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¿Cómo quiero vivir el resto de mi vida?

La tendencia es cada vez más visible. A los 40 años, muchas mujeres revisan su situación personal: un trabajo de horarios inflexibles, un sueldo insuficiente, padres e hijos exigentes Y deciden reducir sus jornadas, renunciar a ascensos e incluso abandonar sus empleos. Un error, según la autora de este texto. Pierden ellas, sus familias y sus empresas

Christopher Morris (VII)

Según un informe reciente publicado por el think tank británico IPPR, la familia tradicional en la que el hombre llevaba el dinero y la mujer cuidaba de la casa, antaño el modelo prevalente en toda la Unión Europea, está en pleno declive. En las últimas décadas se ha producido un cambio llamativo de la situación salarial de la mujer en Europa: cada vez son más las que mantienen un empleo remunerado después de crear una familia, y no solo eso, IPPR asegura que la tendencia parece haberse reforzado desde la crisis financiera mundial de 2008. En los últimos siete años, especialmente en España, Italia y Chipre, se han dado importantes incrementos de las tasas de empleo e ingresos entre las madres.

Los cambios trascendentales y duraderos como este tienen muchas consecuencias, que varían en función de las regiones y los países. Un fenómeno muy visible en Reino Unido –donde las madres tienen ­establecida su presencia en el mercado de trabajo desde hace decenios– es que, mientras las jóvenes progresan en su profesión y muchas veces ganan igual o incluso más que los hombres de su edad, es frecuente que las mayores de 40 años reduzcan sus ­jornadas, renuncien a ascensos que exigirían más tiempo en la oficina y, en ocasiones, incluso abandonen el mercado laboral. Como ­consecuencia, la brecha salarial y jerárquica entre hombres y mujeres se amplía con la edad. Y existen señales de que este mismo fenómeno está empezando a emerger en países como España: en la clasificación que hace la Organización Internacional del Trabajo en función del número de mujeres en puestos directivos, España ocupa el puesto 58 de 106, con una proporción de solo el 30% de los cargos directivos y el 5%-10% de los puestos en consejos de administración.

La revisión de los 40

Es lo que se denomina el castigo de la maternidad. Da la impresión de que a los 40 años algo empuja a las mujeres a revisar su situación personal y pensar cómo quieren vivir el resto de su vida. Es muy habitual que a partir de esa edad tengan que cuidar al mismo tiempo de unos hijos adolescentes y de unos padres mayores (que pueden tener problemas de salud y unas necesidades cada vez más exigentes), y hacer frente a todas esas responsabilidades cuando se trabaja es una receta infalible para el agotamiento. Por lo que se lee entre líneas –y en las numerosas conversaciones sobre el tema que se desarrollan en los nutridos foros de (la red social de parenting) Mumsnet–, al llegar ese momento, muchas mujeres trabajadoras, tanto en Reino Unido como en otros países con índices históricamente altos de empleo entre las madres, deciden que no quieren pasar otros 20 o 30 años sintiéndose cansadas y culpables, con el temor constante a no hacer bien las cosas en ninguna faceta de su vida.

El mejor momento

Cuando el trabajo implica un horario largo e inflexible y un sueldo que no compensa, no es extraño que muchas mujeres, si sus ingresos no son absolutamente necesarios para vivir, empiecen a preguntarse si no tienen otra cosa mejor en la que invertir sus energías que el empleo remunerado. Las cifras de Reino Unido muestran que, si bien las mujeres ganan lo mismo (o más) que sus colegas masculinos hasta los 39 años, a partir de los 40 empiezan a ganar un 14% menos por hora que ellos, una tendencia que se mantiene hasta la jubilación. Tampoco en esto está solo Reino Unido: un informe de la Comisión Europea en 2014 reveló que España, con el 17,8%, posee la mayor brecha salarial entre sexos de toda la UE, y que “la diferencia aumenta cuando las mujeres tienen hijos”.

En Reino Unido, muchas mujeres mayores se apartan del mercado laboral o disminuyen sus responsabilidades y recortan sus horarios. La Comisión de Igualdad y Derechos Humanos dice que el 17% de las desempleadas dejaron su último puesto de trabajo para cuidar de alguien, frente al 1% en el caso de los hombres. Muchas veces son mujeres que deberían estar en el mejor momento de su carrera: son maduras y responsables y conocen bien las empresas y los sectores para los que trabajan. El hecho de que dejen el mercado laboral no solo es malo para ellas, sino también para las compañías de las que se van y para la economía en general, sobre todo cuando esa decisión significa una brusca caída de sus aportaciones fiscales.

¿Qué se puede hacer? La tendencia a que trabajen más madres está arraigada y está bien vista por todos. Aunque algunas madres (y, cada vez más, también algunos padres) prefieren quedarse en casa con sus hijos cuando son pequeños, después de esos primeros años casi todas desean volver a trabajar porque les parece estimulante y les compensa o porque necesitan el dinero: hoy en día son pocos los que ganan un sueldo suficiente para mantener a una familia entera con una sola fuente de ingresos. Si las cifras no se equivocan, y el empleo materno en España empieza a parecerse al de Reino Unido y Alemania, a los empresarios españoles les convendría aprender de nuestros errores e introducir cambios fundamentales en el modelo laboral para que las mujeres mayores, valiosas, con más experiencia, sigan haciendo una contribución después de cumplir 40 y 50 años. En Mumsnet vemos una y otra vez que lo mejor que pueden hacer los jefes para retenerlas es ofrecer cierta flexibilidad: estar dispuestos a que cualquier trabajo se pueda compartir, permitir que la gente trabaje desde casa siempre que sea posible, confiar en que cada persona que necesite tiempo para recoger a sus hijos en el colegio o cuidar de sus ancianos padres recuperará luego esas horas.

Reino Unido está aprendiendo a las malas que es necesario adaptar los modelos del siglo XX para que encajen con las modalidades de empleo del siglo XXI, y que colocar obstáculos en el camino de las trabajadoras de más edad no es beneficioso ni para las mujeres, ni para las familias ni para el bienes­tar económico del país.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia. 

Justine Roberts es cofundadora y directora general de Mumsnet, una influyente red social para padres.

elpaissemanal@elpais.es

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