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El ecologista hijo de refugiados frente a la cara ‘amable’ de los populistas

Por la presidencia austriaca compiten dos formas opuestas de concebir el cargo y ejercer la política

Sara Velert
Alexander Van der Bellen agradece el apoyo en las urnas en la fiesta de Los Verdes en Viena.
Alexander Van der Bellen agradece el apoyo en las urnas en la fiesta de Los Verdes en Viena.FLORIAN WIESER (EFE)

Por la presidencia austriaca compiten dos candidatos de generaciones distintas y formas opuestas de concebir el cargo y ejercer la política. El candidato ultranacionalista, Norbert Hofer, ingeniero aeronáutico, tiene 45 años y era hasta ahora vicepresidente tercero del Parlamento austriaco. Se le ha considerado una cara amable de las filas del FPÖ porque transmite los postulados del partido en un tono más suave y menos agresivo del que emplean otros dirigentes. Eso no le ha impedido asegurar que despediría al Gobierno si como presidente considerara que perjudica gravemente al país, una polémica que le ha perseguido toda la campaña, al igual que la pertenencia a una cofradía estudiantil que defiende un nacionalismo alemán de reminiscencias nazis.

Su defensa del cierre de fronteras a la migración, advertencias contra una “islamización” de Austria y su euroescepticismo le sitúan en las antípodas de Alexander Van der Bellen, economista de 72 años y exportavoz de Los Verdes, que defiende la multiculturalidad y es un europeísta convencido. “Quien ama la patria, no la divide”, ha sido uno de sus lemas. Hijo de refugiados —sus padres huyeron de la Rusia estalinista—, rechaza los cambios legislativos aprobados por el Gobierno para endurecer el asilo, aunque cree que es necesario un mayor control para que el país pueda asumir a los migrantes.

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En la campaña, Hofer ha sacado del baúl el currículum juvenil del candidato verde, al que ha llamado con aires de reproche “masón” y “excomunista”, y ha despreciado el apoyo que recibe de intelectuales y el mundo de la cultura: “Usted tiene de su lado a los esnobs, yo a la gente”. También le ha afeado que anuncie que haría lo posible por no tomar juramento a un canciller de ultraderecha. El FPÖ le ha tildado por ello de “dictador fascista”.

A Hofer, amante del tiro al blanco (lleva una Glock), también le han llovido los dardos. Van der Bellen le ha acusado de perseguir que Austria se convierta en una “república autoritaria” aislada de Europa y de no ser más que un brazo ejecutor del líder del FPÖ, Heinz-Christian Strache. Los medios, además, le han recordado que la flor de aciano que llevó en la solapa de la chaqueta cuando tomó posesión de su escaño en 2013 es un símbolo que utilizaron los nazis en Austria para reconocerse entre sí cuando su partido estaba prohibido entre 1933 y 1938. Hofer afirma que es un símbolo europeo y que la lleva porque es azul, el color de su partido.

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Sobre la firma

Sara Velert
Redactora de Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1993, donde ha pasado también por la sección de Última Hora y ha cubierto en Valencia la información municipal, de medio ambiente y tribunales. Es licenciada en Geografía e Historia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, de cuya escuela ha sido profesora de redacción.

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