Abel Caballero dona a la Iglesia con dinero público un Sagrado Corazón de 84.000 euros que ya preside la ría de Vigo
La escultura de seis toneladas culmina una ermita inacabada gracias a un acuerdo del Ayuntamiento y la Diputación de Pontevedra con el Obispado
Un Sagrado Corazón de Jesús aupado en la cumbre de la torre de una ermita, a su vez encaramada en la cima de un monte al borde del mar, otea desde el pasado miércoles el espectacular paisaje de la ría de Vigo, con sus muelles, sus barcos, su ruido, sus bateas de mejillones y su urbanismo salvaje. La escultura, formada por seis piezas, mide seis metros y pesa otras tantas toneladas. Y completa, 71 años después y gracias a una aportación de más de 84.000 euros de dinero público, el proyecto para la ermita de Nosa Señora das Neves en el monte de A Guía, que firmó en octubre de 1951 Manuel Gómez Román, uno de esos arquitectos que, como Antonio Palacios, alimentaron el sueño, truncado por el desarrollismo, de una ciudad ordenada y monumental.
A mediados del siglo XX, la obra quedó sin rematar y en Vigo ya todo el mundo se había acostumbrado al perfil del templo sin el santo imaginado por el artista. Pero un convenio de donación al Obispado firmado entre el Gobierno municipal de Abel Caballero y la presidenta de la Diputación de Pontevedra, Carmela Silva, ha puesto la guinda que le faltaba al campanario. Junto a las Navidades más top y luminosas del planeta, el Sagrado Corazón pasará a la historia como parte del legado católico del regidor socialista, que la década pasada también batalló y logró salvar la Cruz de los Caídos del monte de O Castro, en contra de la orden de demolición de un juez que la consideraba símbolo franquista.
Aunque sus dimensiones son más modestas, muchos vigueses comparan ya la escultura labrada en la Escola de Canteiros de la Diputación de Pontevedra con el Cristo Redentor del Corcovado, en Río de Janeiro (Brasil), con el Cristo Rey de Swiebodzin (Polonia) o con el de la Concordia de Cochabamba (Bolivia). “Estamos encantados de haber completado esta obra de arte de un arquitecto extraordinario con una trayectoria democrática impecable”, clamó Caballero después de que se colocara la última pieza de granito de una figura que considera “excepcional, maravillosamente bien hecha”. El alcalde definió a Gómez Román como “el más importante arquitecto de Galicia” y defendió que su gobierno no podía “dejar que Vigo tuviese inconclusa” una edificación suya. “Es una obra de arte”, insistió el también presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias. “Es un faro en el fondo de la ría que se ve prácticamente desde todas partes”. “Faltaba la pieza más representativa” y los canteros “siguieron meticulosamente el dibujo” que dejó el autor, explicó mientras sacaba los planos originales en la rueda de prensa.
El convenio por el que la Diputación y el Ayuntamiento, gobernados ambos por el PSOE, asumieron respectivamente el coste de los 84.234,15 euros de la escultura y los 21.845,50 de la futura iluminación se enmarca en otro rubricado en noviembre de 2020 entre el Consistorio y la Diócesis de Tui-Vigo “para contribuir al mantenimiento, conservación, restauración, difusión y divulgación del patrimonio cultural de titularidad eclesiástica”. Según recoge la documentación oficial, tres días después del acuerdo, en la primera reunión de la comisión de seguimiento, fue el Obispado el que propuso la instalación del Sagrado Corazón.
“Es alucinante que financie a la Iglesia”
El alcalde de ciudad más votado de la democracia, con cerca del 70% de las papeletas a favor en las últimas municipales, sigue cosechando amores con estos golpes de efecto mientras agranda la brecha con los descontentos. No son pocos ni poco importantes los frentes abiertos y sus detractores aseguran que ni consulta, ni escucha. Entre ellos, la Federación de Asociaciones Vecinales Eduardo Chao de Vigo. Su presidenta, María Pérez, ve “alucinante que el Gobierno local financie a la Iglesia” a la vez que sale a la luz la polémica con los vecinos por parte de un cura, el de la parroquia de Bouzas, que “ni casa, ni bautiza, ni deja hacer procesiones y ha echado a la coral” del local de ensayo.
Mientras tanto, describe la representante vecinal, “hay temas básicos como el alcantarillado, con plagas de ratas y cucarachas”, o un camino cortado desde hace más de un año en la zona de As Travesas “porque se cayó un muro de titularidad municipal y no lo retiran”. “El Sagrado Corazón no era algo que hiciese falta... y si no se critica más es porque en esta ciudad no se puede criticar”, lamenta Pérez, “pero los barrios están abandonados, hay muchísima gente que no puede pagar el alquiler y hay lista de espera de dos meses con la trabajadora social”.
Ya hace dos años, cuando se conoció el acuerdo para la donación de la imagen a la Iglesia, la organización Europa Laica censuró en un comunicado que Caballero y Silva pusiesen “en evidencia otra vez la inclinación innegable de las instituciones públicas hacia la religión católica”. Para la asociación, la decisión “contraviene el artículo 16 de la Constitución, que declara que ninguna religión tendrá carácter estatal” y es también contraria al “principio democrático” de la “neutralidad religiosa de las instituciones estatales”. Desde la fecha en que trascendió el proyecto, la oposición sostiene también sus críticas: “Hoy, por fortuna, no estamos en el Vigo de 1951″, en el que encajaba aquel proyecto de Gómez Román, lamenta Marea de Vigo. “El barrio de Teis [donde está el monte de A Guía] tiene necesidades mucho más urgentes e importantes que una escultura gigante coronando una capilla”, recuerda al Gobierno local el BNG.
Un “skyline reaccionario”
Las quejas provienen también de colectivos memorialistas, que hablan del uso que tuvo esta representación de Jesús por el franquismo, o del teólogo Vitorino Pérez Prieto, que considera el culto al Sagrado Corazón un “anacronismo” de aquella “época pasada en la que se utilizó esa imagen de Jesucristo como emblema de discordia”. Históricamente, escribió Pérez Prieto, nació para hacer frente al laicismo de principios del siglo XX.
Representantes de la Asamblea Republicana comparecieron el pasado viernes ante los medios para denunciar el “desvío” de fondos de administraciones públicas como la Diputación de Pontevedra o el Ayuntamiento de Vigo para sufragar esta actuación. El grupo cuestiona el argumento de que la obra de Gómez Román estuviera inconclusa, y recuerda que aunque la estatua aparece en los bocetos, el arquitecto firmó la entrega de la obra y falleció años después sin reclamar su colocación. “Lo retoman ahora un alcalde y una presidenta de Diputación del PSOE. No hubo ni durante el franquismo ni en el posfranquismo ningún alcalde que lo hiciera”, reprocha el portavoz, Celso Pazos, que achaca la inversión a un “deseo personal” de Caballero. El mismo deseo que le llevó a mantener la Cruz de los Caídos, porque “es una máquina registradora de votos y busca los votos”.
El representante municipal de Marea de Vigo, Rubén Pérez, ve el caso como “bochornoso desde el punto de vista de la memoria histórica”, porque “la Falange promovía cuestaciones populares para llenar España de imágenes del Sagrado Corazón”. Por su parte, Xabier Pérez Igrexas, del BNG, considera “intolerable destinar dinero público a esto”, porque “no hay interés público, sino solo afianzar el interés electoral del alcalde en algunos sectores”. “Lo que no logró completar la dictadura, lo logra Abel Caballero con esta estatua y con la cruz de O Castro”, zanja el BNG: un “skyline reaccionario” para Vigo.
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