¿Se está exagerando el riesgo del zika?
El gran desconocimiento científico sobre el virus y sus efectos en los bebés infla el número de posibles casos e incendia el miedo a una epidemia global
Uno de los aspectos que más preocupan del virus del Zika es el desconocimiento que hay frente a preguntas muy básicas. Responderlas es clave para frenar la expansión del virus, que ha sido declarado emergencia global por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Estas son algunas de las mayores dudas
¿Cuántos infectados hay?
Hoy por hoy es imposible saberlo. Brasil, el país más afectado por el zika y su posible conexión con la microcefalia en bebés, calcula que hay entre 497.593 y 1.482.701 personas infectadas, es decir, una horquilla de un millón de personas que podrían ser claves para la rápida expansión del virus que se está viendo en América. Esta situación es más común de lo que parece. El dengue, una enfermedad olvidada, puede estar afectando a 300 millones de personas más de lo que calcula la OMS. Hasta hace poco, esta era la dolencia transmitida por mosquitos que más rápido se está expandiendo por el mundo.
¿Cuántos casos de microcefalia se han detectado?
Otro gran punto de incertidumbre es si el virus causa microcefalia y, si es así, cuánto. Y de nuevo hay muy pocos casos con los que comenzar a trabajar. Brasil ha registrado 4.783 casos posibles de microcefalia hasta el 30 de enero, según datos publicados el martes por el Ministerio de Salud. De todos ellos se han confirmado 404 bebés con microcefalia y otros problemas en el sistema nervioso central y solo 17 de ellos tendrían una conexión con el zika. Otros 709 casos han sido ya descartados.
Hoy por hoy es imposible saber cuántos afectados hay
¿Se ha exagerado el riesgo?
Las conexiones entre el zika y la microcefalia que tenemos hasta el momento son circunstanciales”
Puede estar sobredimensionado por el gran número de casos posibles que luego quedan en falsos positivos. Y en parte no, pues la expansión del virus por América del Sur ha sido excepcionalmente rápida y amenaza con hacerlo igual de rápido si llega a otros continentes. “Las conexiones entre el zika y la microcefalia que tenemos hasta el momento son circunstanciales”, reconoce Anthony Costello, pediatra experto en este trastorno neurológico que trabaja para la OMS. “Por lo que sabemos parece que está habiendo un aumento verdadero de los casos en Brasil que se han multiplicado por 10 respecto a la incidencia normal de la microcefalia”, explica. Pero también reconoce que el método que hasta ahora se ha estado usando para detectar posibles casos es una simple medida del perímetro craneal, algo “demasiado básico. Muchos de los bebés que caen dentro de la categoría de posibles casos resultan estar perfectamente sanos, lo que explica en parte los datos reportados por Brasil y los falsos positivos", admite Costello. Según el médico, el país ya está aplicando otras formas de diagnóstico “mucho más detalladas” que se basan en el seguimiento de la tasa de crecimiento craneal durante la gestación.
¿Hay una falsa burbuja de casos?
El hecho de que la OMS haya declarado la alerta global probablemente ha vuelto a los médicos de la región mucho más sensibles ante posibles casos y esto a su vez ha inflado el número de posibles casos, según un informe del Estudio Colaborativo Latinoamericano de Malformaciones Congénitas.
Desde la OMS resaltan otra posible conexión entre el virus y el síndrome de Guillain-Barré, una enfermedad autoinmune y paralizante que en este caso sí afectaría a los adultos infectados. Por ahora tampoco se ha establecido una relación causa-efecto, pero hay estudios en animales que muestran que el zika ataca preferentemente al cerebro, dice Costello.
¿Qué hace falta para detener la epidemia?
Uno de los objetivos más urgentes es desarrollar tests de diagnóstico válidos. Sólo una de cada cinco personas con zika desarrolla síntomas. Estos además suelen ser leves, por lo que muchos infectados nunca aparecen bajo el radar de las autoridades sanitarias. Además, el test diagnóstico actual solo puede confirmar la presencia del virus durante los primeros cinco o seis días de la infección. Un método más fiable es la detección de una respuesta inmune, es decir, si la persona ha desarrollado anticuerpos contra el zika. Pero actualmente las pruebas de este tipo o bien no están disponibles o bien no pueden usarse porque son incapaces de distinguir entre una infección de zika y otra de dengue. “Esperamos que en los próximos meses haya nuevos métodos de diagnóstico”, explica Costello. Esas herramientas serán imprescindibles para hacer estudios epidemiológicos en los hospitales brasileños para aclarar si el zika está dañando los cerebros de los bebés y hasta qué punto.
¿Cuándo habrá una vacuna?
Puede tardar años, especialmente si hay que pasar por todos los pasos regulatorios para demostrar su seguridad y eficacia. En el caso del ébola ese proceso se aceleró de forma significativa, y en este podría ocurrir lo mismo. Los primeros prototipos experimentales podrían estar listos a finales de año, según expertos consultados por Reuters. Pero para hacer realidad una vacuna es necesario que se sumen al proyecto farmacéuticas capaces de fabricarla en cantidad. Un día después de la declaración de emergencia de la OMS, el gigante farmacéutico Sanofi abrió una línea de investigación para desarrollar una vacuna. Es de esperar que si la epidemia continúa se anuncien importantes inversiones públicas en la investigación en este campo. Ya existen vacunas para otros virus transmitidos por mosquitos como la fiebre amarilla o el dengue. Estas podrían servir de plataforma para perfeccionar una vacuna del zika más rápido.
¿Por qué no se actuó antes?
El virus del zika es un gran desconocido, mucho más que el ébola antes de la gran epidemia que acaba de finalizar. Se debe en parte hasta que hasta hace muy poco no se conocían casos de enfermedad grave ligados a este patógeno. Su origen es el bosque de Zika, en Uganda, donde se aisló en 1947 del cadáver de macacos. Cinco años más tarde se detectó el primer caso en humanos. El primer brote en el que se detectaron defectos neurológicos en los infectados (Guillain-Barré) y también un aumento de los casos de microcefalia en bebés sucedió entre 2013 y 2014 en la Polinesia Francesa. El virus llegó a la Isla de Pascua (Chile) en febrero de 2014. En mayo de 2015, el zika fue detectado en el noreste de Brasil. Antes había existido un primer brote de virulencia
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