El McLaren de Fernando Alonso y los fenómenos meteorológicos extremos
Pese a que el aumento de la temperatura media no parece excesivo, el mayor de los problemas es la velocidad con la que se ha dado el aumento desde los años 50 del siglo XX
En menos de una semana, en la provincia de Alicante, se ha pasado de días anormalmente cálidos a unas lluvias torrenciales nunca antes vistas en un mes de marzo. Se podría decir que estos vaivenes son algo habitual en los periodos de transición entre estaciones. Incluso son una premonición de la primavera que viene pisando fuerte. Al fin y al cabo, como diría algún famoso deportista, los récords están para batirse.
Una segunda lectura permitiría vincular de algún modo estos fenómenos con las consecuencias del calentamiento global y el cambio en el clima que lleva aparejado. Cuando se habla de calentamiento global y cambio climático, la primera consecuencia que suele asociarse son las olas de calor en verano, pero no otros fenómenos meteorológicos adversos.
En el caso de La Tierra, las consecuencias del aumento violento en la temperatura serían similares a las sensaciones que tiene Fernando Alonso al pisar a fondo su McLaren de Fórmula 1
El calentamiento del planeta es un hecho. Pese a que el aumento de la temperatura promedio no pueda parecer excesiva, el mayor de los problemas es la velocidad con la que se ha producido el aumento desde los años 50 del siglo XX. La brusca aceleración en el incremento de las temperaturas tiene efectos en la inestabilidad de un sistema cuyos tiempos de respuesta son mucho mayores. Una analogía sería la sensación que tenemos al aumentar la velocidad de nuestros coches con un acelerón. El cambio brusco en la velocidad se siente claramente, mientras que una aceleración progresiva no produce grandes perturbaciones, ya que nos adaptamos paulatinamente al cambio. En el caso de La Tierra, las consecuencias del aumento violento en la temperatura serían similares a las sensaciones que tiene Fernando Alonso al pisar a fondo su McLaren de Fórmula 1.
El calentamiento global está, con alto grado de probabilidad, producido por el aumento de gases de efecto invernadero como resultado de la actividad humana, fruto de la quema de combustibles fósiles. Los valores medios de CO2 siguen con su imparable crecimiento como registran varios observatorios a lo largo del mundo.
Pero no hace falta irse muy lejos para ver los problemas que generan las emisiones de gases de efecto invernadero. Ayer mismo, el Ayuntamiento de Madrid, anunció una disminución permanente de la velocidad máxima en la autovía de circunvalación M-30 de 90 a 70 km/h para el año 2018, tratando de limitar así los efectos del tráfico rodado en la calidad del aire de la ciudad. Recordemos que durante los últimos meses se ha reducido varias veces la velocidad máxima en esta autovía, se ha impedido aparcar a no residentes en zonas de estacionamiento regulado, e incluso el pasado 29 diciembre se llegó a prohibir el acceso a la urbe a los vehículos particulares con matrículas pares.
Las consecuencias de la inestabilidad producidas por el súbito calentamiento según todas las simulaciones por ordenador, como puede leerse en cientos de trabajos científicos y en las conclusiones del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), son un aumento de fenómenos meteorológicos extremos. Estos fenómenos no solo son olas de calor, sino también de frío, inundaciones, sequías... es decir, el clima evoluciona de un ambiente relativamente controlado a otro en el que se den bandazos de un lado a otro.
Resulta tentador establecer que, debido al aumento de la temperatura global se baten récords en Alicante. Desde un punto de vista científico, es difícil saber si el cambio climático está detrás de estos fenómenos. La climatología toma como base la estadísticas de un gran número de datos meteorológicos para establecer comportamientos representativos de un lugar o periodo de tiempo. Que dos sucesos parezcan que tienen relación no resulta suficiente para establecer que uno es consecuencia del otro. Matemáticamente hablando, esto se puede expresar como que correlación estadística no implica causalidad. Basta con hacer una búsqueda en Google sobre correlaciones extrañas para darse cuenta de esto.
Pero, aunque resulte difícil relacionar eventos meteorológicos concretos con cambios en el clima, tristemente parece que las simulaciones tienen gran parte de razón y seguiremos viendo caer récords y sufriendo las consecuencias de los fenómenos extremos de forma global.
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