El bolsillo roto del Gobierno
El ministro Diego Guevara trató de enfrentar una situación fiscal difícil con un recorte que fue la manzana de la discordia con el presidente Petro, quien no quiere que le hablen de recortes ni del control del gasto

¿A quién se le ocurre cambiar a un buen jefe de máquinas, al encargado de dirigir, mantener y supervisar todos los motores que mueve un barco en la mitad del mar, por uno nuevo y sin experiencia en la materia? Pues eso es lo que ha hecho el presidente Gustavo Petro con la sustitución del ministro Diego Guevara por el doctor Germán Ávila, un economista que viene de ser el presidente del Grupo Bicentenario, cuya trayectoria ha tenido que ver con el desarrollo de vivienda popular y que fue secretario general del Polo Democrático Alternativo.
Según La Silla Vacía, el ministro Guevara tenía un plan para recortar el presupuesto en 37 billones de pesos para acercarse a las órdenes del Comité Autónomo de la Regla Fiscal. El proyecto de la consulta popular hizo cambiar de opinión al presidente Petro, que se opuso al recorte, interpretó el plan de Guevara como una traición política y lo sacó del ministerio. El objetivo de estos recortes es no quedarse sin caja e intentar cumplir la ambiciosa meta de disminuir el déficit fiscal, de 10,9 billones a 4 billones, como aparece en el Plan Financiero de 2025 del Ministerio de Hacienda.
El partido de los economistas aspira a que no se ponga en riesgo la estabilidad fiscal del país y sus miembros ven con mucha preocupación que el nuevo jefe de la máquina financiera del Gobierno llegue con los bolsillos rotos para gastar más, en línea con las prioridades de la Casa de Nariño, que están enfocadas a asegurar un próximo mandato y no a cuidar las finanzas públicas. El cambio de ministro muestra que el presidente lo que desea es flexibilizar la responsabilidad fiscal.
Para el exministro de hacienda Mauricio Cárdenas, el déficit fiscal va a subir por encima de lo que se había anunciado. El ministro Guevara trató de enfrentar una situación fiscal difícil con un recorte que fue la manzana de la discordia con el presidente Petro, quien no quiere que le hablen de recortes ni del control del gasto y considera que el déficit fiscal es un mal menor en comparación con su objetivo de ganar las elecciones a punta de gasto público.
Si se desborda el déficit, vendrán tiempos difíciles frente a los mercados financieros. Las presiones sobre la tasa de cambio se traducen en inflación y la incapacidad de que el Banco de la República baje las tasas de interés que gran parte de la empresa privada pide a gritos. Es obvio que el nuevo ministro será complaciente en gastar lo que sea necesario para ganar las elecciones.
Mientras tanto, la seguridad ciudadana se sigue debilitando y el forcejeo político divide a la nación. Cómo será de grave la equivocación del cambio de ministro en la mitad del océano agitado por las olas del déficit fiscal, que ha desplazado el debate de la consulta popular, de la que el ministro Armando Benedetti ya dijo que solo hasta abril conoceremos las preguntas.
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