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Sudán eleva el tono contra los mercenarios colombianos al acusarlos de crímenes de guerra

La denuncia presentada este mes ante el Consejo de Seguridad de la ONU pone de relieve el rol de Emiratos Árabes Unidos en el conflicto y la crisis humanitaria

Diego Stacey

La participación de los mercenarios colombianos se hace cada vez más palpable en la guerra de Sudán, un conflicto que ha generado una de las mayores crisis humanitarias del planeta. La representación permanente de Sudán ante la ONU ha denunciado este mes ante el Consejo de Seguridad que los colombianos, que apoyan a los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), son responsables de crímenes de guerra tales como ejecuciones sumarias, reclutamiento infantil y el uso de sustancias químicas prohibidas como el fósforo blanco. El cuerpo diplomático africano también apunta a “la intervención directa” de Emiratos Árabes Unidos (EAU) como reclutador de estos contratistas militares.

La presencia de combatientes colombianos en Sudán ha agitado la guerra en este país del norte de África. De acuerdo con el documento presentado el pasado día 5 por el representante Al Harith Idriss Al Harith Mohamed, “la embestida de estos mercenarios ha dado lugar a atroces violaciones del derecho internacional humanitario”, a quienes responsabiliza de varios crímenes, como los asesinatos extrajudiciales de civiles. “Entre el 22 de enero y el 11 de febrero de 2025, 73 civiles fueron asesinados”, varios de ellos en ataques por drones suicidas, enfrentamientos directos e incluso disparos de francotiradores.

A la lista de agravios se suma la acusación de primera mano de “el entrenamiento de menores y niños en el uso de armas y operaciones de combate” por parte de los mercenarios colombianos. Este método de guerra, que ha sufrido Colombia a lo largo de décadas de conflicto armado, se ha convertido en “sistemático” en Sudán, según han documentado varias organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional. A su vez, el documento presentado ante la ONU da cuenta de “evidencias” de una operación en la que los colombianos recibían órdenes del uso de municiones prohibidas, incluido el fósforo blanco. Emplear esta sustancia contra la población está prohibido por el derecho internacional, pues el contacto puede provocar graves quemaduras que llegan hasta los huesos, enfermedades respiratorias o ceguera.

Una red trascontinental

La denuncia también da más pistas del entramado trasnacional que opera para el traslado de los contratistas y que funciona en tres continentes. El primer contingente de colombianos consistía de 172 hombres y llegó en noviembre de 2024. Desde entonces, las autoridades han registrado la presencia de hasta 380 colombianos, la mayoría de ellos soldados retirados en su país, que conforman el batallón “Soldados del Desierto”.

El reclutamiento de los sudamericanos inicia en su país, a través de la empresa A4SI liderada por Álvaro Quijano, coronel retirado del ejército. Él es el enlace con la compañía Global Security Service Group (GSSG), con sede en Dubái, con la que los reclutas firman un contrato para trabajos de seguridad en el emirato. Pero varios contratistas han señalado que, una vez allí, son engañados y llevados a la fuerza hasta Sudán, de acuerdo con los testimonios recabados por varios medios de comunicación como La Silla Vacía y el diario británico The Telegraph. Según la diplomacia sudanesa, hay dos rutas de entrada: a través de Bosaso (Somalia), vía Etiopía o Eritrea; o desde el puerto mediterráneo de Bengasi (Libia), cruzando el desierto del Sáhara por Chad.

El mayor golpe a este operativo de traslado, según las autoridades de Jartum, ocurrió en agosto cuando el ejército regular, apoyado por el Gobierno sudanés —controlado por una junta militar— se adjudicó el derribo de un avión proveniente de Emiratos, que transportaba cerca de 40 colombianos y un cargamento de armas supuestamente destinadas a apoyar a las FAR. La aeronave fue impactada cuando intentaba aterrizar en el aeropuerto de Nyala, en la región de Darfur, controlada mayoritariamente por los paramilitares y el epicentro del conflicto. Las autoridades emiratíes negaron los hechos: “Esas acusaciones infundadas (...) son completamente falsas, no se basan en ninguna prueba y se inscriben en la campaña de desinformación”, dijeron entonces a la agencia AFP.

El involucramiento del país árabe en la guerra es uno de los mayores ejes en la denuncia de Sudán. Mientras que las autoridades de la monarquía de Oriente Próximo niegan cualquier relación con los paramilitares, el Gobierno africano asegura que EAU es “el cerebro de la maquinaria bélica” en su país. En marzo, Sudán denunció a Emiratos ante el Tribunal Internacional de Justicia por el supuesto “apoyo y complicidad en el genocidio” que ocurre en Darfur.

La petición a Colombia

El Gobierno transitorio de Sudán, liderado por el primer ministro Kamil Idris, también ha apelado a los colombianos para que no se unan a esta guerra, que en dos años y medio suma ya 20.000 muertes, según la ONU (otras investigaciones elevan la cifra hasta 60.000), y el desplazamiento forzoso de más de 10 millones de personas. Idris instó en un video hablando en español: “No permitan que jóvenes colombianos sean usados como mercenarios en Darfur. Detengan este crimen antes de que cueste más vidas”.

“Hago un llamado al pueblo colombiano y a todas las comunidades de habla hispana a que se mantengan firmes con nosotros para [...] detener el reclutamiento y envío de mercenarios a nuestra tierra”, exhortó en una grabación difundida a mediados de agosto. El presidente colombiano, Gustavo Petro, le respondió entonces en una publicación de X en la que afirmó: “Detener el mercenarismo en Colombia. Jóvenes exsoldados y exoficiales, no se vendan. Luchar por la patria, no morir en guerras ajenas”.

El Ejecutivo colombiano ha impulsado un proyecto de ley que busca prohibir la actividad mercenaria al tipificar delitos como el reclutamiento, la utilización, la financiación y el entrenamiento de mercenarios. Al mismo tiempo, contempla la creación de programas de reintegración para los veteranos y un aumento de su sustento económico, que es una de las mayores razones por las que cientos de soldados en retiro viajan al exterior a luchar en guerras extranjeras. Además de Sudán y EAU, la presencia de mercenarios colombianos se ha registrado en otra decena de países como México, Haití, Ucrania, Rusia, Yemen o Libia.

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Sobre la firma

Diego Stacey
Periodista de la sección Internacional. Anteriormente trabajó en 'El Tiempo', en Colombia. Es licenciado en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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