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Una piedra milenaria puede desvelar el misterio de los etruscos

Un hallazgo permite avanzar en la comprensión de la lengua de esta civilización

El investigador Gregory Warden ante la estela etrusca.Vídeo: MUGELLO VALLEY PROJECT / EL PAÍS VÍDEO
Guillermo Altares

Los etruscos fueron la primera civilización que construyó ciudades en Europa occidental, en el siglo VIII antes de nuestra era, y sin su influencia no se puede entender la antigua Roma que, a su vez, explica nuestro presente. Su arte, como los sarcófagos de los esposos o la escultura l'Ombra della sera que inspiró a Giacometti, conecta con la sensibilidad contemporánea como ninguna representación artística de la antigüedad. Prueba de ello son la cantidad de exposiciones que protagonizan —hace dos años, llegaron a coincidir tres en Francia y dos en España, todas con piezas de primera fila—. Sin embargo, es una cultura rodeada de misterios: desde el mismo origen de este pueblo, sobre el que los expertos discuten desde los tiempos de Heródoto, hasta su lenguaje, del que se ignora más de lo que se conoce. Una estela descubierta recientemente en Poggio Colla, en el norte de Italia, puede ayudar a elucidar alguno de estos misterios.

La piedra caliza del siglo VI AC, de 220 kilos, formaba parte de un templo y fue descubierta el pasado mes de abril, aunque los primeros resultados acaban de ser anunciados en un congreso en Florencia y serán publicados este mes en la revista Etruscan Studies. Contiene la tercera inscripción etrusca más larga que se conoce, pero su importancia radica sobre todo en el contexto: la inmensa mayoría de las estelas de esta cultura que han sobrevivido son funerarias, salvo las láminas de Pyrgi que permitieron avanzar mucho a los investigadores. Sin embargo, en este caso es votiva. Al cambiar el entorno, cambian las palabras.

"La estela es muy importante por diferentes motivos", explica el arqueólogo Gregory Warden, profesor emérito de la Southern Methodist University of Dalles y presidente del Franklin College en Lugano, codirector de la excavación en la que se encontró. "Una inscripción como esta nos proporcionará evidencias importantes sobre el lenguaje etrusco, de hecho ya nos ha ofrecido nuevas palabras. Podemos tardar años en descifrarla entera, pero ya nos está dando nuevos datos", prosigue Warden. Es muy difícil encontrar puntos a los que agarrarse cuando se estudia el etrusco porque es una lengua no indoeuropea y que está relacionada con el lemnio, un idioma anterior al griego que se hablaba en la isla de Lemnos, en el Egeo oriental. Se conoce su alfabeto y se entiende el funcionamiento de su gramática, pero muchos significados escapan todavía a los investigadores.

Escritura en uno de los laterales de la estela.
Escritura en uno de los laterales de la estela.Mugello Valley Project

Puede parecer un hallazgo menor —una piedra milenaria, unas cuantas palabras que se tardarán años en conocer y que no superan seguramente los 120 caracteres—, pero ha revolucionado el mundo de la etruscología: en arqueología la mayoría de los descubrimientos importantes son así, pequeñas piezas que permiten completar un puzzle mucho más grande. La tumba de Tutankamón se descubrió una vez y las películas de Indiana Jones son eso, películas. "Es un hallazgo excepcional que nos permitirá avanzar en nuestro conocimiento del lenguaje, la historia, literatura y creencias de esta cultura", explica Jean Macintosh Turfa, conservadora en el Museo de Arqueología de la Universidad de Pennsylvania —que alberga una de las grandes colecciones etruscas de EEUU— y coordinadora entre otros volúmenes de The Etruscan World, que no ha participado en el descubrimiento, pero se muestra entusiasmada.

"En arqueología el contexto lo es todo", señala por su parte el profesor Warden. "Es la primera vez que un objeto de tal magnitud está tan documentado. Sabemos dónde y cómo estaba instalado. Y la inscripción menciona al dios Tinia y la diosa Uni y corrobora que el santuario estaba dedicado a una divinidad femenina, tal vez conectada con la fertilidad". La investigadores tienen por delante años de trabajo en la piedra de Poggio Colla hasta que consigan primero restaurar un objeto que ha pasado 2.500 años bajo tierra y luego descifrar su contenido. Jean Macintosh Turfa agrega: "Existen tan pocas inscripciones largas, por eso estamos seguros de que esta pieza nos va a proporcionar muchos datos. Sin embargo, es muy blanda y delicada, con lo que los investigadores tienen que tomar muchas precauciones para limpiarla". Como ocurre desde hace cientos de años, el misterio de los etruscos se resiste a ser revelado.

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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