Visita a Sittingbourne, la ciudad que replica el resultado electoral nacional
La localidad ha votado en los últimos cuatro comicios generales como el conjunto del país
Sittingbourne queda a solo una hora en tren de Londres, pero me pareció otro país. Caminando por las calles de esta ciudad de 45.000 habitantes, a pocos kilómetros del mar del Norte, no oí a nadie hablando español, o ruso, o árabe. Para mi desconcierto como londinense, todos hablaban inglés. De cada cien personas solo una era negra y ninguna mujer vestía el velo o el burka. La gente no bebía café latte en un Starbucks; tomaba té o cerveza en el pub.
Esta es la Inglaterra de los clubes de bingo y los fish and chips, congelada en el tiempo, inmune a las manifestaciones más obvias de la globalización, nada que ver con el Babel de la capital. Pero la circunscripción a la que pertenece Sittingbourne tiene algo que la distingue: el resultado electoral aquí ha sido idéntico al resultado nacional en las cuatro elecciones generales británicas celebradas desde 1997. Tras tres victorias laboristas seguidas, en 2010 ganó el Partido Conservador. En un reflejo de la nueva tendencia nacional, hoy el partido antieuropeo y antiinmigrante UKIP representa una amenaza al duopolio tradicional.
El crecimiento del partido antieuropeo UKIP amenaza al duopolio tradicional
Nada más salir de la estación de Sittingbourne vi una pancarta gigante dominada por la imagen del líder de UKIP, Nigel Farage, con un mensaje que decía: “Solo UKIP puede controlar nuestras fronteras”. Roger Truelove, militante laborista que fue presidente del partido local durante 15 años, me reconoció mientras tomábamos té en su casa que el mensaje calaba, que UKIP podía llegar a ganar este escaño. “Se trata de un fenómeno curioso que vemos a nivel nacional”, dijo Truelove. “Los votantes le tienen más miedo a los inmigrantes no en una ciudad como Londres sino en los lugares donde menos inmigrantes residen”.
Las encuestas en Sittingbourne apuntan a una victoria conservadora y esto se explica en buena medida, como señaló Truelove, porque el candidato tory se ha esforzado para acercarse a la posición xenófoba de UKIP y recordar a los votantes que si su partido vuelve a gobernar se celebrará un referéndum para ver si el Reino Unido sale de la Unión Europea. Sin embargo, pese a no haberse expresado ni contra la inmigración ni contra Europa, el candidato laborista, Guy Nicholson, dice creer que tiene buenas posibilidades de ganar. Lo basa en su propio sistema de medir la temperatura política: ir todos los días de puerta en puerta pidiendo a la gente su voto.
Acompañé a Nicholson, que trabajó en el teatro durante 15 años, durante una tarde en un barrio residencial obrero de casas idénticas en el que vimos reflejado un amplio abánico de sentimientos, desde la apatía total por la política, a votantes incondicionales laboristas o conservadores, a fervientes conversos a UKIP, a varios que aún no se habían decidido. Había quienes al ver que Nicholson era laborista le cerraban la puerta en la nariz. Un joven al que el candidato intentó saludar en la calle ni le miró, escupió en la acera y siguió su camino. “UKIP, claramente”, murmuró Nicholson.
Para la mayoría que sí se dignó a conversar con el candidato había tres temas de interés: la economía personal, los servicios públicos y los inmigrantes. Entre ellos, un señor mayor llamado Martin confesó que antes había votado por los laboristas, pero que ahora votaría “por el statu quo”. “Estoy aburrido de la política”, explicó, “pero el Gobierno de Cameron ha hecho las cosas bien. Temo el cambio. Podríamos estar peor”. Un hombre de unos 40 años que trabajaba en la construcción dijo que votaría por UKIP porque los inmigrantes estaban abusando del sistema de salud público y forzando una bajada de los sueldos.
Para un conductor de tren con tres hijos pequeños, la cuestión se reducía a cuál de los dos partidos principales le aseguraría una subida de sueldo e, igual de importante, cuál se esforzaría para que las luces en su calle permanecieran encendidas toda la noche, ya que a veces volvía a casa a las dos de la mañana y no podía ver nada. Otros dijeron que votarían al que prometiera instalarles un paso de peatones en una avenida cercana; un anciano afirmó que votaría por los laboristas “como siempre”, pero añadió: “Por favor, ¿se le podría recomendar al líder del partido, Ed Miliband, que introdujera un sistema de subsidios para reducir el elevado coste de los servicios fúnebres?”
"Los votantes temen más a la inmigración donde menos hay", dice un laborista
También hubo un señor brusco que afirmó que pensaba trasladar su voto de los conservadores a UKIP. Su explicación fue que le disgustaba profundamente que el Gobierno de Cameron gastase el 0,7% del presupuesto nacional para combatir la pobreza mundial.
Reflexionando después con Guy Nicholson y algunos de sus compañeros de partido sobre lo que se había aprendido en la caminata electoral, una mujer que nos había acompañado dijo sentirse frustrada y triste. “Lo que más le interesa a la gente son banalidades locales”, dijo, “o cómo poder obtener un aparato electrónico mejor que el de su vecino. Demasiados creen que mejorarán sus posibilidades frenando la entrada de inmigrantes al país. No veo a suficiente gente que tenga una visión generosa de la vida”.
A eso aspira Ed Miliband, el líder laborista. También Guy Nicholson. Pero ambos han visto a lo largo de la campaña que el miedo motiva a la gente más que el deseo de forjar un mundo mejor. La mayoría no votará por UKIP, pero muchos comparten su actitud temerosa frente a los extranjeros, a Europa y a la vida. En sus entrañas, Nicholson sabe que perderá; Miliband, en las suyas, que los conservadores ganarán más escaños parlamentarios que su partido.
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