El Eurogrupo descarta desbloquear hoy el rescate de Grecia
Los ministros se conforman con alcanzar un pacto político que permita a la troika volver a Atenas
La crisis griega es ya prácticamente un género literario. Si es cierto que la historia se repite en primer lugar como tragedia y después como farsa, Europa coprotagoniza en Grecia media docena de farsas. El Eurogrupo — la reunión de ministros de Finanzas — es hoy en Bruselas el escenario del enésimo capítulo de ese sainete: hay muy pocas opciones de salir del punto muerto en el que se ha metido el tercer rescate, con el FMI, el Ejecutivo helénico y los ministros del euro a la greña. Atenas se niega a hacer más recortes, amaga con elecciones anticipadas y puede quedarse sin dinero en julio. Van siete largos años de crisis griega y la situación vuelve una y otra vez a la casilla de salida: en esta ocasión hay incluso un repunte de la volatilidad en los mercados, que empieza a notarse en las ya casi olvidadas primas de riesgo. Pero no parece posible una solución para Grecia al menos hasta después de las elecciones holandesas, en marzo, y quizá las francesas, en mayo.
El jefe del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, ha sido deliberadamente ambiguo a su entrada a la reunión. "Ha habido intensas conversaciones en los últimos días entre las instituciones y Grecia, y veremos si hemos hecho lo suficiente y ha llegado el momento de volver a Atenas", ha explicado. En resumidas cuentas: no hay opción de cerrar ya el segundo examen del rescate a tiempo, y como mucho lo que se puede conseguir es devolver a la troika a Atenas. Se necesita más tiempo. Para Dijsselbloem, el desbloqueo no depende de las elecciones en Holanda, Francia y Alemania de marzo, mayo y el próximo otoño: "Siempre hay elecciones en Europa". "La clave es cumplir con las medidas del segundo examen del rescate, mantener al FMI a bordo y sería útil la máxima rapidez para dar una dosis extra de confianza y estabilidad a la recuperación", ha subrayado. El comisario Pierre Moscovici ha sido, como suele, más optimista: "Grecia ha hecho buenos progresos. Estamos más cerca de que las instituciones vuelvan a Grecia". Para ello, sin embargo, Atenas tiene que ceder. Y el FMI y los europeos deberían ponerse definitivamente de acuerdo. Berlín cree que eso ya ha sucedido: "Las instituciones tienen ahora una posición común y están más cerca de volver a Atenas", ha asegurado el ministro alemán Wolfgang Schäuble.
En el mejor de los casos, los acreedores antiguamente conocidos como troika (Comisión Europea, BCE y FMI) podrían volver a Atenas en los próximos días si Grecia accede a firmar un acuerdo político que le obliga a legislar medidas automáticas para 2019 y 2020 --por un importe conjunto del 2% del PIB-- si incumple sus objetivos fiscales. "Medidas", cuando se trata de Grecia y de Europa del Sur, es un eufemismo redondo para sustituir los recortes de ayer, hoy y siempre. Además, Europa y el Fondo exigen un tijeretazo en las pensiones, una vuelta de tuerca a la reforma laboral y una rebaja en el umbral de las familias que están exentas de pagar impuestos, además de la citada dosis de austeridad extra cuando termine el rescate si Atenas se desvía de sus metas.
Si Grecia aceptara sería posible culminar el examen del segundo rescate para abril. Eso liberaría fondos europeos y permitiría al BCE comprar deuda griega dentro de su programa de adquisición de activos. Si hay más retrasos, la solución se retrasaría hasta después de las elecciones presidenciales francesas, en mayo. Con Grecia, de nuevo, al borde de una suspensión de pagos: debe pagar 6.300 millones de euros al BCE en julio.
La economía griega va volviendo a ver la luz, pero el Gobierno griego se niega a esa dosis adicional de austeridad. Alega que el PIB vuelve a terreno positivo, el paro se reduce, la banca mejora y que a día de hoy cumple los objetivos marcados y que el rescate firmado no obliga a tanto como piden los acreedores. Y amenaza con convocar elecciones. El FMI y los socios del euro, por su lado, han coprotagonizado en los últimos días un sainete de divisiones que no ayuda en nada. Resumiendo: el FMI quiere objetivos fiscales menos exigentes y una reestructuración de deuda como dios manda, para posponer la austeridad hasta 2019. Berlín no quiere ver ni en pintura la citada reestructuración, y tampoco quiere retocar las metas fiscales. Y Atenas quiere reestructuración ya, pero no más austeridad. Las tres partes están obligadas a flexibilizar sus posturas, aunque si los acreedores se ponen de acuerdo la historia de Grecia se resume con relativa facilidad: tensar la cuerda hasta el último minuto, para acabar aceptando las imposiciones de la troika.
Hoy habrá presión para el ministro Euclides Tsakalotos, y el miércoles hay una reunión crucial entre la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, y la canciller alemana, Angela Merkel. Alemania quiere al Fondo a bordo. Pero al FMI no le salen las cuentas y pide una reestructuración ambiciosa para Grecia, una píldora imposible de tragar para Berlín en año electoral. La prensa alemana habla de un preacuerdo que incluiría una inyección por parte del FMI de 5.000 millones en el tercer rescate por parte de la institución con sede en Washington. El FMI apunta que aún está muy lejos de hablar de cifras: antes hay que negociar una reestructuración que nadie en Europa parece ver necesaria (pese a que la deuda griega, a la larga, es impagable). El pez que se muerde la cola, el cascabel del gato y demás lugares comunes de este novelón interminable llamado crisis griega, que vuelve puntualmente a Bruselas travestido de historia convertida en tragedia y después, una y otra vez, en farsa.
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