El Ejército sudanés se adjudica el derribo de un avión emiratí en el que viajaban decenas de mercenarios colombianos
El presidente Gustavo Petro pide a la embajadora en El Cairo que confirme la información sobre la muerte de cerca de cuarenta exmilitares

El Ejército sudanés ha reivindicado el derribo, este miércoles, de un avión proveniente de Emiratos Árabes Unidos que transportaba cerca de 40 mercenarios colombianos y un cargamento de armas que estarían destinadas a apoyar al grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR). La información fue divulgada por la televisión estatal sudanesa, que indicó que la aeronave fue impactada cuando intentaba aterrizar en el aeropuerto de Nyala, una ciudad estratégica de Darfur, en el este del país africano; una región que es considerada un bastión del grupo paramilitar, que desde el 2023 se enfrenta al Ejército en una guerra civil que ha llegado a ser considerada la mayor crisis humanitaria del mundo.
Tras enterarse de la noticia, el presidente colombiano, Gustavo Petro, le pidió a la embajadora de su país en Egipto, Luz Elena Martínez, que averigüe cuántos mercenarios colombianos fallecieron. “Se habla sin confirmar de 40. Veremos si logramos el retorno de sus cuerpos”, escribió en su cuenta de X. De acuerdo con información de la agencia Europa Press, el Gobierno sudanés —controlado por una cúpula militar— tenía información de que el avión iba a despegar de una base aérea de Emiratos Árabes Unidos, siguió su ruta y lo impactó con aviones de combate. El objetivo era transmitir “un mensaje claro contra la intervención extranjera”. Por su parte, algunas horas más tarde un funcionario de emiratos negó el hecho. “Esas acusaciones infundadas (...) son completamente falsas, no se basan en ninguna prueba y se inscriben en la campaña de desinformación”, señaló a la agencia AFP.
Con este ataque, la tensión entre Sudán y Emiratos Árabes Unidos alcanza una nueva cúspide. En mayo, el Gobierno de Jartum rompió relaciones diplomáticas con el país árabe, tras asegurar que dicha nación provee de armamento a las FAR, una acusación que ha sido negada reiteradamente por Abu Dabi. Los Emiratos, por su parte, no reconocieron dicha fractura, al considerar que la declaración emitida por el llamado ‘Consejo de Seguridad y Defensa’ no representaba “al gobierno legítimo de Sudán ni a su honorable pueblo”. No obstante, este miércoles, antes del ataque, el país del golfo había prohibido el aterrizaje de aviones sudaneses en sus aeropuertos y negado el despegue de otro de ellos, de acuerdo con información de la agencia estatal de noticias de Sudán.
Aunque en el país africano también se ha detectado la presencia de mercenarios provenientes de otras naciones, como las vecinas Chad o Níger, esta semana el Ministerio de Exteriores sudanés había vuelto a advertir sobre la presencia de mercenarios colombianos en las filas de las FAR, y señalado que estas acciones representaban “una amenaza contra la paz y la seguridad a nivel regional e internacional”. La llegada de exmilitares colombianos a Sudán ha sido documentada, entre otros medios, por este diario, en un informe publicado en diciembre. Para finales del año pasado, se había establecido que alrededor de 300 mercenarios colombianos habían sido reclutados para combatir, y que 20 habían sido asesinados por drones suicidas, también en la región de Darfur.
Los exmilitares colombianos, acostumbrados a combatir en selvas y montañas, ahora luchan en los desiertos de un país ajeno. De eso han dado cuenta las cédulas [documentos de identidad] y pasaportes hallados en territorio sudanés, que fueron las primeras pistas de este fenómeno. Luego, empezaron a aparecer fotos y videos difundidos en redes sociales en los que se ve a los uniformados posando con rifles y entrenando a jóvenes sudaneses. Ante la evidencia, en noviembre pasado el presidente Petro señaló que, en efecto, había mercenarios colombianos en Sudán. Según explicó, se trataba de hombres “engañados”, que accedían a ofertas para trabajar en el extranjero por las malas condiciones para los militares retirados del Ejército, y que eran buscados por su experiencia en las varias décadas de conflicto interno colombiano.
Los expertos consultados en el reporte de EL PAÍS señalaron que el reclutamiento de mercenarios ocurre por lo general a través de empresas de seguridad privada, que se presentan como operadores de servicios de vigilancia en otros países y que ofrecen varios miles de dólares por trabajos de corto tiempo. Los exmilitares acceden, pero quedan a expensas de estas compañías, pues incursionan en conflictos que no conocen, en países donde se hablan idiomas que no dominan y sin tiquete de regreso.
Se trata de “empresas unipersonales en la que un general retirado registra el comercio y lo promociona a través de cadenas de WhatsApp”, explicó en dicho informe Mario Urueña, experto en seguridad global de la Universidad del Rosario. Muchos de los colombianos que viajaron como mercenarios a Sudán han asegurado que están allí contra su voluntad, tras haber sido contratados para trabajar como vigilantes en Emiratos Árabes, más de 3.300 kilómetros al este de Darfur.
Antiguos aliados, hoy enemigos
La guerra civil entre el Ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido, que involucra a otros grupos armados aliados a cada bando, ha sumido a Sudán en el que ha llegado a ser considerado el conflicto más cruento que vive el mundo en la actualidad. Amnistía Internacional estima que este enfrentamiento ha causado la muerte de decenas de miles de personas, y el desplazamiento interno de más de 11 millones, además de que ha derivado en una situación de hambruna declarada.
Las partes que ahora se enfrentan en el pasado fueron aliadas. En 2021 ejecutaron un golpe de Estado con el que pusieron fin al Gobierno de transición democrática que se instaló en el país luego de que el dictador Omar al Bashir fuera derrocado en 2019, tras meses de protesta social. Pero el paso hacia una administración civil no ha podido materializarse, y parece una posibilidad cada vez más lejana ante el enfrentamiento armado que inició en abril de 2023 y que persiste hasta hoy.
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