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NEUROCIENCIA

La ciencia reconecta los pensamientos y los músculos de un tetrapléjico

Un chico paralizado logra tocar la guitarra con un sistema que puentea su lesión medular

Manuel Ansede

Científicos de EE UU han logrado por primera vez que un tetrapléjico sea capaz de realizar movimientos complejos solo con sus pensamientos, hasta el punto de poder manejar una sencilla guitarra, agarrar una botella o pasar una tarjeta bancaria con precisión por una ranura. La primera persona que ha conseguido salir de la parálisis absoluta es Ian Burkhart, un chico estadounidense de 24 años que tuvo un accidente jugando con sus amigos en una playa en 2010. “Los médicos me dijeron que me había roto el cuello, que tenía una lesión en la médula espinal y que lo más probable es que pudiera mover los hombros, pero nada más, el resto de mi vida”, ha explicado Burkhart en un vídeo en el que muestra feliz sus nuevas habilidades.

Su recuperación no tiene nada de milagrosa, pero sí muchísimo de ciencia. Burkhart puede volver a moverse gracias a un dispositivo llamado NeuroLife, inventado por Battelle, una organización científica sin ánimo de lucro con 22.000 trabajadores en todo el mundo. Los investigadores, en colaboración con la Universidad Estatal de Ohio, implantaron una diminuta red de electrodos en el cerebro del chico. Con entrenamiento, el sistema es capaz de descifrar las señales cerebrales y enviarlas a un ordenador, que a su vez puentea la lesión medular y devuelve estímulos eléctricos directamente al brazo de Burkhart. Estos pensamientos traducidos se convierten en movimientos reales gracias a un manguito de 130 electrodos en el antebrazo derecho del joven. Si piensa en agarrar una botella y volcar su contenido en un vaso, su mano lo hace en tiempo real, sin que la orden pase por la médula espinal.

“Es la primera vez que una persona completamente paralizada ha recuperado el movimiento utilizando sólo sus pensamientos”, afirma Chad Bouton, director del equipo científico de Battelle antes de incorporarse al Instituto Feinstein para la Investigación Médica, en Nueva York. En 2014, su grupo ya anunció que Burkhart había sido capaz de hacer movimientos más sencillos, como mover torpemente los dedos o cerrar el puño. Ahora el chico es capaz de coger una botella, llenar un vaso y remover su contenido con una cucharilla. El extraordinario avance se publica hoy en la revista Nature.

Ian Burkhart, de 24 años, estaba condenado a no volver a moverse tras un accidente en una playa

“Estamos en las primeras etapas de desarrollo en el laboratorio, pero esperamos que algún día podamos mejorar esta tecnología hasta el punto de que pueda ayudar a gente con lesiones medulares, pero también a personas que hayan sufrido un ictus o incluso un traumatismo cerebral”, expone Bouton. El objetivo de los investigadores es que el dispositivo, en fase experimental y todavía muy aparatoso, funcione sin cables en el futuro lejano, conectando los pensamientos con los músculos.

“Lo ideal es que todo el sistema fuera implantado y subcutáneo, pero esa tecnología está sin desarrollar”, apunta el neurocientífico colombiano Jorge Collazos, del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, centro de referencia de lesiones medulares en España. Collazos subraya que el chico tetrapléjico acudió tres veces por semana durante 15 meses a sesiones de entrenamiento con el sistema. “Los electrodos implantados dentro de sistemas nerviosos provocan inflamación, las neuronas se pueden atrofiar y sus señales se pierden. En este caso, en los 15 meses de entrenamiento se perdió el 60% de los sitios de registro”, advierte el neurocientífico, ajeno al nuevo estudio. Collazos trabaja precisamente en la búsqueda de nuevos materiales que permitan el funcionamiento de los electrodos durante años dentro del cerebro.

“No solo tenemos que miniaturizar la tecnología, también necesitamos que sea capaz de proporcionar señales cerebrales útiles al menos durante 10 años, pero hasta la fecha solo tenemos estudios de unos pocos años en humanos”, admite Bouton. Su paciente, el joven que un día se quedó paralizado jugando con las olas, es más optimista: “Siempre he tenido un cierto nivel de esperanza, pero ahora sé, de primera mano, que en la ciencia y en la tecnología se van a producir avances que van a mejorar mi vida”.

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Sobre la firma

Manuel Ansede
Manuel Ansede es periodista científico y antes fue médico de animales. Es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Licenciado en Veterinaria en la Universidad Complutense de Madrid, hizo el Máster en Periodismo y Comunicación de la Ciencia, Tecnología, Medioambiente y Salud en la Universidad Carlos III

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