_
_
_
_
_
CLAVES
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Partido de excepción

El tiempo institucional impone una cultura de consenso: frente a la movilización popular, la práctica parlamentaria

Máriam Martínez-Bascuñán
Pablo Iglesias hace declaraciones a los periodistas en el Congreso, tras formalizar su acta de diputado de la XII legislatura.
Pablo Iglesias hace declaraciones a los periodistas en el Congreso, tras formalizar su acta de diputado de la XII legislatura. J. J. Guillén (EFE)

Hay periodos excepcionales que dan lugar a nuevas divisiones del espacio político, donde lo más relevante es la delimitación del territorio propio frente a los demás. Esta premisa inspirada en Carl Schmitt es la que han sostenido hasta ahora los dirigentes de Podemos.

En primer lugar se formula un tiempo político en clave de cambio histórico. Los acontecimientos se precipitan hacia la realización necesaria de la victoria política. Algo similar a lo que Marx describió a partir de las contradicciones del capitalismo y el triunfo indefectible del momento comunista. En nuestro caso, nos hallaríamos ante una “segunda transición” liderada por un “bloque histórico” destinado a sacar partido de lo que ahora se interpreta como “momento populista”. En segundo lugar, es preciso delimitar el campo político a partir de una nueva división, las élites políticas y económicas frente a las clases populares cuya voz se expresa por boca de sus dirigentes. Ahí está el necesario relato épico que produce la movilización política.

Desde esta perspectiva la esencia de la política es la capacidad de liderar los términos de la confrontación, orientar situaciones en un determinado sentido político. Frente a la mera gestión cotidiana de los asuntos públicos, el liderazgo aparece cuando se crea “la frontera” que delimita el espacio propio. Esta forma de entender lo político en sistemas parlamentarios encaja mejor con el tiempo electoral, con ser “máquina de guerra electoral”. El tiempo institucional impone una cultura de consenso: frente a la movilización popular, la práctica parlamentaria; frente a las nuevas divisiones creadas, la geografía del Congreso prefija sus propias lógicas espaciales a partir del eje izquierda-derecha; frente al afán por distinguirte de tu adversario, aparece de forma imperiosa la necesidad de llegar a acuerdos con él, entrar en negociaciones, votar reformas conjuntas. El liderazgo cede paso a los “ejércitos regulares”, la acción política a “la congelación parlamentaria”.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

¿Cómo impulsar movilización popular y construcción épica al mismo tiempo que se gestiona la rutina?¿Cómo pasar del momento de la excepción vinculado con la crisis a una agenda de normalización? Es poco sexy, sí, y además endiabladamente difícil. @MariamMartinezB

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_