El postre es innecesario pero, si lo toma, ¿cuál es la mejor opción?
Podemos aligerar su contenido en grasa y azúcar, reservarlo para días especiales o sustituirlo por otras alternativas sanas
Etimológicamente postre significa porción que se toma al final de la comida. Su origen se remonta a 500 a.C., pero fueron los romanos quienes lo incluyeron como tradición. En aquella época constituyó un elemento importante al aporte de nutrientes en la dieta diaria. Sin embargo, actualmente, con la sobrealimentación y el repunte de la obesidad y la diabetes, lo más sensato sería prescindir de él.
“Si nos decantamos por un postre, lo mejor sería consumirlo en días puntuales, preferiblemente a la hora de la comida, eligiendo porciones pequeñas y dentro de un menú equilibrado", recomienda Elisabet Vázquez, nutricionista de Pronokal Group, "125 g de fruta con poca cantidad de azúcar: fresas, melón o sandía, por su contenido en fibra, vitaminas y minerales, aunque hay que tener en cuenta que pueden provocar gases o sensación de hinchazón”. La Dra. Katy Eftekhar, especialista en medicina ortomolecular, advierte de que además “su contenido en glucosa puede generar picos de insulina”. De opinión similar es José María Escudero, nutricionista, de Clínica S&O: “Si se toman después de una comida copiosa tardan más en digerirse, en algunos casos puede favorecer procesos de fermentación, provocando desequilibrios en la flora bacteriana. Son excepciones, por ejemplo, la manzana que contiene almidones, la piña y la papaya que facilitan la digestión de las proteínas”.
Paula Rosso, nutricionista del Centro Médico Lajo Plaza, se decanta por “el kiwi, que favorece una buena digestión al contener una enzima proteolítica llamada actidina que, tal como ocurre con la bromelina de la piña o la ficina de los higos, ayuda a disgregar las proteínas y evita las digestiones pesadas, la gastritis o la formación de gases, junto a su alto contenido en fibra que favorece el tránsito intestinal”.
¿Al natural o preparadas?
“Cualquier ingrediente que acompañe la ración de fruta (vino, zumo, almíbar) está sumando calorías a nuestra dieta”, dice Elisabet Vázquez, aunque Katy Eftekhar opina que “macedonias o peras al vino rojo pueden ser buenas opciones, añadiéndoles un poco de canela, ya que por su contenido en cromo y cinc evita los picos de insulina que generan la glucosa contenida en estas frutas”, según un estudio llevado a cabo por el Hospital Mike O’Callaghan Federal.
La opción láctea, ¿mejor sin grasa?
Un metanálisis sobre 16 estudios observacionales concluye que los productos lácteos no desnatados no aumentan el riesgo de obesidad ni de padecer enfermedades cardiovasculares
"Un yogur que aporta proteínas, calcio y fermentos lácteos, preferiblemente desnatado" es otra opción para Elisabet Vázquez. Y también para Paula Rosso: “La leche es rica en triptófano y además contiene calcio, que ayuda a la absorción de triptófano, mejor la versión baja en grasa”. Así como para José María Escudero: “La mejor opción es el yogur, por su menor contenido en lactosa y si es de cabra aun más recomendable, siempre desnatados". Un estudio realizado por la Unidad de Investigación del centro de salud La Alamedilla, muestra que las personas que habitualmente consumen productos lácteos desnatados presentan mejores parámetros de salud cardiovascular que aquellas que los toman enteros, pero a la Dra. Katy Eftekhar no le terminan de convencer: “La diferencia calórica entre desnatados y enteros es mínima, y el proceso de “desgrasar” estos lácteos se realiza por medios químicos o físicos, por tanto, lo convierte en un alimento procesado que no es muy saludable consumirlo”. Un metanálisis sobre 16 estudios observacionales concluye que los productos lácteos no desnatados no aumentan el riesgo de obesidad ni de padecer enfermedades cardiovasculares.
¿Con o sin azúcar?
“Limitaremos el consumo de azúcar y recomendaremos el de edulcorantes artificiales como por ejemplo el aspartamo o la sucralosa”, dice Elisabet Vázquez. Pero la doctora Eftekhar nos advierte de que “edulcorantes sintéticos como sacarina, aspartamo... Tienen efectos negativos como el agotamiento pancreático". Un estudio del Weizmann Institute of Science (Israel) publicado en la revista Nature sostiene que el consumo de estos aditivos provoca en algunas personas intolerancia a la glucosa y alteraciones metabólicas. "Aconsejo para endulzar, de forma moderada, edulcorantes naturales como miel, siropes de manzana, uvas, agave o incluso caña de azúcar (azúcar moreno), ya que al no estar refinados, preservan sus propiedades nutricionales, como el aporte de minerales, entre ellos el cromo que es un regulador del metabolismo de carbohidratos simples en el cuerpo", indica Vázquez.
Tartas, bizcochos, flanes, cremas...
"Son siempre una mezcla de azúcar y grasa, que debemos evitar tanto si queremos controlar nuestro peso, como evitar enfermedades tipo diabetes, colesterolemia... En fechas señaladas, se puede consumir una porción pequeña, procurando que los platos que hayan precedido el postre sean alimentos ligeros: ensalada, parrillada de verduras, carne baja en grasa o pescado blanco al horno, recomienda Elisabet Vázquez y añade que otra opción es elaborar nuestros propios bizcochos, lo que nos permitirá controlar las cantidades de azúcar y grasas utilizadas, y mejorar la calidad de estos productos.
Desafortunadamente, la industria utiliza un tipo de grasa artificial, 'trans' o 'hidrogenada'. El cuerpo humano no las reconoce y no sabe cómo metabolizarlas Katy Eftekh, doctora
Según el Estudio de Nutrición y Riesgo Cardiovascular en España, los españoles consumimos de media 112 gramos de azúcar al día. La doctora Katy Eftekh explica que : “Es el dulce veneno blanco que roba minerales y oligoelementos vitales, multiplica por tres las necesidades de vitaminas del grupo B, está vinculada a enfermedades cardiovasculares, osteoarticulares y degenerativas, aporta calorías vacías… (Dr. Rainer H. Straub, del departamento de Medicina Interna del Hospital Universitario Resensburg. Estudio publicado en enero de 2012). En cuanto a las grasas, hay dos tipos: saturadas, dañinas, e insaturadas, saludables, que tienen propiedades nutricionales y funcionales importantes. Entre las insaturadas tenemos mono-insaturadas (aceite de oliva, canola) y poli-insaturadas (omega 3, omega 6). Desafortunadamente, la industria utiliza un tipo de grasa artificial, 'trans' o 'hidrogenada'. El cuerpo humano no las reconoce y no sabe cómo metabolizarlas. Por eso es aconsejable elaborar nuestras propias tartas, galletas o bizcochos, utilizando grasas saludables como aceite de oliva".
¿Y si sustituimos un plato por un postre?
Tan mal nos ponen los expertos esta dulce tentación que apenas dejan resquicio para el placer. ¿Y si dejamos hueco para el postre? “En una alimentación variada y equilibrada, no se recomienda sustituir platos principales por postres debido a las carencias nutricionales que conllevan este tipo de cambios", explica Elisabet Vázquez. “Ocasionalmente podemos hacerlo, siempre que el postre haya sido realizado en las condiciones y materias primas antes mencionadas, es decir, con índice glicémico bajo, grasas saludables, harinas no refinadas, chocolate negro…”, concede la doctora Katy Eftekhar.
Pero la más “sana y saludable opción, sería sustituir el postre por una infusión relajante o digestiva”, recomienda Elisabet Vázquez, y prácticamente todos los expertos están de acuerdo. Paula Rosso: "El té verde es perfecto. Es un gran antioxidante por su alto contenido de catequinas e isoflavonas que lo transforman en aliado contra el envejecimiento y evita el endurecimiento de las paredes arteriales. También el chai, una infusión asiática que contiene té negro, canela, clavo de olor, semillas de cardamomo, anís estrellado, jengibre y pimienta. Tiene grandes propiedades antioxidantes y digestivas”.
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