El Gobierno de Morsi quiere acelerar las negociaciones con el FMI
El país espera un préstamo urgente de 4.000 millones de euros Egipto se financia en los mercados a un interés entre el 13% y el 16%
Mientras la clase política egipcia continúa enzarzada en una encarnizada lucha por el poder, la economía del país se encamina hacia el abismo. Para evitar la bancarrota, el Gobierno egipcio confía en llegar pronto a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para recibir un préstamo urgente por un valor de 4.800 millones de dólares (cerca de 4.000 millones de euros). Según declaró ayer el primer ministro, Hisham Kandil, el Ejecutivo está preparado para acelerar las negociaciones con la institución internacional de forma inmediata.
“A causa de la situación doméstica, tuvimos que posponer [las conversaciones], y estamos haciendo una evaluación de las mismas. Estaremos en el camino adecuado muy pronto”, declaró Kandil en un acto celebrado por una asociación empresarial. “Hemos invitado otra vez a una delegación del FMI para retocar el programa, y poder así avanzar con nuestro proyecto nacional para manejar el déficit presupuestario”, añadió.
En noviembre, el Ejecutivo egipcio llegó a un acuerdo con el Fondo para recibir el crédito a cambio de aplicar un programa de reformas profundas. Sin embargo, apenas unas semanas después, el propio Gobierno egipcio solicitó al órgano director del FMI aplazar la inminente votación sobre el préstamo debido a la enésima crisis política que atravesaba el país. En una acción que comprometió seriamente su credibilidad, a principios de diciembre el Gobierno se echó atrás en su decisión de subir varios impuestos tan sólo unas horas después de hacer público el anuncio.
Con un déficit público previsto para 2013 superior al 12% del PIB, Egipto está financiando su deuda en los mercados internacionales a un tipo de interés que oscila entre el 13% y el 16%, una carga insostenible incluso a medio plazo. Además, el banco central está quemando sus reservas de divisas a marchas forzadas para sostener el valor de la libra egipcia, que en las últimas semanas ha iniciado una pronunciada devaluación.
“El préstamo del FMI es importante no tanto por su cantidad, sino porque envía una señal a los mercados de que el país está comprometido con un programa serio de reducción de su déficit público”, explica Omneia Helmy, directora de la fundación Egyptian Center for Economic Studies.
Además, varios países, entre ellos Arabia Saudí, han condicionado la aportación de ayuda a las menguantes arcas egipcias a un acuerdo con el Fondo. No es el caso de Catar, el principal aliado regional de El Cairo desde que el presidente Mohamed Morsi asumió las riendas del gigante árabe. En su visita de la semana pasada, el primer ministro Hamad Bin Jasim dobló la asistencia financiera catarí hasta los 5.000 millones de dólares, un salvavidas que permitirá a Egipto capear el temporal durante las próximas semanas.
En este delicado contexto, Morsi acaba de reemplazar al ministro de Finanzas y al director del Banco Central. El nuevo ministro es Morsi al Sayed al Hegazy, un catedrático especializado en banca islámica. Y Hisham Ramez, hasta ahora número dos del Banco Central, pasa a dirigirlo.
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