos y retener el conocimiento generado a partir de estas experiencias para sus generaciones futuras”.

Tatiana Schor, jefe de la Unidad de Amazonía del BID, detalla que el fondo es altamente innovador por varias razones. Relata como la Coica y sus organizaciones empezaron con el banco una conversación directa en la que se preparon para crearlo de manera conjunta. “Ese proceso fue importante para la Coica, que se tuvo que organizar y estructurar, y para nosotros en el BID también, aprendimos mucho”. La manera de gobernanza, de trabajar las inversiones en economías indígenas, está hecha a la medida. “El fondo está cambiando la manera en que todo el ecosistema financiero está empezando a ver a las organizaciones indígenas”, apunta Schor. La idea es que sea un fondo que se quede en la Coica, que es la organización regional más grande del mundo, que aglutina diferentes organizaciones nacionales, para que otros donantes se puedan sumar y empezar el trabajo de financiación directa.

“Este es uno de los caminos que tenemos que seguir los pueblos y nacionalidades de América Latina. Los donantes, los multilaterales, los Gobiernos, deberían trabajar en esa línea”, valoró Esach, el presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana, al celebrar el anuncio. “Nosotros cuidamos la selva; somos parte de la selva”.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.
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