A Julie Gayet solo le falta el título
Sus apariciones en público son cada vez más frecuentes. Y aunque todavía no ha oficializado su relación con Hollande, los franceses ya colocan a la actriz en el paisaje del presidente
Lo sentimos, está intentando acceder a una página que no existe. Verifique la URL que ha tecleado y vuelva a intentarlo”. Si se intenta acceder a la página que el portal de la presidencia francesa solía reservar a las actividades de la primera dama, la respuesta será este sucinto mensaje. La pestaña quedó suprimida en enero de 2014, tras la estrepitosa evacuación de Valérie Trierweiler del Elíseo. François Hollande salió escarmentado de aquella experiencia. El presidente ha blindado su vida privada como ninguno de sus predecesores. “Los asuntos privados se tratan en privado”, repite desde entonces, como si fuera un mantra protector.
Por eso, cuando Julie Gayet apareció el jueves, por primera vez en la historia de su relación, en un acto público presidido por Hollande, muchos detectaron un punto de inflexión en la estrategia de extrema discreción que han llevado hasta ahora. La actriz y productora, de 43 años, se presentó por sorpresa en un homenaje a los resistentes que combatieron con De Gaulle en el Mont Valérien. ¿Amaneció Francia ese día con una primera dama oficial? “No estaba allí en calidad de primera dama, sino como nieta de un resistente. Esa no es su estrategia ni la del presidente. Prefieren la discreción y la reserva. No hay que sobreinterpretar esas imágenes. Ella aparece en el paisaje, pero no quiere imponerse”, analizó el periodista Nicolas Domenach, siempre bien informado en los círculos del socialismo.
Prefieren ser reservados. Ella aparece en el entorno de Hollande, pero no quiere imponerse”
Gayet llegó sola. Presenció la ceremonia entre 4.000 asistentes y no posó con el presidente. Oficialmente, estaba allí acompañando a su abuelo, el cirujano Alain Gayet, de 92 años, héroe de la familia de burgueses izquierdistas en la que creció. Pero este sorprendente capítulo –juran que Hollande ni siquiera advirtió a los servicios de la presidencia sobre su asistencia– es sintomático de un giro que cuesta ver como casual. En los últimos tiempos, la legendaria discreción de Gayet se ha atenuado sustancialmente. Su visibilidad ha aumentado a través de apariciones de perfil bajo, pero cada vez más recurrentes. “En dosis homeopáticas, los franceses la ven aparecer y colocarse en el paisaje del presidente, sin que este parezca totalmente decidido a salir de la ambigüedad”, afirmó el escritor Serge Raffy en el semanario L’Obs, próximo al centro-izquierda. “¿Cómo creer que una puesta en escena tan perfectamente controlada no ha recibido el asentimiento del presidente? ¿Cómo no imaginar que el jefe del Estado no ha pensado que este era el momento ideal para entronizar a la mujer que comparte su vida?”.
Su ambigua relación provoca que Royal, ministra y exmujer del político, actúe como primera dama
Desde el mes pasado, Gayet ha encadenado las intervenciones públicas, a menudo justificadas por su oficio de intérprete y productora. En mayo se la vio en el festival de Cannes presentando una de sus películas como productora, la rumana El tesoro. Después, en dos ocasiones en Roland Garros y en el lanzamiento de la temporada estival en Disneyland París, además de participar en varios certámenes de cine, como el festival de Cabourg, donde presentó otra de las películas que ha producido, La voz en off, del chileno Cristián Jiménez. Además, ha asistido a actos benéficos contra la pobreza o el cáncer de mama. Y el sábado pasado fue nombrada miembro de la Cofradía de Saint-Émilion, localidad cercana a Burdeos conocida por su reputadísimo vino. Esta hermandad, creada en 1199, tiene la misión de controlar la producción y la calidad de los caldos de la zona y acoge a personalidades comprometidas con la cultura vitícola. Es el caso de Gayet. “En mi familia, cuando uno cumple 15 años, se le organiza una degustación. Mi abuelo me organizó una cata vertical, con vinos de un mismo château en distintas añadas”, explicó en Saint-Émilion. A la mañana siguiente, Hollande inauguraba el salón profesional Vinexpo a escasos kilómetros. “Tiene el estilo y la agenda de una primera dama. Ahora solo le falta el título”, rezaba por su parte Paris Match, que le dedica esta semana su portada.
Su peculiar estatus de primera dama oficiosa también genera, a veces, extrañas configuraciones protocolarias. Fue esa ambigua condición la que explicó que fuera la ministra de Medio Ambiente, Ségolène Royal, expareja de Hollande y madre de sus cuatro hijos, quien diera la bienvenida a los Reyes a principios de este mes en el Elíseo. Descubrir a la pareja reconstituida resultó, por lo menos, desconcertante. “Necesitaban una mujer ministra para acompañar a la Reina de España en su coche”, justificó Royal ante el alboroto provocado. “He cumplido con mi papel institucional. No voy a prohibirme estar allí solo porque corro el riesgo de que resulte ambiguo. No me hago esas preguntas. Solo actúo con sencillez”, añadió la número tres del Ejecutivo francés. Antes, Royal ya había acogido al papa Francisco y representado a Hollande en Israel y en Cuba, donde incluso pronunció un discurso que debía declamar él.
Un 46% de sus compatriotas considera que será un hándicap para la reelección del presidente
Hasta la irrupción de Gayet en el Mont Valérien, se diría que los franceses habían aceptado esta atípica situación. Este es, después de todo, el país donde Félix Faure, presidente entre 1895 y 1899, murió en brazos de su amante. Y la nación donde François Mitterrand, un siglo más tarde, escondió a una segunda familia secreta durante décadas con el dinero del contribuyente. ¿O puede que no lo sea tanto? Según un sondeo de Ifop para el portal Atlantico publicado esta semana, el 46% de los franceses creen que Gayet será “un hándicap” de cara a la reelección de Hollande en 2017. Solo un 11% la cualifican como una “baza” a jugar.
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