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“Otros no tuvieron tanta suerte”

El director de Seguridad Alimentaria de Save the Children en Nepal relata cómo vivió el terremoto y todo el trabajo posterior para evitar un drama mayor, sobre todo, a los niños

Penachos de humo se elevan desde las piras en Aryaghat, el lugar donde los hindúes de Katmandú incineran a sus muertos, el pasado 27 de abril.
Penachos de humo se elevan desde las piras en Aryaghat, el lugar donde los hindúes de Katmandú incineran a sus muertos, el pasado 27 de abril.om Van Cakenberghe (Save the Children)

Un partido de fútbol no es un lugar donde suelas experimentar una tragedia, pero eso fue lo que ocurrió el sábado. Estaba con un amigo viendo un partido local en Katmandú cuando la tierra comenzó a temblar de forma violenta. Antes de ser conscientes de lo que estaba pasando, estábamos todos en la calle, agarrándonos los unos a los otros, para no caernos al suelo. Minutos después la pared del estadio se derrumbó y la gente salió corriendo y gritando, muchos de ellos cubiertos de sangre.

Peter Oyloe.
Peter Oyloe.

Pensé instantáneamente en mi mujer y mi hijo de 15 meses. Mientras ayudábamos a los heridos, intenté desesperadamente llamarles para comprobar si estaban bien. Trabajamos para llevar a la gente al hospital sabiendo que, en cuestión de horas, las infraestructuras médicas estarían colapsadas. Después de 20 minutos agónicos, finalmente, conseguí localizar a mi mujer. Habían sobrevivido. Habían salido corriendo de la habitación donde dormían y se refugiaron en el jardín.

Otros no tuvieron tanta suerte. Sabemos ahora que miles han muerto y se te rompe el corazón al escuchar cómo la cifra de muertos aumenta cada día que pasa. He visto colas enormes en las puertas de los hospitales, mareas de gente desesperada por recibir tratamiento. Y el caos se ha multiplicado por las numerosas réplicas que han sacudido la ciudad. Después de cada réplica, pacientes que estaban en la cama, incluso con vías en los brazos, salen corriendo a la calle. La gente tiene demasiado miedo como para quedarse dentro.

Mientras regresaba a casa el sábado, la magnitud del daño se hacía cada vez más clara. El barrio antiguo de Katmandú, lleno de edificios históricos y templos religiosos, está reducido a escombros en algunas zonas. El terremoto se ha llevado por delante siglos de historia, además de infraestructuras vitales para un país tan pobre como Nepal, que necesitará toda nuestra ayuda para recuperarse.

Después de cada réplica, pacientes que estaban en la cama, incluso con vías puestas en los brazos, salían corriendo a la calle

Como decenas de miles de nepalíes, he pasado las últimas horas durmiendo fuera de casa con mi familia en el jardín. Como nosotros, muchos amigos y vecinos. Aunque las casas se mantengan en pie, nadie se siente seguro durmiendo dentro. El domingo, una gran réplica derribó muchos más edificios, aumentando el estado de nervios de la gente, que además tiene que soportar las fuertes lluvias a la intemperie. Y las réplicas no han terminado aún.

A pesar del estrés, todo el mundo está compartiendo sus bienes con los demás, especialmente los que tienen agua potable o un lugar de refugio. Son cosas que escasean para los dos millones de niños afectados. Miles de niños y sus familias están viviendo en la calle bajo finas lonas. Hace frío y llueve, es difícil conseguir agua potable y los niños están empezando a ponerse enfermos.

Además de cuidar de mi familia, tengo una gran responsabilidad en mi trabajo tratando de ayudar a los demás. Una vez que localizamos a todo el personal de Save the Children, la oficina se puso en marcha para repartir ayuda a los niños y familias afectados por todo el país.

Llevamos trabajando en la mayoría de las zonas que han quedado afectadas por el terremoto desde 1976. Nuestra red de trabajadores locales, junto con compañeros de Australia, Estados Unidos o Reino Unido, está repartiendo lonas para proteger a las familias de la lluvia. También hemos distribuido kits para bebés y de higiene, con artículos como ropa, pañales, jabón o cepillos de dientes para la gente que se ha quedado sin casa. Los afectados se están amontonando en campamentos improvisados, donde no hay instalaciones de agua y saneamiento, lo que supone un serio riesgo de brotes y contagio de enfermedades. Las prioridades inmediatas son: comida, agua potable, cuidado sanitario y refugio.

A pesar del estrés, todo el mundo está compartiendo sus bienes con los demás, especialmente los que tienen agua potable o un lugar de refugio

También me preocupa que ahora haya una emergencia médica a nivel psicológico. Los niños han vivido escenas terribles. Muchos han perdido a sus padres y seres queridos y verse sacudido literalmente por las réplicas es aterrador para un adulto, pero mucho más para un niño. Los esfuerzos para proporcionar tratamiento médico y especialmente para tratar el trauma en los niños son primordiales. Save the Children cuenta con décadas de experiencia ayudando a pequeños a recuperarse de desastres y estamos aquí de nuevo para asegurarnos de que reciben el apoyo que necesitan.

Ahora mismo estamos haciendo todo lo posible para llegar a la gente que se encuentra aislada en ciudades y pueblos remotos cercanos al epicentro del terremoto. La situación en la capital es desesperada, pero al menos la gente ha recibido ayuda. En áreas remotas la ayuda ha llegado a muy poca gente. Hay informaciones de pueblos totalmente destruidos, aludes de tierra y cuerpos aún entre los escombros. Esperamos que el balance final no sea tan malo como se teme, pero seguiremos trabajando sin descanso allí donde sea necesario.

Peter Oyloe es director de Seguridad Alimentaria de Save the Children en Nepal.

Para colaborar con Save the Children en la emergencia de Nepal

Teléfono: 900 37 37 15

Santander ES13 0049 0001 5224 1001 9194

Caixa Bank ES89 2100 1727 1202 0003 2834

BBVA ES83 0182 5502 5800 1002 0207

Bankia ES81 2038 1004 7168 0000 9930

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