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Tengamos el turismo en paz

Colombia encara el posconflicto con la esperanza de atraer visitantes y de que estos sean un acicate para la estabilidad y el desarrollo

Avistar aves en Guainía (Colombia) es ahora posible gracias al proceso de paz.
Avistar aves en Guainía (Colombia) es ahora posible gracias al proceso de paz.PROCOLOMBIA
Pablo Linde
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En la guía de Lonely Planet sobre Colombia, más de la mitad del mapa es una sombra gris de la que no hay referencia alguna: ni restaurantes, ni alojamientos, ni recomendaciones. Excepto una: mejor no vaya por allí. Además de la densidad selvática que imposibilita escrutar muchos lugares de la zona oriental, el área gris es sobre todo la mancha del conflicto armado que ha asolado al país durante medio siglo.

La Amazonía colombiana ha sido un rehén más del conflicto entre el Estado y las guerrillas. Ningún viajero medianamente sensato se habría aventurado por un territorio del cual muchos de sus propios habitantes han tenido que huir, dejar sus tierras y hogares por miedo a perder la vida.

En la próxima edición de la guía de viajes, sin embargo, tendrán que trabajar para colorear esta enorme zona de sombra. El proceso de paz que vive Colombia está abriendo nuevas rutas que fueron insondables para los turistas (nacionales o extranjeros) durante décadas. La XVI Cumbre Mundial de Premios Nobel de la Paz, que se celebró la semana pasada en Bogotá, reservó un foro a abordar cómo aprovechar esta y otras oportunidades similares para el desarrollo del país. Muchas de las ilusiones allí expresadas venían de parte de los propios colombianos, que por fin podrán conocer todo su país.

Salió a la palestra incluso el lado positivo de la guerra. “Buena parte del país es casi virgen. Eso es excepcional para el desarrollo turístico. Y sucede, paradójicamente, gracias a las guerrillas. Por ellas hemos sorteado los errores que se cometieron en otras partes del mundo y podemos aprovechar este aprendizaje para evitarlos”, reflexionó Jean Claude Bessudo, presidente de Aviatur, la mayor agencia de viajes de Colombia.

La Amazonía colombiana ha sido un rehén más del conflicto entre el Estado y las guerrillas

En este nuevo contexto, el Gobierno colombiano tiene la tarea de aprovechar la paz para atraer turismo y aprovechar el sector para mantener la paz. La ministra del ramo, María Claudia Lacouture, se mostró convencida de que esa es una labor conjunta de nacionales y visitantes. Su departamento ya está promoviendo 12 nuevos corredores turísticos que unen los tradicionales destinos del país con otros hasta ahora inexplorados. “Queremos que cuando un viajero llegue a Cartagena [de Indias, principal destino turístico] vea las oportunidades que tiene alrededor”, afirmó. Y, en esto, Colombia no se queda corta. Es el país con mayor biodiversidad por kilómetro cuadrado del mundo, el segundo en términos absolutos tras Brasil. Y, como la paz no es algo que haya llegado de la noche a la mañana, las cifras ya han comenzado a mostrar el interés por estos nuevos destinos: La Macarena, uno de los epicentros del conflicto con un privilegiado entorno natural, pasó de 1.500 visitantes en 2010 a más de 15.000 en 2015, según los datos que aportó la ministra.

Pero no basta con que haya cesado la guerra —o que haya remitido de forma extraordinaria, pues la paz en Colombia no puede ser calificada de completa—. José Ramos, expresidente de Timor Oriental y premio Nobel de la Paz en 1996, advirtió que paz y seguridad no son una misma cosa. "Si no se crean las condiciones para los que han dejado las armas puedan tener dignidad, harán lo que mejor saben hacer, lo que han hecho siempre: retomarlas y unirse a bandas en el país. Y esta situación será más difícil de controlar. Es más fácil lidiar con organizaciones insurrectas organizadas que con bandas dispersas", subrayó.

En el nuevo contexto, el Gobierno colombiano tiene la tarea de aprovechar la paz para atraer turismo y aprovechar el turismo para mantener la paz

Y para que esto no suceda, el primer requisito es el diálogo. Esos errores evitables de los que advertía Bessudo tienen mucho que ver con la irrupción irrespetuosa y sin medida en territorios inexplorados. "Si no se genera comunicación con las comunidades, el turismo no será sostenible. Tiene que compartir sus valores y entender sus necesidades. Lo primero que crea paz es aportar una vida digna, trabajos, que la gente sea capaz de crear su propio destino", opinó Bruce Poon Tip, director ejecutivo de G Adventures, uno de los principales grupos de turismo de aventuras en el mundo. "Hay que buscar qué es valioso para los indígenas. Porque no confían ni en el Estado ni en las empresas ni creen en el dinero. Ellos están muy orgullosos de su historia y normalmente quieren contarla al resto del mundo. Nuestra labor sería, con respeto y diálogo, ayudarles en esta misión".

En esta comunicación, una clave es no crear demasiadas expectativas, en opinión de Sue Snyman, directora de Wilderness Safaris: "En estos nuevos contextos es habitual que la gente crea que el turismo lo va a solucionar todo, y no es así. Sucedió en Sudáfrica tras el apartheid. En 1994 se hicieron grandes promesas y no todas se cumplieron. Esto genera frustraciones que no ayudan a mantener la paz y el desarrollo. El primer paso en lugares donde no había turismo es la educación: equipar a la gente con las herramientas para hacer un buen trabajo. En África no había mucho turismo doméstico por lo que era un fenómeno que no se entendía bien".

Si no se crean las condiciones para los que han dejado las armas puedan tener dignidad, harán lo que mejor saben hacer: retomarlas

Y, por no perderse en las proclamas y las buenas intenciones, Megan Epler Wood, directora de la Iniciativa turismo sostenible universidad de Harvard, advirtió de que el ecoturismo no va a ser la panacea, tampoco en Colombia. No va a superar el 5% del total, según sus predicciones basadas en otras realidades similares. "Hay que pensar más macro. En la cultura, las costas, los ecosistemas y cómo pueden protegerlos. Porque no es un proceso amable, es brutal. Es rápido; ustedes van a perder territorio comprado por inversores de fuera. El turismo es una oportunidad, pero puede crear grandes problemas. Cómo proteger la cultura, la tierra, la forma de vida es algo que tiene que plantearse en este nuevo contexto. Y esto no solo se hace con buenas intenciones o ética", apuntó. Como casi todas las realidades, es difícil conocerlas sin datos. "Hay que medir el impacto del turismo para saber hacia dónde va", recomendó la académica.

El camino, según Julián Guerrero, vicepresidente de turismo de ProColombia, es usar el "tsunami" de visitantes que augura para los próximos años como un medio de profundizar en la cultura del país y "reinterpretar el pasado".

También participó en el foro Daniel Houghton, director ejecutivo de Lonely Planet, quien definió sus publicaciones como un medio para "ayudar a la gente a entender un lugar". Tiene trabajo por delante. La media Colombia que llevaba décadas en una zona de sombra, una superficie mayor que España, está todavía por comprender para millones de personas, incluidos muchos colombianos.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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