_
_
_
_

"Al fin se asocia juguetería erótica con salud"

Profesionales del sector observan una sensibilidad 'eco' creciente en la compra de aparatos para el goce íntimo. Las siliconas de uso médico marcan la pauta

Hace ya años (en 2008) Greenpeace lanzó un decálogo para practicar sexo sin perjudicar el planeta. Las medidas pasaban por apagar las luces durante el coito, consumir afrodisíacos naturales, reciclar los juguetes sexuales, bañarse en pareja o evitar el derivado del plástico PVC (por las emisiones tóxicas al medio ambiente). Pero no ha sido hasta hace poco cuando la industria del juguete sexual, y sobre todo el consumidor, ha tomado conciencia no solo del respeto hacia el medio ambiente, sino también al propio cuerpo.

Precisamente, este informe de Greenpeace fue el punto de arranque para Gabriel C., fundador y director de L’Arbre des plaisirs, una las primeras boutiques de juguetes sexy sin ftalatos. Actualmente factura en torno al medio millón de euros. “Tras un informe que Greenpeace mandó a la Comisión Europea en 2008 se me ocurrió la idea de crear esta web. El informe hablaba de la presencia de los ftalatos en la mayoría de los juguetes sexuales vendidos en el mercado y alertaba sobre el hecho de que pudieran ser nocivos para el aparato reproductor masculino y tóxicos para la reproducción. Así que pensé en vender productos sin ftalatos, que protegieran tanto el medio ambiente [al convertirse en residuo, persiste, como contaminante, en suelos y sedimentos] como a los consumidores”.

Pero, ¿qué es exactamente esta sustancia de nombre impronunciable? Un producto químico que hace del plástico un material más flexible. Hay varios tipos, y de todos ellos, la UE ha prohibido seis. “De ciertos componentes de los plásticos (como ftalatos, parabenos, bisfenol…) aún se están estudiando sus efectos en el organismo. Y hay controversia. Para hablar de daño, habría que demostrar y explicar la migración de estos compuestos al organismo, qué cantidad y durante cuánto tiempo, puesto que no toda exposición tiene el mismo riesgo”, tranquiliza Brais Abuin, químico y responsable del laboratorio medioambiental Denga.

L’Arbre des Plaisirs también tiene muy presente su compromiso con el medio ambiente: recicla juguetes sexuales (reciclaje electrónico: como los pequeños electrodomésticos) y por cada juguete que vende, planta un árbol en los bosques tropicales.

Cuanto más porosos son los materiales del juguete, más fluidos absorbe, más difícil es de higienizar y más residuos suelta. Los mejores son de silicona, cristal de borosilicato y acero” (Sara Pérez, responsable de Los placeres de Lola)

Los placeres de Lola es una tienda erótica que abrió sus puertas hace ahora 10 años en el barrio de Lavapiés de Madrid y que se ha convertido en referencia incontestable. Según Sara Pérez, su responsable, ya se percibe una mayor sensibilidad hacia los materiales que utiliza esta industria y sus consecuencias. “Hasta hace bien poquito no se asociaba la juguetería erótica con la salud, pero, afortunadamente, esta visión está cambiando a pasos agigantados. Y al fin se hace”. Así, materiales hasta ahora muy utilizados como el PVC, el látex o cualquier otro plástico están empezando a retirarse y a desaparecer. La razón es la porosidad: “Cuanto más porosos son los materiales del juguete, más fluidos absorbe, más difícil es de higienizar y más residuos suelta. Los componentes más recomendables son: la silicona de uso médico, el cristal de borosilicato y el acero”, añade la experta en sex toys. Entre la amplia oferta, Sara Pérez destaca: “Los huevos de cristal o de materiales semipreciosos, que fortalecen el suelo pélvico, y los lubricantes sin parabenos [dañinos solo en caso de alergias o intolerancia a los conservantes, según la FDA]. Pero cuidado con las glicerinas [que actúan de lubricante], porque pueden alterar el pH de la vagina. También conviene tener en cuenta que no hayan sido testados sobre animales: la crueldad y el placer son dos cosas que no deberían ir de la mano”.

Consoladores artesanos

BS Atelier es una empresa artesanal que utiliza maquinaria casi doméstica y, por tanto, con repercusión mínima sobre el planeta. Fabrica dildos (consoladores) manualmente y uno a uno. En resumidas cuentas: en una fábrica china se pueden llegara a hacer 50.000 dildos en un mes; en el taller de Sabela Dopazo se tardan 20 minutos en hacer uno, y se puede personalizar cada producto según los gustos y necesidades del cliente.

Sabela Dopazo, una de sus fundadoras, nos cuenta cómo surgió la idea: “Venimos de Bellas Artes, somos un grupo activista feminista que trabajaba con temática de género. De hecho, conocimos el dildo desde el punto de vista artístico y fotográfico. A través de la tienda Los placeres de Lola entré en el mundo de la sexualidad más desde un punto de vista educacional y terapéutico. Ahí vimos que había un hueco en el mercado de fabricación de dildos artesanal, de forma sostenible, ecofriendly y con materiales que no fuesen nocivos para el cuerpo… y nos lanzamos”. Ahora exportan a Estados Unidos, Canadá, Australia, Japón o China y están en las mejores tiendas de España.

Pero no solo eso, lo más importante es que el control de la manufactura es total: “Solo utilizamos materiales de uso médico y farmacéutico, como la silicona, que es hipoalergénica e inocua, y no va a alterar el organismo”, detalla. Otra de sus ventajas es que, aunque no es reciclable, esta juguetería "dura eternamente”, como describe Sabela Dopazo. Un dildo de este tipo no es de usar y tirar, es para toda la vida, asegura. “No desprende sustancias nocivas para el medio ambiente, ya que la silicona proviene del silicio de la arena, así que incluso su explotación no es tan nociva como la de otros materiales. Además, la que nosotras usamos es esterilizable: la puedes hervir como una tetina de biberón”.

En lo que todos coinciden es en cómo ha crecido la concienciación en los usuarios de juguetes sexuales. “Antes”, dice Sara Pérez, “los consumidores iban a comprar y les daba un poco igual, el factor determinante era el precio. Ahora ya no: se buscan objetos sin sustancias hipoalergénicas [susceptibles de producir alergias], que sean ecológicas, etc. Y es normal. Si reciclamos más y cuidamos como nunca nuestros hábitos y alimentación, ¿cómo no vamos a velar por algo que usamos de un modo tan íntimo?”.

La lista de la compra

En cosmética erótica existen buenas opciones como los lubricantes Yes, fabricados con ingredientes naturales que no dañan las mucosas y protegen la piel; los preservativos French Letter, de comercio justo y cuyo látex proviene de bosques en la India gestionados de manera sostenible; y Bijoux Indiscrets, cuyas creadoras son mujeres españolas, comprometidas con los derechos de los animales y el medio ambiente, que utilizan ingredientes de la cosmética tradicional y vegan friendly.

Para juguetes sexuales, Sara, de Los placeres de Lola, recomienda los productos de Lelo, Fun Factory  o PussyBat, una línea realizada exclusivamente en maderas nobles. Y destaca los de la firma BS Atelier, una marca española de dildos que se rige por principios de sostenibilidad.

Siga leyendo para una vida buena…

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_