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Marc Gasol: "Me gustaría que cuando hablo se me respetara"

El deportista, que triunfa en la NBA, pide que no se utilicen sus palabras arbitrariamente y subraya su filosofía: "Currar, currar y currar"

Una de las cosas que más enorgullece a Marc Gasol es el hecho de unir a la gente a través del baloncesto.
Una de las cosas que más enorgullece a Marc Gasol es el hecho de unir a la gente a través del baloncesto.Xavier Torres Bachetta

Dicen que, encajonados entre el mayor y el pequeño, los hermanos del medio son los que siempre intentan llamar la atención. Los que dan la nota recordándole al mundo que existen. Marc nació entre Pau (35 años) y Adrià (22 años) pero, ya con 30 años cumplidos, ha optado por la discreción, sin renunciar a los grandes retos. El noveno jugador de baloncesto español en llegar a la NBA formó parte del mejor quinteto de la liga de las estrellas de la temporada 2014-15, ha conquistado campeonatos europeos y mundiales con la selección y, con mucho codo y poco miedo, se ha ganado algo más que un nombre con los Grizzlies de Memphis.

“Nunca he sentido que fuera alguien especial. Siempre he sabido que la única fórmula posible para llegar donde estoy era la del esfuerzo y el trabajo. Currar, currar y currar”, remarca el recientemente galardonado (junto a su hermano Pau) Premio Princesa de Asturias de los Deportes. “También es cierto que en todo momento he creído en mis posibilidades. Siempre he confiado en mí mismo, pero siendo consciente de cuál era el camino a seguir”, insiste convencido.

Gasol tiene claro que el deporte “no es solo ganar títulos”. Por eso decidió no participar en el reciente Europeo celebrado en Francia que concluyó con la selección española en lo más alto del podio, y con su hermano Pau proclamado como MVP del torneo. Su equipo, Memphis Grizzlies, le pidió un descanso. Y Marc fue obediente, aunque no todo el mundo lo entendió bien en España.

Es usted de los pocos deportistas que, si le preguntan, no elude su compromiso social.

Como partícipes de una sociedad tenemos que fomentar la tolerancia y el respeto hacia todas las formas de pensar. Ante lo diferente muchas veces perdemos las formas y la razón”

Formo parte de la sociedad y eso no se puede rehuir. Como deportista tengo el handicap de que todo aquello que digo y traspasa los límites de mi profesión puede ser usado como arma arrojadiza desde un lado u otro. Como partícipes de una comunidad tenemos que fomentar la tolerancia y el respeto hacia todas las formas de pensar. Como persona, nada me gustaría más que todo el mundo pudiera opinar sin temor a no ser respetado por aquellos que no comparten sus mismas ideas. Ante lo diferente, muchas veces perdemos las formas, y cuando se pierden las formas también se pierde la razón.

Una curiosidad. ¿Hablaría más de lo que habla si supiera que, aunque hubiera quienes no las comparten, sus palabras serían respetadas?

No, porque no me gusta ser noticia por este tipo de cosas. Soy plenamente consciente de la influencia que una persona de mi posición ejerce sobre la sociedad y muy especialmente sobre los más jóvenes, como para que me desdibujen haciéndome pasar por algo que no soy. Me vuelco en la responsabilidad de la fundación que comparto con mi hermano Pau, en la que trabajamos con niños y niñas, tanto en España como en Estados Unidos. No, no me gustaría hablar más, pero sí que me gustaría que cuando hablo se me respetara y que mis palabras no se utilizaran arbitrariamente.

Marc debutó con los Memphis Grizzlies en octubre de 2008. Tres años después ya era uno de los jugadores mejor pagados de la NBA. En 2013 fue elegido mejor defensor de la competición. Era la primera vez que un jugador europeo obtenía ese reconocimiento. La temporada siguiente Marc fue incluido en el mejor quinteto de la NBA. Y su hermano Pau (Chicago Bulls) fue seleccionado para formar parte del segundo mejor equipo de la campaña. Por primera vez en la historia del All Star, una pareja de hermanos jugó como titular el partido de las estrellas. Ambos protagonizaron el salto inicial de aquel encuentro.

¿Prefiere coger un rebote o meter una canasta?

Un rebote es la culminación del trabajo en defensa. En baloncesto gana el que mete más canastas, pero como soy, principalmente, un jugador de defensa, me gusta más coger rebotes que encestar.

En el baloncesto, obviamente, el físico marca el rol en la pista, pero ¿el carácter y personalidad también influyen en la posición?

Al máximo nivel profesional, llega un momento en el que el talento y el físico están muy igualados y lo que marca la diferencia es, efectivamente, el carácter. Luego hay casos excepcionales, genios únicos. Pero de estos, solo aparecen uno o dos cada 15 o 20 años.

Ha llegado a la cima de la NBA sin hacer ruido, discretamente.

Soy una persona muy tranquila. Tal vez mi hermano Pau, por todo lo que supuso su llegada a la NBA y lo que ha conseguido, ha tenido una mayor atención mediática o se le ha concedido más renombre. Se lo ha ganado. Personalmente, no tengo ningún problema en ocupar un segundo plano y pasar más desapercibido.

Para el jurado de los Premios Princesa de Asturias de los Deportes 2015, Pau y Marc son dos “extraordinarios deportistas” que han aunado “los mayores éxitos con una ejemplar labor social” [gracias a Gasol Foundation]. Los hermanos ya ganaron este galardón en 2006, como integrantes de la selección española de baloncesto.
Para el jurado de los Premios Princesa de Asturias de los Deportes 2015, Pau y Marc son dos “extraordinarios deportistas” que han aunado “los mayores éxitos con una ejemplar labor social” [gracias a Gasol Foundation]. Los hermanos ya ganaron este galardón en 2006, como integrantes de la selección española de baloncesto.

¿Esa discreción le hace rehuir de la notoriedad?

No, pero tampoco reclamo atención. En una sociedad que ensalza el individualismo yo me siento mucho más a gusto formando parte de la fuerza del grupo. En un deporte de equipo como el baloncesto, basado en valores como el compartir, ayudar y superar obstáculos juntos, no entiendo por qué intentar buscar siempre el mejor.

Es el baloncesto un deporte colectivo, pero en Estados Unidos se antoja muy individualista. Los equipos rara vez dan la impresión de piña que transmiten muchos conjuntos europeos.

 

Pasamos muchísimo tiempo juntos. Cada vez que llegamos a una ciudad para jugar, disfrutamos de una libertad que al mismo tiempo, por ser representantes de un equipo y de una liga como la NBA, también conlleva una gran responsabilidad. A diferencia del baloncesto europeo, en el que compartes habitación con un compañero y desayunas, comes y cenas con el resto del equipo, en la NBA podemos emplear nuestro tiempo libre como mejor creamos. Pasamos tanto tiempo fuera de casa que si no dispusiéramos de nuestro propio espacio acabaríamos locos. A ello hay que sumarle el hecho de que en la NBA muchísimos jugadores cambian de franquicia constantemente. Eso dificulta que acabes echando raíces en una ciudad o que te signifiques por completo con un equipo. Son escasos los jugadores que han desarrollado toda su carrera en un único equipo.

¿Será Marc Gasol una de esas excepciones?

El relocating [cambiar de trabajo] es algo que forma parte de la cultura americana. La gente no tiene problemas en hacer las maletas y mudarse a Wyoming, por ejemplo, si les surge una oferta de trabajo mejor. La NBA es la traslación al deporte de esta forma de entender la vida. Hoy juegas en una ciudad, pero mañana puedes defender otra camiseta y no pasa nada. Yo he tenido la suerte de, hasta el momento, desarrollar toda mi carrera en Memphis y haber compartido vestuario con diversos jugadores durante muchos años. Pero el mío es un caso anómalo. El life expectancy [esperanza de vida] de un jugador en una misma franquicia es realmente corto. La carrera media de un profesional de la NBA es de tres años y medio. Yo llevo siete en Memphis y mi compañero Mike Connelly, ocho. Junto a nosotros, hay varios jugadores que llevan cinco. Esta continuidad se ha traducido en uno de nuestros puntos fuertes como equipo.

Hábleme de Memphis. ¿Cómo es?

Es diferente. Una ciudad con un personalidad propia. Tal vez no atesora el atractivo mediático de otras ciudades de Estados Unidos, pero tiene mucho carácter.

La ciudad del blues, cuna del rock and roll. Una ciudad imprescindible en la cultura popular americana.

En la historia de EE UU, Memphis no solo ha sido clave en aspectos culturales, sino también en lo social. Es una ciudad en la que han pasado muchas cosas, y no todas positivas, esencialmente en cuanto a segregación racial. Como deportistas, tenemos el bonito reto de unir a la gente. Juntar en nuestro pabellón a personas que, si no fuera por el baloncesto, no compartirían nada. Algo de lo que me siento muy orgulloso.

De hecho, cuando le preguntan por lugares emblemáticos de Memphis, siempre recomienda el Lorraine, el motel en el que fue asesinado Martin Luther King.

Sí, más ahora que lo han renovado. El Lorraine Motel acoge el Museo de los Derechos Civiles. Cuando llegué a Memphis albergaba mucha información pero toda muy deslavazada. Desde que lo renovaron es espectacular. Una visita obligada. Junto al Lorraine hay dos lugares de Memphis que también me gusta recomendar. Uno es Graceland, la casa de Elvis Presley. El otro es el St. Jude Children Hospital, un hospital oncológico infantil que es mucho más que un hospital. Un lugar muy inspirador.

No le gusta hablar mucho sobre su futuro. Lo único que no ha ocultado nunca es que cuando deje la NBA le gustaría volver a jugar en Girona, si es que la ciudad tiene equipo en la ACB.

Y si no están en la ACB, muy probablemente, también.

Como hizo su amigo y referente, Darryl Middleton.

Coincidir en Girona con Middleton fue crucial. Salir del Barça, donde me formé como jugador, siempre genera duras. Aunque tenía mis miedos, fue el momento clave de mi carrera. Llegué a un club del que ya conocía a su entrenador, Svetislav Pesic, y a muchos de sus jugadores: Víctor Sada, Fernando San Emeterio, Gregor Fucka, Bootsy Thornton o el mismo Darryl Middleton. En el Barcelona aprendí mucho, especialmente a sacrificarte, luchar y valorar todo aquello que consigues. Pero si hoy soy el jugador que soy es gracias a las dos temporadas que jugué en Girona.

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