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Amazonia
Columna
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Devastando más... la Amazonia

No es novedad que el gran ‘pulmón del planeta’ viene siendo depredado sistemáticamente desde hace décadas. En proceso constante de destrucción de la foresta amazónica y, en ocasiones, de aniquilación de sus poblaciones nativas

Una zona de tala instalada al lado de la carretera Transamazónica, en Humaitá,  Brasil, en septiembre de 2022.
Una zona de tala instalada al lado de la carretera Transamazónica, en Humaitá, Brasil, en septiembre de 2022.Edmar Barros (AP)
Diego García-Sayan

Se sabe que son graves los “efectos devastadores sobre los derechos humanos y la biodiversidad” que está produciendo la minería ilegal del oro en la Amazonía, como se señala en un reciente informe internacional. Tema muy serio, pero que no genera, aún, adecuada atención -ni reacción- del mundo. Y, en realidad, tampoco la suficiente de los países amazónicos directamente concernidos.

Por eso es muy valioso el informe publicado esta semana por SOS Orinoco: ‘Minería Ilegal de Oro: impactos sobre los derechos humanos y la biodiversidad en la Amazonía’. Elaborado por varias organizaciones de los seis países amazónicos (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela), el informe publicado se centra en los tremendos impactos de la minería ilegal de oro en la Amazonía.

El “pulmón del planeta”

Es sabido que la selva tropical amazónica es crucial para todo el planeta en la producción de oxígeno y la absorción de dióxido de carbono. Es mucho más, pues, que esa mancha verde y grande que se ve todos los mapas de Sudamérica.

No es un asunto “menor” que con sus 7.8 millones de kilómetros cuadrados, la Amazonía sea una de las zonas más grandes del planeta. Con sus escasos 30 millones de habitantes, sin incluir a Rusia, duplica en extensión a toda Europa (4.3 millones de kilómetros cuadrados).

Miembros de la tribu Juma navegan por el río Assua en su territorio cerca de Canutama, Estado de Amazonas, en Brasil.
Miembros de la tribu Juma navegan por el río Assua en su territorio cerca de Canutama, Estado de Amazonas, en Brasil. Andre Penner (AP)

La inmensa y variada foresta amazónica es crucial en la gigantesca fotosíntesis global. Que no es “poca cosa”: se calcula que la Amazonia produce alrededor del 20% del oxígeno mundial. La captura de carbono a través de la fotosíntesis -en proceso que convierte el dióxido de carbono en oxígeno- ayuda a mitigar el cambio climático. Los bosques de la Amazonía almacenan carbono por lo que su destrucción contribuye a la liberación de este gas a la atmósfera.

La Amazonia concurre, además, con diversos aportes ecosistémicos. Como la regulación del clima local y global, el mantenimiento de los ciclos del agua y el sustento de millones de personas. Además de la producción de oxígeno, la amazonia sirve como un crucial sumidero (desagüe), absorbiendo dióxido de carbono de la atmósfera y almacenándolo en la biomasa vegetal y el suelo. Esto mitiga el cambio climático al reducirse la concentración de gases de “efecto invernadero”.

Es precisa, pues, la calificación de este gran bosque tropical como el “pulmón” del planeta. Por lo que, como es evidente, los daños a la misma y su creciente deforestación impactan en todo el mundo. Y no sólo en los países amazónicos.

Depredando el “pulmón”

No es novedad que la Amazonía viene siendo depredada sistemáticamente desde hace décadas. En proceso constante de destrucción de la foresta amazónica y, en ocasiones, de aniquilación de sus poblaciones nativas.

En ese impacto destructivo -que es “obra humana”- hay, por cierto, grandes responsabilidades. Dentro de ellas destacan las de los ocho países sudamericanos con espacio amazónico, más Guyana y Surinam. El 50% del territorio amazónico se encuentra en cuatro países: Brasil (3,6 millones de kilómetros cuadrados), le sigue Perú (782.000 kilómetros cuadrados), Colombia (484.000 kilómetros cuadrados ) y Bolivia (300.000 kilómetros cuadrados). Después, y con áreas menores: Ecuador, Venezuela, Guyana y Surinam.

Se han dado miles de discursos adoptado una sucesión de declaraciones solemnes y puesto valiosas ideas a circular. Incluso se cuenta con un tratado de cooperación amazónica (1978), del que son parte todos los países amazónicos de esta inmensa área compartida. Y con la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), organización intergubernamental, que cuenta hasta con una secretaría permanente, instalada en Brasilia desde hace 20 años.

Siendo así las cosas, preocupa, sin embargo, la débil coordinación efectiva sobre el tema entre los seis países amazónicos concernidos y el poco impacto de la OTCA.

Las instalaciones de una empresa maderera en Colniza, en el Estado de Mato Grosso, Brasil.
Las instalaciones de una empresa maderera en Colniza, en el Estado de Mato Grosso, Brasil.Victor Moriyama

Amenaza de estos tiempos: la minería del oro

El fundamental reto a que se refiere el informe publicado por SOS Orinoco es la acelerada expansión de la minería ilegal del oro producida en los últimos años. Con dimensiones y ritmos diferentes, una plaga destructiva que va extendiendo la “fiebre del oro” por toda la Amazonía, como el cáncer.

El documento de la organización expone el contexto y las condiciones que facilitan la expansión incesante de la minería ilegal. Y, además, propone soluciones recomendaciones ante actividades que afectan a defensores ambientales, a los pueblos y gobiernos indígenas y a la biodiversidad de sus territorios.

El informe resalta varios asuntos particularmente urgentes. Dentro de ellos destacan cuatro:

1.- Los desafíos para combatir la minería ilegal “a menudo alimentada por redes criminales organizadas que ejercen control en ciertos territorios donde existe ausencia del Estado”.

A lo que, creo, cabría añadir a las redes organizadas y protegidas desde el interior del Estado. Que no es asunto de poca monta.

Por ejemplo, hasta las piedras saben que en el Perú el poder político actual está imbricado con esa minería ilegal. El Congreso peruano, por ejemplo, dictó en marzo de este año una modificación a la ley contra el crimen organizado con la que liberalizó la compra/venta de explosivos, antes muy restringida y regulada.

Se dio así un paso inconcebible: facilitar el comercio extensivo -e intensivo- de explosivos. Eso, para beneficiar a la minería ilegal, sin importar las consecuencias de ello en vidas humanas.

Desde la “liberalización” de la tenencia y comercio de explosivos se han facilitado, pues, las cosas a la minería ilegal. Y, como consecuencia, se ha fomentado, también, diversos atentados contra minas formales. Pasando por el importante debilitamiento de herramientas claves contra el crimen: la colaboración eficaz y todos los pasos para ir desmontando a la justicia independiente.

Una mina ilegal de oro en la reserva indígena de Kayapó, ubicada en el estado brasileño de Pará.
Una mina ilegal de oro en la reserva indígena de Kayapó, ubicada en el estado brasileño de Pará.Victor Moriyama

Explosivos al servicio del crimen

Premunidos de explosivos así obtenidos, gracias al Pacto Corrupto que gobierna, se han producido varios ataques a empresas mineras formales. Especialmente tumbando torres de alta tensión que transportan la energía eléctrica, paralizándose, así, la producción. La empresa minera Poderosa, ubicada en la región La Libertad, por ejemplo, ha sido atacada varias veces este año: cerca de 15 torres derribadas y 17 trabajadores fallecidos.

Es conocido que el actual presidente del Congreso peruano antes habría desempeñado responsabilidades relevantes en la minería ilegal del oro, sosteniendo que esta puede ser una fuente importante de ingresos para las comunidades locales, a pesar de los problemas ambientales y sociales que genera.

Acción coordinada: pendiente

2.- Una urgencia: un mayor -y mejor- control en la aplicación de las regulaciones ambientales, del comercio de mercurio y una acción coordinada entre los países amazónicos para lograrlo. Debiendo apuntar, creo yo, a una agenda sustanciosa y ambiciosa para la acción. Que tendría que diseñarse e impulsarse, con todo vigor, desde la OTCA (Organización del Tratado de Cooperación Amazónica), hoy prácticamente silente. O en acciones en cada país.

Si bien el Convenio de Minamata que regula el uso de mercurio ha sido ratificado por la mayoría de los países analizados, su aplicación es débil. Entre otras políticas, el documento de recomienda fortalecer la cooperación entre los países amazónicos para coordinar esfuerzos de monitoreo y sanciones a nivel regional, establecer sistemas para rastrear y reducir progresivamente el uso de mercurio.

3.- Entre otras políticas, el documento recomienda, correctamente, fortalecer la cooperación entre los países amazónicos. Esencial para coordinar esfuerzos de monitoreo y sanciones a nivel regional, establecer sistemas para rastrear y reducir progresivamente el uso de mercurio, así́ como impulsar la participación indígena efectiva en la toma de decisiones sobre políticas ambientales.

4.- La importancia del fortalecimiento de la autonomía y ejercicio de gobierno por los pueblos indígenas para detener la degradación de los ecosistemas. Asunto crucial.

Kleber Andi y Laura Enqueri, de la nación Waorani, desarrollaron una aplicación donde registran las posibles amenazas a su territorio, en la Amazonia ecuatoriana.
Kleber Andi y Laura Enqueri, de la nación Waorani, desarrollaron una aplicación donde registran las posibles amenazas a su territorio, en la Amazonia ecuatoriana. Patricio Terán

Oro del Perú: principal exportador latinoamericano

Todo lo dicho es más grave en el Perú, el mayor productor -y exportador- latinoamericano de oro (y octavo en el mundo). El oro representaba hace poco cerca del 20% de las exportaciones peruanas. Destacan, en esta dinámica, cuatro “amenazas” particularmente importantes.

Primero. La brecha existente entre la producción de oro formalmente registrada en el Perú y la realmente exportada. Se exporta mucho más de lo que oficialmente se produce. La explicación: el grueso de la explotación proviene de la minería ilegal.

Segundo. Si bien es un fenómeno regional, en el Perú viene siendo más aguda y amplia la demolición del medio ambiente. Particularmente por la minería ilegal del oro. En particular el bosque amazónico. Con más de 200.000 mineros “informales”, varios de ellos provistos de mercurio y cianuro, extrayendo y “lavando” el oro de ríos, riachuelos y quebradas.

Tercero. Estructuras criminales, sustentadas en su articulación con personas usualmente muy pobres que migran hacia estas zonas por la “fiebre del oro”. Y que suele ser el eslabón más débil de poderosas organizaciones delincuenciales proveedoras de capital e insumos (mercurio). Y que se llevan la parte del león, exportando ilegalmente el preciado metal dorado.

Cuarto. Su aterradora articulación con el poder político, como viene ocurriendo bajo la “sombra” del Pacto Corrupto que hoy se ha apropiado de las riendas del Perú.


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