La austeridad no cuenta en la campaña
La crisis que sacude a Europa es un asunto secundario en los comicios alemanes
Al candidato Peer Steinbrück se le notaba la tensión previa al mitin del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) cuando recorría ayer los últimos cien metros hacia la Plaza del Palacio de Dresde. Las pancartas y demás parafernalia se centraban en política social doméstica, como el salario mínimo o los contratos precarios. En el corazón de Europa y en la recta final de la campaña para las elecciones del día 22, la crisis que sacude el continente aparece como un asunto secundario. El propio líder socialdemócrata, que mejora en las encuestas pero sigue por detrás de la democristiana Angela Merkel (CDU), explicaba a este periódico mientras se acercaba al mitin que “no es posible hablar de Europa en cada ocasión”, pero se avino a explicar sus diferencias con su rival en este aspecto: “El único argumento de Merkel es austeridad y austeridad”. Steinbrück propone impulsar el crecimiento. Entonces, ¿habrá más dinero alemán si el SPD gana las elecciones o forma parte del futuro Gobierno, aunque sea en coalición con los democristianos? Solo adelanta que “habrá que hacer mucho más”.
Nadie, ni siquiera el lenguaraz líder socialdemócrata, quiere tasar ese “más” en euros cuando solo faltan 10 días para las legislativas. En los lugares más afectados por la crisis, como Grecia o España, puede sorprender que la política europea haya quedado relegada a segundo o tercer plano en la campaña electoral. Discusiones bizantinas sobre la posibilidad de introducir un “día vegetariano” en las cantinas públicas han hecho correr mucha más tinta que el debate sobre cómo solucionar los problemas de Europa. Durante el duelo televisado que mantuvieron Merkel y Steinbrück a primeros de este mes, los presentadores criticaron los bajos tipos de interés fijados por el Banco Central Europeo (BCE) para facilitar el crédito. Una presentadora repitió que, por culpa de esta política, los ahorradores alemanes perciben intereses muy bajos por sus cuentas bancarias.
Porque Europa “es un asunto muy complicado”, como reconocía el jueves la señora Mäusebach entre los edificios que valieron a Dresde la distinción de Patrimonio de la Humanidad. Escuchaba junto a su marido cómo Steinbrück defendía ante más de mil simpatizantes y curiosos “la responsabilidad alemana de preservar una Europa en paz y bienestar”. Preguntados por los temas clave de estos comicios, los Mäusebach hablaron de “problemas sociales, desigualdad, sanidad”. Aunque reconocen que los aprietos de Europa “son enormemente importantes”, no los mencionaron espontáneamente en su primera respuesta. Ninguno de los dos dice a qué partido piensa votar, aunque descartan a los liberales, actuales socios de Gobierno de los democristianos de Merkel. Frau Mäusebach cree que Alemania “está ayudando en Europa” y que “las cosas podrían estar todavía peor sin Merkel”. Herr Mäusebach cree que una “opción muy buena” sería una nueva gran coalición entre CDU y SPD, como la que dio el Gobierno a Merkel entre 2005 y 2009.
Un reciente estudio del instituto YouGov señala que casi el 80% de los alemanes considera que la política europea es “importante o muy importante” a la hora de decidir su voto. Sin embargo, el debate ha sido marginal en lo que va de campaña y apenas ha ido más allá de la llamada a la “responsabilidad” de Steinbrück en Dresde. Frases, en muchos casos, intercambiables entre los dos grandes partidos. Los pequeños, Los Verdes y el partido La Izquierda (Die Linke) parten de análisis críticos con la política de rescates a cambio de austeridad que propugnan Merkel y su ministro de Hacienda Wolfgang Schäuble. Pero solo Die Linke se ha opuesto a ella en la Cámara bajal (Bundestag). El estudio de YouGov indica, además, que los alemanes son más críticos con la política de rescates de lo que sugieren las encuestas de intención de voto. Algunos analistas muy influyentes, como el columnista Wolfgang Münchau en el portal de noticias Spiegel Online, creen por eso que no se pueden esperar cambios significativos en la política europea del Gobierno que salga de las urnas el 22 de septiembre.
A Peter Morgenstern, ingeniero “recién retirado”, le “enfadan las mentiras que contó Grecia” para entrar en el euro, pero es favorable a “la integración europea”. También para él estamos ante “asuntos muy complejos”. Morgenstern nació durante la II Guerra Mundial y dice que “nunca votaría a la derecha”. Sí votó a Die Linke a partir de 2002, que ha decidido darle su voto a Steinbrück. Con cortesía y dejo sajones, explica que Europa necesita “controlar los bancos para evitar nuevas crisis”. Se interesa por España, donde no ha estado nunca. Simpatiza con la Unión Europea pero no las tiene todas consigo cuando se trata de hacer transferencias de poder político o, menos aún, de dinero.
En defensa de Europa, Steinbrück recordó “que Alemania recibió ayudas poco tiempo después de la rendición incondicional del régimen nazi. Apelaba a la razón: “Por muy fuertes que seamos, no podemos avanzar solos”. Y al bolsillo: “Si los vecinos se hunden, quién nos va a comprar coches; si esto sigue así, nos vamos también abajo”.
Sacó Steinbrück buen partido del hermoso escenario de la Plaza del Castillo de la capital de Sajonia. Provocó risas y exhibió su labia, tratando de hacer justicia al lema de sus mítines, que es “Hablar Claro”. Cuando subió a su coche blindado a las cinco de la tarde, casi ningún presente conocía aún la foto que ilustra la portada del suplemento semanal del Süddeutsche Zeitung, que lo ha retrata haciendo un gesto provocador con el dedo corazón de la mano izquierda similar a una peineta. No cabe duda de que el gesto dará mucho más que hablar en lo que queda de campaña que los acuciantes problemas de Europa.
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