Cita con el hombre que ves siete veces al día en las calles de tu ciudad
Nick Youngquest cambió el rugby por el yoga antes de convertirse en imagen de Invictus, la fragancia más ambiciosa de Paco Rabanne
Entre siete y diez. Ese es el número de veces que me cruzo por la calle con la imagen de Nick Youngquest durante los quince minutos que tardo en llegar al hotel donde voy a hacerle una entrevista. El modelo australiano, imagen de la fragancia Invictus (Paco Rabanne) y, ahora también, de Invictus Intense, es una presencia diaria que cualquier urbanita se encuentra decenas de veces al día. Cuando se lo digo, se echa a reír. "No creas, a mí también me resulta raro", contesta. "A veces voy por la calle, veo mi imagen y me entran ganas de esconderme. Pero es solo un momento, porque en el fondo es muy cool. Ver tu cara por todas partes es tremendo. Mis amigos me mandan whatsapps con fotos de mis anuncios todo el tiempo. Y a mi madre le encanta, claro".
La vida de este australiano nacido en Sídney en 1983 cambió radicalmente cuando, hace cinco años, la firma de perfumería Paco Rabanne, perteneciente a la compañía española Puig, le contrató para ser la imagen de Invictus, un ambicioso lanzamiento presentado en un frasco con forma de trofeo. "Antes ya había hecho algunas sesiones de fotos, pero siempre a menor escala, y con fines benéficos", explica. "Tenía una ligera idea de cómo funcionaba todo este mundo, pero nunca pensé que pudiera irme tan bien. Lo disfruto mucho, y viajo bastante, pero aparte de eso mi vida no ha cambiado tanto".
"A veces voy por la calle, veo mi imagen y me entran ganas de esconderme. Verte por todas partes es tremendo. Pero a mi madre le encanta, claro"
Su carrera como modelo publicitario arrancó cuando su vida se encontraba en un periodo de transición. Acababa de mudarse a Nueva York junto a su mujer y buscaba nuevos horizontes profesionales tras retirarse del rugby, el deporte al que se había dedicado profesionalmente en Australia y Reino Unido. "El rugby es un deporte difícil y bastante duro. Hace cuatro años que lo dejé y todavía hay partes del cuerpo que me duelen, pero también enseña mucho sobre resiliencia y sobre capacidad de trabajo a diario", afirma. "Lo disfruté mucho en su momento aunque no tenga intención de volver a hacerlo. Estoy orgulloso de haber llegado tan lejos, pero el rugby pertenece a mi pasado".
En la campaña de Invictus, Youngquest interpreta precisamente a un deportista que, tras haber ganado un partido, saluda a las masas y se dirige victorioso a un vestuario donde le esperan una troupe de musas ligeras de ropa. ¿Algo que ver con la realidad? "La verdad es que no", contesta riendo.
"El deporte profesional no es tan glamuroso. A veces mis excompañeros de equipo bromean sobre eso, porque la verdad es que esas cosas nunca suceden cuando uno entra al vestuario". ¿Se siente identificado entonces con el protagonista de Invictus? "Que hubiera un paralelismo con el mundo del deporte hizo que todo fuera más fácil", explica.
"En el fondo tengo un lado muy competitivo, como él. Y también sentido del humor. El guiño final, la sonrisa del spot, tiene mucho que ver conmigo. Yo soy así. Me río mucho. Me paso el día riéndome, y míster Invictus también". ¿Le gusta la fama? "A veces me choca que la gente me reconozca por la calle, sobre todo en España", afirma. "Aquí todo el mundo se sabe de memoria mis anuncios. Es raro, porque soy mucho más famoso en España que en Estados Unidos o Australia, donde la gente conoce Invictus, pero mi imagen no está por todas partes".
Entonces, ¿todo esto tiene algún inconveniente? "Bueno, hace poco me hicieron una estatua de cera, y la verdad es que fue muy raro. Me hicieron una foto. Yo me miraba a mí mismo. Muy extraño". Ya que interpreta a un auténtico paradigma de la masculinidad contemporánea, le preguntamos por su opinión al respecto. Por los tópicos respecto a lo que implica ser un hombre. "Los tíos estamos cambiando", responde. "Al menos, me gusta pensar que somos más sensibles y que cada vez nos replanteamos más nuestro papel en el mundo, aunque la actualidad y la política a veces nos quita la razón".
Youngquest, además de como modelo (y, anteriormente, deportista) también es conocido por su implicación en causas sociales y benéficas. "Siempre he intentado que el deporte fuese un medio para lograr otras cosas y aportar mi granito de arena al cambio. Por eso estoy encantado de correr la maratón de Nueva York en beneficio de Team for Kids, una plataforma que ofrece actividades extraescolares a niños estadounidenses. Y pronto correré también la media maratón en defensa de los derechos humanos de la comunidad LGTBQ, una causa con la que siempre he estado comprometido".
Una vez rota la imagen de tipo duro, hablamos de lo que más le interesa desde hace cuatro años: el yoga. En teoría, a eso se dedica –a ser profesor de yoga– aunque, confiesa, desde que fichó por Paco Rabanne ha tenido que aparcar temporalmente la docencia. "Viajo mucho, y al principio era complicado, porque tenía que buscar sustitutos. Así que ahora me conformo con practicar yoga a diario, y con disfrutar de todo lo que este trabajo me ofrece".
Asegura que el yoga y la meditación han cambiado su vida. "El rugby es un deporte muy competitivo, y el yoga no lo es en absoluto. A veces en las redes sociales se ve a mucha gente poniendo posturas rarísimas y extravagantes, pero el yoga no va de eso, sino de sentirse mejor". Su mujer, también profesora de yoga, ha tenido que ver en esa transformación. "Cuando dejé el rugby me costó mucho retirarme. Me pasaba el día nervioso. Pero ahora lo he superado y ni siquiera lo veo por la tele. Me gusta vivir el presente".
Dado que Youngquest presenta un perfil sin fisuras –deportista, simpático, guapo y centrado–, ¿hay algo que se le dé mal? "El tenis", responde riendo. "Hubo una época en que jugaba mucho con un amigo. Pudimos echar 50 partidos, y nunca logré ganarle ni un set. Yo estaba obsesionado por mejorar, pero no había forma. Rompí 25 raquetas entrenando y no conseguí nada. Pero la meditación te enseña a asumir mejor esas cosas". ¿Lo ha superado, entonces? "Bueno, a veces pienso que, ahora que hago yoga y tengo buena forma física, quizás sería el momento de volver a Australia y jugar al tenis con este amigo. Puede que incluso lograra ganarle". El espíritu competitivo, a pesar de todo, sigue ahí.
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