La nave ‘Venus Express’ se apaga
La misión ha durado ocho años y la sonda se ha quedado ya sin combustible
La sonda espacial Venus Express ha llegado a su fin, después de ocho años dando vueltas a Venus para estudiar su atmósfera. Se diseñó para funcionar en órbita del planeta vecino unos 500 días terrestres y ha superado con mucho su vida útil. Pero ahora se ha quedado sin combustible y apenas sin comunicación con la Tierra (los responsables de control tienen algún contacto esporádico e inestable desde el pasado 28 de noviembre). La nave, de la Agencia Europea del Espacio (ESA), debe estar cayendo en la atmósfera venusiana y se da ya por perdida. “Durante su misión en Venus, ha proporcionado un estudio exhaustivo de la ionosfera y la atmósfera del planeta y nos ha permitido saca conclusiones importantes acerca de su superficie”, ha señalado Hakan Svedhem, científico jefe del proyecto en la ESA.
En los últimos meses, sabiendo que se agotaba el combustible, los responsables de la misión decidieron enviar órdenes a la nave para que realizara varias zambullidas en la densa atmósfera de Venus acercándose más y más a su superficie (hasta 130 kilómetros), una operación calificada de acrobática que ha permitido a los científicos obtener información adicional que no podían tomar desde la órbita normal de trabajo, mucho más alta, del artefacto. Estas operaciones, además, han proporcionado experiencia a los especialistas de control de vuelo acerca del denominado aerofrenado, un tipo de maniobra delicada que se ha utilizado ya –por ejemplo, en Marte- para poner en órbita una nave espacial rozando en sucesivas pasadas las capas altas de la atmósfera y perder así velocidad por la fricción hasta quedar atrapada gravitacionalmente, lo que ahorra combustible de frenado.
La Venus Express fue lanzada al espacio en noviembre de 2005 y tardó 155 días en llegar a Venus. El artefacto, de 1270 kilos en el lanzamiento (incluyendo 570 kilos de combustible y 93 de instrumentos científicos), ha estado siguiendo una órbita muy elíptica sobre los polos de Venus, acercándose hasta 200 kilómetros de su superficie y alejándose hasta 66.000 kilómetros. Pese a su notable rendimiento, la nave fue un éxito de desarrollo rápido: estuvo lista en menos de tres años, y se aprovechó la experiencia y los equipos industriales de la Mars Express, así como tecnologías de instrumentos de la Rosetta, la nave que este año ha llegado al cometa 67P/Churyamov-Gerasimenko.
El planeta Venus es un infierno, en términos terrestres, con una temperatura en la superficie superior a los 450 grados centígrados y una atmósfera extremadamente densa compuesta de gases tóxicos, recuerda la ESA. Y parece ser geológicamente activo aún, a la vista de los numerosos flujos de lava descubiertos que deben tener 2,5 millones de años (muy recientes en tiempos geológicos) o incluso menos. La Venus Express, de hecho, ha medido variaciones de dióxido de azufre en la alta atmósfera del planeta a lo largo de su misión y los científicos, aunque advierten que el fenómeno puede deberse a determinadas particularidades de la circulación atmosférica allí, se inclinan a pensar que se debe al vulcanismo activo.
La Venus Express ha estado estudiando la superrotación de la atmósfera del planeta vecino; ha detectado un incremento de la velocidad los vientos (haciendo el seguimiento de las nubes por fotos) desde 300 kilómetros por hora a 400 kilómetros por hora en un período de seis años terrestres; ha constatado la pérdida de atmósfera hacia el espacio. Por citar algunos de los trabajos notables que ha realizado la misión. “Aunque la fase de recogida de datos se ha completado, la información mantendrá a la comunidad científica ocupada durante muchos años”, señala Svedhem.
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