Italia intentará salir de la crisis con un Gobierno formado por tecnócratas
El nuevo primer ministro forma un Gobierno con ningún político
Ni bueno ni malo, simplemente histórico. Incapaces de sacar a Italia de la crisis, los políticos se han echado a un lado para dejar que sea un Gobierno formado íntegramente por tecnócratas el que lo intente. El nuevo primer ministro, el profesor Mario Monti, ha presentado hoy un Ejecutivo a su imagen y semejanza. Nueve hombres y tres mujeres con prestigio y experiencia –el más joven tiene 55 años— en el mundo de la banca, la universidad, la administración o la diplomacia. Detrás de Monti, que además se queda para sí la cartera de Economía, el máximo exponente de los nuevos tiempos es el superministro Corrado Passera, de 57 años, hasta ayer consejero delegado del poderoso banco Intesa San Paolo. Passera dirigirá un gran ministerio en el que se integran Fomento, Obras Públicas y Transportes. También el nuevo jefe del Gobierno quiso subrayar expresamente que las mujeres italianas –denigradas por Silvio Berlusconi— tendrán a partir de ahora un papel relevante al encomendarles las carteras de Interior, Justicia y Trabajo e Igualdad. Mario Monti nombró además a cinco ministros sin cartera.
Uno de los aspectos más llamativos de la jornada fue comprobar el buen talante con el que los políticos –incluido Berlusconi— dejaron paso a los tecnócratas. Salvo la Liga Norte, muy enfadada con Monti por suprimir los dos ministerios que se ocupaban hasta ahora de impulsar el federalismo fiscal, los demás —desde la derecha del Pueblo de la Libertad (PDL) a la izquierda del Partido Democrático (PD)— aceptaron como la cosa más natural del mundo quedarse a la orilla de la historia cuando Italia más los necesita. Incluso se aplaudieron a sí mismos por estar a la altura del desafío al no entorpecer el traspaso de poderes. El acuerdo viene a ser que, partir de ahora y hasta 2013, los senadores y diputados elegidos en 2008 refuercen con su voto las medidas económicas —algunas de ellas necesariamente duras— que el Gobierno técnico vaya poniendo en marcha. Tras el juramento de los cargos que tuvo lugar este miércoles ante el presidente de la República, Giorgio Napolitano, y la confianza que Monti le pedirá al Senado –mañana por la noche— y al Congreso –el viernes—, se acabará por fin el toreo de salón y los nuevos ministros se las tendrán que ver cara a cara con el morlaco negro de la crisis.
Para ello, Monti ha elegido a un gabinete de desconocidos para el gran público. Salvo Corrado Passera, en cuyo currículo no solo figura la dirección del banco Intesa San Paolo sino también la de Correos y la operación de saneamiento de Alitalia, el resto transitó hasta ahora por caminos apartados de los focos. Es el caso del almirante Giampaolo di Paola, de 67 años, desde junio de 2008 presidente del Comité Militar de la OTAN y a partir de ahora ministro de Defensa. O de Giulio Terzi di Sant’Agata, de 63 años, embajador de Italia en Washington y nuevo ministro de Exteriores. O del ingeniero Francesco Profumo, de 58 años, hasta ayer presidente del Consejo Nacional de Investigaciones, y ahora ministro de Educación, Universidad e Investigación Científica. O también del jurista Antonio Catricalà, de 59 años, hasta el momento presidente de la Autoridad Antimonopolio y desde las cinco de la tarde de hoy subsecretario de la Presidencia o, lo que es lo mismo, ministro de confianza de Mario Monti. Igualmente, las tres mujeres del Gabinete, Ana Maria Cancellieri –Interior—, Paola Severino –Justicia— y Elsa Fornero –Trabajo e Igualdad—, poseen extraordinarias hojas de servicio, pero al margen de la política. Surge por tanto una pregunta que habrá que ir haciéndoles, ¿nunca se sintieron tentados por la política o fue la política la que nunca se fijó en ellos? En cualquier caso, y dada la buena acogida del plantel presentado por Monti –incluso entre los propios políticos profesionales—, vuelve a ser palpable, en Italia y en tantos otros países, el fenómeno de la selección adversa. Los partidos suelen colocar en los lugares de relevancia a los mejores, o a los más espabilados, de sus propios partidos, no a los mejores, o a los mejor preparados, de sus respectivas sociedades.
La suerte, pues, está echada. El primer ministro Mario Monti defenderá a partir de mañana su programa de Gobierno. En teoría lo hará ante senadores y diputados, pero serán los mercados los que, como un profesor severo, le dirán cada día si ha hecho bien los deberes o tiene que esforzarse más. El presidente Napolitano, cuya figura política se ha agrandado todavía más estos días, dijo tras el juramento del nuevo Ejecutivo: “Estoy satisfecho, complacido. Este Gobierno nace en un clima positivo”. La cuestión es si el Gobierno de Mario Monti, este histórico gabinete de tecnócratas, se comportará a partir de ahora como el Gobierno soberano de Italia o como una simple subdelegación de la Unión Europea en Roma.
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