Eliécer Morales: el campesino que hizo contar a los suyos
Oriundo de las montañas del Cauca, con sus acciones jurídicas materializó la lucha de miles de campesinos colombianos que buscaban ser categorizados y contados por el censo nacional del DANE
Como una gota que cae y horada la roca, no por su fuerza, sino por constancia, así define Eliécer Morales (Inzá, 53 años) el trabajo que ha hecho junto a diversas organizaciones campesinas de su territorio por la visibilización de tantos que, como él, se reconocen orgullosamente campesinos.
Nació en la región de Tierradentro, sobre las montañas orientales del Cauca y estudió derecho en la Universidad de los Andes gracias a una beca. Con ese conocimiento y por medio de derechos de petición y tutelas, ha sido uno de los responsables de que, el próximo Censo Nacional del DANE –planeado para dentro de seis años– incluya preguntas para categorizar y contar a ese un poblacional que, sin números claros, podría ser una cuarta parte de los 52 millones de colombianos. Un sector humano vital para el desarrollo del país que, incluso, en la Constitución de 1991 siguió invisibilizado.
“Para que el campesino cuente, primero tiene que ser contado” fue la frase de esa batalla en la que están embarcados desde 2002, desde la Asociación Campesina Inzá Tierradentro (ACIT), en la que Morales coordina el comité político: “Los diagnósticos los hace el DANE. Si no nos cuentan, no existimos; no hay información, no hay redistribución de recursos, no podemos acceder a derechos para tener una vida digna, para el derecho a la tierra, a los saberes. Es con información como se construyen las políticas públicas; así hace Planeación Nacional”, dice Morales, quien acota que exigir que se contara y caracterizara al campesinado fue “un esfuerzo colectivo” en el que participaron miles de campesinos (“por medio de la movilización social”) y ACIT, con sus acciones jurídicas.
Paralelamente, trabajó para que en junio del año pasado se aprobara la modificación del artículo 64 de la Constitución Nacional, que ahora incluye la palabra “campesino” y lo reconoce como sujeto de derecho que deben ser protegidos, con respeto, igualdad y sin discriminación. Él, específicamente, también logró la incorporación de un trazador presupuestal para medir la realidad de la política pública frente al campesinado.
La clara distinción entre caridad y solidaridad
Morales es el quinto de siete hijos de los campesinos Luis Morales –ya fallecido– y Matilde Polanco (87 años). Su padre llegó al Cauca del Líbano, Tolima, huyendo de la violencia. La familia de su madre, oriunda de Inzá, era descendiente de terrazguerris de las haciendas de Popayán. “Nacimos y crecimos en la vereda Guanacas, aprendiendo la arriería, sembrando la tierra, el pancoger, el café, sacábamos madera. Aunque se necesitaba mano de obra, nuestros padres siempre priorizaron la educación. Estudiamos en el colegio de las Hermanas Lauritas, de modalidad social. Nos enseñaban los procesos organizativos de la comunidad, como las juntas de acción comunal y los cabildos indígenas. Los lunes íbamos a arreglar los caminos, a limpiar carreteras, a trabajar en el acueducto. Aprendíamos a formular proyectos”.
Allí se formaron las bases de lo que se convertiría en esa vida de trabajo social, con una clara distinción entre caridad y solidaridad: “La caridad es una posición dominante, del que da solo lo que no necesita. Solidaridad es dar de lo que tienes, lo que no te sobra, pero decides compartir”.
Forma parte de una generación de muchachos que salió en los noventa hacia Bogotá gracias a becas para estudiar en universidades como Los Andes, la Javeriana y la Nacional. En su caso, el apoyo incluía manutención. Con lo que recibía hubiera podido sostenerse solo, pero se le ocurrió que entre varios alquilaran una casa en el barrio de Teusaquillo, donde vivieron unos 40 muchachos de la región, campesinos o indígenas, que se agruparon como Asociación de Estudiantes Pro Tierradentro. Compartían gastos y apoyaban a los que recibían menos, se distribuían tareas de aseo y cocina. Morales fue el presidente del grupo.
“Esa es la importancia de llevar valores comunitarios colectivos. Además, comencé a tocar puertas en diferentes universidades para que recibieran a otros compañeros, pues ese no debía ser un privilegio únicamente para mí”, afirma. El primero al que le consiguió beca fue a Miguel Arias, que también estudió Derecho en Los Andes, ha sido su coequipero en la redacción de tutelas y tiene en Inzá cultivos de café y pitaya.
Otra a la que llevaron a Bogotá para formarse fue a Geidy Ortega, actual viceministra de Agricultura. De ese grupo, tres han sido alcaldes del pueblo, entre ellos Morales. “Me han dicho que me vuelva a presentar. Fue bonito, pues se aprende, se puede servir y hay un presupuesto para ayudar a la gente; pero ya lo desarrollé y nunca me ha interesado, como ocurre en tantas partes del país, verlo como la oportunidad de llenar los bolsillos con corrupción”.
Su insistencia y la de sus compañeros, como la de esa gota constante sobre la roca, aunque ha dado resultados, continúa. No se contentan con esperar a ser contados en el próximo censo poblacional: “Es urgente el desarrollo de políticas públicas para saldar esa deuda histórica estatal, ofreciendo posibilidades, acceso fácil a créditos y programas, como los que favorecen a otros sectores vulnerables como afros e indígenas, para que las nuevas generaciones no abandonen el campo”.
Insiste en que los campesinos necesitan ser tenidos en cuenta, no solo como productores, sino como portadores de saberes, como dueños de una cultura ancestral y con conocimiento de la tierra, la biodiversidad, la ecoagricultura.
Y entre los muchos logros: “Creo que sí hemos sembrado esa conciencia crítica en las nuevas generaciones, para que se autorreconozcan y no haya asomo de vergüenza de ser lo que somos: campesinos. También para saber que si se quieren derechos, no van a llegar solos, sino que se luchan con conocimiento, ejemplo, disciplina y responsabilidad”.
*Apoyan Ecopetrol, Movistar, Fundación Corona, Indra, Bavaria y Colsubsidio.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.