Los invitados al Congreso abren otro frente en la política cubana de Obama
Obama invita a Alan Gross para respaldar su nueva política hacia Cuba, los republicanos responden llevando a disidentes críticos con los cambios
En política, los gestos importan, y mucho. El discurso sobre el estado de la Unión era la primera cita pública de Barack Obama ante el Congreso —que es el que tiene la llave del embargo contra Cuba— desde que, en diciembre, anunció su intención de normalizar relaciones con la isla, un tema que tuvo un espacio en su alocución.
Desde el palco reservado a la primera dama, escuchó sus palabras Alan Gross, el contratista estadounidense, cuya condena a 15 años de cárcel en Cuba supuso el mayor obstáculo para Obama a un cambio de política hacia la isla. Invitado por la Casa Blanca, esta era su primera aparición pública desde que llegó a Washington, el 17 de diciembre, mientras Obama anunciaba el restablecimiento de relaciones diplomáticas con la isla que se comenzará a negociar esta semana en La Habana.
Según el Gobierno, su presencia supone un espaldarazo al cambio de rumbo tras más de medio siglo de antagonismo con Cuba decidido por Obama. Al fin y al cabo, en sus primeras —y hasta ahora— únicas declaraciones públicas, nada más regresar a territorio estadounidense, en diciembre, tras cumplir cinco años de cárcel, Gross manifestó su esperanza de que los dos países “logren superar las respectivas políticas beligerantes”.
“Cinco décadas y media de historia nos demuestran que la beligerancia inhibe el criterio más adecuado, cuando dos errores no hacen nunca un acierto”, subrayó en ese entonces un desmejorado pero feliz Gross.
Con similares palabras, Obama instó, la noche del martes, al Congreso a “empezar, este año, el trabajo de poner fin al embargo”, un reclamo que suscitó aplausos demócratas, pero que no arrancó el entusiasmo de la bancada opositora, que incluso llegó a reírse.
Muy distinto fue el momento en que Obama homenajeó a Gross con un sencillo “bienvenido a casa, Alan”. Sus palabras se vieron acompañadas de una cerrada ovación a la que Gross, sentado justo detrás de Michelle Obama, respondió con un silencioso pero emocionado “gracias”. Su estropeada sonrisa -le faltan varios dientes- y su extremada delgadez son testimonio de los cinco años que pasó en la celda cubana en la que llegó a creer que acabaría sus días.
Conscientes del papel crucial de los legisladores en el proceso que ahora empieza a desplegarse para normalizar unas relaciones marcadas por la Guerra Fría durante más de medio siglo, altas personalidades del país también han querido respaldar, abiertamente, el paso dado por el presidente estadounidense.
Hasta 78 políticos, exaltos funcionarios de gobierno —sobre todo demócratas, pero también, republicanos—, empresarios cubano-americanos y expertos en las relaciones bilaterales publicaron el lunes una “carta abierta” a Obama expresando su “apoyo a la nueva política hacia Cuba” y felicitándolo por su “audacia”.
La diversidad de firmas que sustentan la misiva es, afirman, “ejemplo del amplio apoyo que estos cambios tienen en todo el espectro político” y que, muchos de ellos, ya habían reclamado en otra carta abierta, en mayo del año pasado.
“Podemos estar en desacuerdo sobre una serie de cuestiones, pero hemos encontrado un terreno común por una simple razón; que nuestro enfoque de cincuenta y cuatro años diseñado para promover los derechos humanos y la democracia en Cuba ha fracasado”, subrayan en su nuevo mensaje.
Hay, sin embargo, un grupo de legisladores republicanos que insiste en demostrar que el cambio de política de Obama no cuenta con el aplauso unánime del Congreso, el único que puede acabar de forma definitiva con el embargo impuesto desde hace más de medio siglo a la isla.
La oposición a Obama también ha querido jugar con las imágenes, y por ello, la noche del martes se sentaron como invitados republicanos disidentes y miembros del exilio anticastrista más inflexible.
Como invitados del presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, escucharon el discurso de Obama Jorge Luis García Pérez, Antúnez, y su esposa, Yris Tamara Pérez Aguilera. Ambos han criticado muy duramente los cambios hacia la isla impulsados por el presidente demócrata y se han dejado ver en las manifestaciones de protesta por las nuevas medidas celebradas por el exilio más radical de Miami desde diciembre.
La congresista republicana por Florida de origen cubano Ileana Ros-Lehtinen se trajo, por su parte, a la hija de uno de los pilotos de Hermanos al Rescate que fallecieron al ser derribada su avioneta por Cuba en 1996. Ese incidente llevó al entonces presidente Bill Clinton a firmar la ley Helms-Burton que endureció el embargo contra la isla.
Marco Rubio, uno de los políticos estadounidenses que más fuertemente ha denunciado el cambio de política de Obama y posible candidato presidencial para 2016, también ha querido poner cara a esa divergencia. Para ello, el senador republicano por Florida, también de origen cubano, invitó al discurso del presidente a Rosa María Payá, la hija del disidente Oswaldo Payá, quien murió en un accidente de tráfico en 2012 tras el que su familia ve la mano del Estado cubano.
“Espero que la presencia de Rosa María Payá al menos le recuerde (a Obama) que los asesinos de su padre no han sido llevados ante la justicia y que EE UU, de hecho, se va a sentar a la mesa con ellos”, adelantó Rubio, que reclamó de nuevo que Washington exija a La Habana “reformas y cambios en la actitud cubana antes de normalizar las relaciones”.
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