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Bogotá reclama explicaciones tras la cancelación del concierto de Kendrick Lamar

La ciudadanía teme que haya un riesgo de seguridad en el recinto Vive Claro, mientras las autoridades insisten en que solo hubo un problema de papeleo y que todo estará en orden para las presentaciones de Guns N’ Roses, Shakira y Linkin Park

Camila Osorio

Bogotá intenta este lunes reparar los corazones rotos de miles de fans del rap. Uno de los músicos más icónicos del género, el estadounidense Kendrick Lamar, se iba a presentar a las nueve de la noche del sábado pasado. Sobre la hora, la gran mayoría de los asistentes no había podido entrar al Centro Cultural Vive Claro, donde se haría la presentación. De repente, decenas de los trabajadores de logística se fueron del lugar. En su reemplazo, llegaron refuerzos al dispositivo policial de rigor. “Oficial, ¿sabe si se canceló el concierto?“, preguntó una asistente a un agente. ”Por eso nos llamaron". La ira estaba en el aire, algunos temían un motín de fans decepcionados. Los organizadores cerraron las puertas, sacaron del recinto a los pocos que habían entrado, y publicaron en redes un comunicado anunciando la cancelación. ¿Fue culpa del recinto, manejado por la empresa OCESA? ¿Fue culpa del alcalde, Carlos Fernando Galán? ¿Fue culpa de los organizadores, Páramo Presenta? ¿Qué va a pasar con los conciertos programados allí? Guns N’ Roses tiene agendado un concierto la próxima semana, y en las siguientes están Shakira y Linkin Park. Miles de personas piden explicaciones antes de volver a comprar una boleta y hacer una larga fila.

OCESA dirigió el domingo su dedo hacia la Alcaldía. “No pudo llevarse a cabo por asunto estrictamente documental que impidió al IDIGER culminar su proceso de aprobación dentro de los plazos establecidos”, dijo en un comunicado público. La mayoría de los colombianos no tiene idea qué es el IDIGER. Se trata del Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático, encargado de evaluar los riesgos en los eventos masivos. Los tiempos para hacerlo son muy cortos, continuó OCESA, que argumentó que el problema es de la burocracia y los trámites, no de un recinto en “óptimas condiciones”. “Vive Claro cumple con todas las especificaciones de seguridad, protocolos y estándares internacionales”, añadió la empresa.

Vive Claro fue inaugurado en agosto, con un concierto de la banda Green Day. Es el recinto construido para espectáculos más amplio de la capital colombiana. El Movistar Arena tiene capacidad para 14.000 personas, el Estadio El Campin, para 39,000, y Vive Claro puede recibir a 40.000 asistentes. Como Kendrick Lamar había armado su gira mundial con la idea de que fuera en estadios enormes, parecía el lugar ideal.

El IDIGER, sin embargo, no estaba tan seguro en la noche del sábado. No pudieron otorgar la autorización ese día, según explicaron públicamente, pues hubo una “falta de información y documentación técnica suficiente y oportuna”. Les faltaba recibir información obligatoria, argumentaron, que debe presentarse en todo concierto, y que permite hacer los análisis de riesgos. Hasta ahí, oficialmente, todo parecía un problema de papeleo, pero luego apareció el lado no oficial de la historia. Días antes del concierto, el concejal de izquierdas José Cuesta había compartido en sus redes un informe interno del IDIGER, fechado el 4 de agosto, que refiere una “alta susceptibilidad a encharcamientos” en Vive Claro y, más grave, “posible fallas estructurales” en las graderías modulares, que podrían poner en riesgo la vida de los asistentes. También habla de un riesgo de ahogamiento, en caso de lluvias, y de incendio, por el tipo de materiales en la cubierta y graderías.

La denuncia fue fuego. La noche del sábado, cuando ni OCESA ni Páramo explicaban qué pasaba, los managers de Lamar usaron su cuenta de redes sociales para anunciar la cancelación: publicaron una nota diciendo que el concierto ya no ocurriría, y citando las denuncias del concejal. “Este recinto presenta fallas técnicas estructurales en su construcción. Solicité al alcalde Carlos Fernando Galán que cerrar inmediatamente este lugar”, se leía. Como fue el primer mensaje que llegó a los miles de fans decepcionados, salieron pensando que el Vive Claro no era un lugar seguro.

Tras esa mala noche, el IDIGER ha respondido que las frases que cita Cuesta pertenecen a conceptos técnicos ya viejos, y que “no constituye información oficial actualizada”. El lunes, el director de la entidad distrital afirmó que el recinto está bien en términos de seguridad, y que el problema fueron los documentos presentados por OCESA para verificar los riesgos de este concierto en particular. Lo afirmó tras hablar con Luz Ángela Castro, directora de la compañía y quien aseguró que todo estará en orden para los siguientes conciertos. “Las personas que asistan a este escenario no están en riesgo de seguridad”, afirmó a su vez el personero de la capital, Andrés Castro, tras escuchar a las autoridades de la ciudad.

El alcalde Galán también salió ante las cámaras para dar tranquilidad. Ha explicado que se ha creado una costumbre por la que cada concierto ha conseguido sus permisos el mismo día del evento, y ha asegurado que cambiará el procedimiento. “Ahora los permisos deberán estar listos cinco días antes de su realización”, ha prometido. Cuesta, permanente crítico del político de centro, ha insistido en el informe extraoficial que ha difundido. Por ello, ha pedido que se hagan verificaciones de urgencia antes del concierto de Guns N’ Roses o se cierre el escenario. “La vida antes que los negocios”, ha insistido el viejo aliado del presidente de izquierdas, Gustavo Petro.

En esta ocasión el negocio salió muy mal. Páramo Presenta, la mayor promotora de conciertos de Colombia, tendrá que responder económicamente ante el artista y ante los miles de fans que esperan su reembolso. Es un golpe duro para la industria que viene multiplicando los conciertos en la capital desde el 2023, convirtiendo a Bogotá en uno de los epicentros de conciertos más importantes de la región latinoamericana. Al concierto de Lamar viajaron personas de Ecuador y Chile, además de ciudadanos de otras partes del país. En 2025 ya se han celebrado unos 1.120 conciertos en el país. El próximo martes, cuando sea el turno de Guns N’ Roses, quedará más claro si el problema fue solo de papeles.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.
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