Soy una madre vaga, bueno ¿y qué?
¿Quién quiere planchar camisetas con este calor con lo bien que se quedan estiradas con la mano?
Me van ustedes a perdonar pero tengo que confesar que si en invierno me cuesta ser una madre que cumple escrupulosamente con rutinas y horarios, ya en verano ni les cuento. Definitivamente, y muy a pesar de mi señora madre, que en su día me preparaba platos de frutas armoniosamente colocados por tonalidades y formas en el plato, soy una madre rematadamente vaga. Bueno, ¿y qué?
La ñoñería tiene los tentáculos muy largos y llega siempre a todos los lugares, obviamente también al sanctasanctórum que es la maternidad. Igual es un fenómeno de siempre, pero yo lo noto ahora porque me ha tocado la etapa de la cursilería más galopante de la historia de la humanidad en plena crianza de mis retoñas. Para todo lo relacionado con el cuidado de los críos hay cientos de normas, y ojo que como te salgas de alguna de ellas, ya incurres en delito tan grave que pobre de ti como lo cuentes en las redes sociales. Entonces sufrirás una lapidación en forma de 140 caracteres en cero coma nanosegundos. Eso por no hablar de las críticas de la abuela (materna), que no concibe que "esas niñas vayan sin peinar".
Soy esa que lee el periódico y se toma el vermú mientras mi marido vigila y entretiene a las niñas
A veces caigo en el masoquismo de compararme con el resto de las madres, y es entonces cuando caigo en la cuenta de que soy rematadamente vaga. Y ya en verano, como soy del norte y a mí el calor me mata, ni te cuento. ¿Quién quiere ponerse a planchar camisetas con este calor con lo bien que se quedan estiradas con la mano? Además, ¡si a los cinco minutos van a estar otra vez arrugadas!
Vale, también en invierno soy un poquito vaga, pero sólo en fin de semana, tampoco se crean. Si ustedes ven la idílica estampa de familia tomando el aperitivo, yo seré esa madre que lee el periódico y se toma el vermú mientras es mi marido el que se encarga de vigilar y entretener a las niñas. No te digo nada cuando la pequeña anuncia a bombo y platillo que quiere hacer caca (es pisar un restaurante y entrarle las ganas a la tía). Cuando eso pasa, entonces me suelo inventar una llamada e incluso me levanto del sitio para escuchar mejor. Que lo haga el padre, que el pobre el resto de la semana apenas las ve. Yo, silbando.
La madre vaga en verano puede tener a los niños sin duchar varios días. Total, están todo el día en remojo en la piscina y como bien dice Cecilia Jan, "lo que no quite el cloro"... Si nos coincide la playa, busco que tengan duchas, y cuando llega el momento de irse a casa, con un buen chorro queda todo solucionado. Ni jabón ni champú que contamina y no es bueno para la piel. De cepillos y similares tampoco tenemos muchas noticias. Con el pelo mojado y una buena coleta, buen aspecto tienen las criaturas sin necesidad de pelearse con los nudos.
¿Que nos vamos a cenar al típico chiringuito y la pequeña se queda dormida en el carrito con la ropa puesta? Pues con esa ropa dormirá, ¿para qué me voy a arriesgar a despertarla? Además, no se conoce estudio científico que evidencie que les pueda pasar nada malo. ¿No dormíamos muchas veces de jóvenes la mona con la ropa con la que habíamos salido y aquí estamos tan pichis? Pues eso.
Una psicóloga me cuenta que esta vaguería no tiene más que ventajas, para la madre y para los niños
En el tema comidas, meriendas y cenas, más de lo mismo. Oiga, que guisar o freír en verano no es plan. Una tostada con mantequilla, un vaso de colacao y arreando que es gerundio. Que sí, que las vitaminas y los nutrientes del pescado y la verdura están muy bien y por eso en invierno los comemos a mansalva, pero oye, que alimentarse de helados y pan tampoco es tan grave. ¿No?
En lo que sí que no pliego velas es en lo de jugar. Miren, yo lo de tirarme al suelo como que no. Menos mal que no soy modelo y no me tengo que mantener delgada corriendo detrás de los niños por la casa (eso es lo que dicen siempre las modelos como secreto de su figura, eso, dormir 8 horas y beber agua). Que jueguen al pilla pilla entre ellas que yo fui mamá añosa.
Lo malo de las redes sociales es que ves a otras madres colgando fotos de manualidades varias (también en verano) y entonces piensas para tus adentros: ¿pero esto es lo que se supone que tiene que hacer una madre abnegada y entregada? Porque yo es que ni tirarme al suelo con ellas a jugar como para encima hacer manualidades que encima ¡no son del chino!, son de la pesadilla de moda, el DIY (do it yourself). Solo pensar en todo lo que tendría que hacer y me dan ganas de tumbarme. A saber: mirar tutoriales en YouTube, ir a la tienda a comprar los materiales (con el calor que hace), sentarme con ellas y hacerlo...quita, quita, solo de pensarlo me hace hiperventilar.
¿Y qué me dicen de los horarios? Caos total. ¿Qué la mayor quiere ver otra vez una película y son ya las doce de la noche? Pues venga, si total estamos de vacaciones. ¿Si quiere comer un poco de chocolate media hora antes de comer? Bueno, pues total, estamos de vacaciones...
La parte positiva de todo esto es que, según expertos en crianza como la psicóloga Mónica Serrano (autora del curso Maternidad feliz, crianza respetada), ser una madre vaga en épocas estivales no solamente no es malo, sino que tiene unas consecuencias muy positivas, ya que "te permite liberarte de ciertas tareas que puedes delegar en otros, como hacer la cena o bañar a los hijos. Esto te permite ganar ese tiempo extra de momentos de placer para ti, que te permitirá estar de mejor humor para acompañar emocionalmente a tus hijos". Sobre el sentimiento de culpa (que parece que te lo ponen de serie en el paritorio), mejor desterrarlo, porque ser una madre vaga en verano solo aporta beneficios para nuestros hijos (eso ya me lo imaginaba solo con recordar mi propia infancia) ya que, continúa la psicóloga, "cuando relajas las normas y rutinas le das también a los niños la oportunidad de tomar más elecciones, lo que hace que aprendan a ser más responsables y a mejorar la autoestima".
¿Se dan cuenta de que ser una madre en época vacacional solo trae beneficios? Las vacaciones son para vaguear, para no hacer nada; dicen los italianos que es el dolce far niente, pero a mí me gusta más cómo lo decimos los españoles, el arte de papar moscas.
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