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Petro destina el Castillo Marroquín a ser sede de la Universidad Pedagógica

La icónica mansión, ubicada a las afueras de Bogotá, fue incautada por el Estado a un narcotraficante

El Castillo Marroquín, a las afueras de Bogotá.
El Castillo Marroquín, a las afueras de Bogotá.Presidencia de la República
Paula Calderón B.

Este lunes, el presidente Gustavo Petro anunció a través de su cuenta de X que el Castillo Marroquín, construido a fines del siglo XIX e inicios del XX por Lorenzo Marroquín, hijo del entonces presidente José Manuel Marroquín, será entregado a la Universidad Pedagógica para que se convierta en sede de la institución. No fue una decisión carente de simbología, como suele ocurrir con el Gobierno de Petro. La cabeza del Gobierno señaló la icónica estructura, visible desde la principal carretera que sale de Bogotá hacia el norte, como una muestra de “una élite corrupta que se cree falsamente aristócrata”, y en su lugar destinó su uso como bien al servicio de lo público y de la educación, dos de sus reivindicaciones permanentes como mandatario.

Aunque el presidente no lo hizo explícito al informar su decisión, el anuncio es una respuesta a la petición de Adolfo León Atehortúa, rector de la institución pública encargada de formar maestros. El historiador publicó en abril una columna en El Espectador, en la que recordaba que el castillo había culminado un proceso de extinción del dominio, por el que oficialmente el Estado pasó a ser el dueño de la propiedad incautada en marzo de 2005 al narcotraficante Juan Camilo Zapata. Escribió que es preferible dejar el castillo “en manos de una universidad pública y no de particulares [...], para que la propiedad continúe como un recurso del Estado [...], porque de lo contrario, la propiedad y su uso [...], seguirán en manos de los mismos de siempre”.

Atehortúa ha venido solicitando una ampliación de las instalaciones de la Universidad, que tiene su sede principal en una manzana del corazón financiero de Bogotá. En una columna previa, recordó que desde 1964 se compró para ello el predio Valmaría, en lo que entonces era una zona rural al norte de la ciudad, y que la universidad no ha logrado cumplir con los requisitos financieros y legales para construir allí un campus. Eso, explica el rector, pese al hacinamiento en su sede, que tiene solo tres metros cuadrados por estudiante, baños insuficientes y un comedor con capacidad para 320 comensales que atiende a más de 1500.

La Sociedad de Activos Especiales (SAE) es la entidad estatal que hoy administra el Castillo Marroquín. Su director, Daniel Rojas Medellín, aseguró por medio de su cuenta de X que ejecutará la instrucción del presidente, quien ha sido su jefe político hace más de una década. “Predios del castillo Marroquín serán entregados por la SAE a la Universidad Pedagógica en un plan de trabajo que ha sido acordado con el rector de la universidad. El cambio es justicia social”, escribió. La entidad ha informado oficialmente que habrá un trabajo ambiental. “El predio comprende una gran reserva ambiental de la capital de más de 20 hectáreas que la universidad ayudará a conservar”, publicó en su cuenta de X.

Los activos que administra la SAE han sido una de las herramientas que más ha usado el Gobierno para desarrollar algunos de sus proyectos. Si en el caso del castillo se trata de una defensa de la educación y de lo público, en otros casos se han usado predios rurales como laboratorio de su reforma agraria.

La historia del castillo Marroquín

El Castillo Marroquín se encuentra ubicado en los terrenos de la antigua Hacienda El Castillo, en el sector de La Caro del municipio de Chía, en Cundinamarca. La edificación, ubicada en la falda de una montaña y con vista hacia la sabana de Bogotá, fue construida en el cruce del siglo XIX al siglo XX por Lorenzo Marroquín. Se trataba del hijo del político conservador José Manuel Marroquín, presidente entre 1900 y 1904, cuando el Gobierno ganó la guerra civil conocida como Guerra de los Mil Días frente a los ejércitos liberales. Marroquín hijo, quien también fue senador conservador por Cundinamarca y diplomático en Europa, comisionó el castillo al arquitecto francés Gastón Lelarge, responsable de varios edificios públicos de la Bogotá de la época.

El castillo fue escenario de las negociaciones finales con Estados Unidos en torno a Panamá y fue la vivienda de su propietario con su segunda esposa hasta que, en 1912, se trasladó a Londres como cónsul de Colombia. Tras su fallecimiento en Inglaterra, el castillo quedó abandonado y, entre otras, fue un casino, un cabaret y un hospital psiquiátrico. En 1970 pasó a manos del petrolero Guillermo Villamil, quien volvió a remodelarlo con instalaciones como una piscina y habitaciones para invitados especiales. Al cabo de unos años lo compró el narcotraficante Juan Camilo Zapata Vásquez, socio del famoso Pablo Escobar. Entre tanto, la Administración municipal de Chía lo ha incluido en su lista de bienes de interés cultural. Desde que el Estado lo incautó en 2005, el castillo ha sido utilizado como un centro de eventos.

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Sobre la firma

Paula Calderón B.
Periodista de EL PAÍS en Colombia. Es abogada de la Universidad Externado y becaria de la Maestría en Periodismo de la Universidad de los Andes. Se desempeñó como periodista e investigadora judicial en W radio. Ha trabajado en la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) y en Radio Guatapurí.
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