_
_
_
_
_
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cal y arena en Grecia

Tsipras busca un estilo menos agresivo de negociar pero amenaza con un referéndum

La eurozona y los mercados han recibido con optimismo la dilución del papel del mediático ministro de Finanzas Yanis Varoufakis como único y todopoderoso negociador del rescate griego. El primer ministro Alexis Tsipras, acuciado por la creciente crisis de liquidez y consciente de que el rutilante profesor grecoaustraliano dificultaba la consecución del urgente acuerdo, ha realizado una operación de cirugía fina (y para equilibrarla, ha amenazado con un referéndum si la negociación sale mal): mantiene al economista como titular aparente de esa negociación, pero erosiona su función al volcar sobre él su propia silueta, menos desgastada.

Editoriales anteriores

Y lo hace, además, nombrando a tres altos funcionarios (tres, no uno ni dos) para funciones clave en las conversaciones: el coordinador del grupo de negociación en la persona del viceministro de Exteriores, Efclidis Tsakalotos; el secretario encargado de las conversaciones técnicas en Bruselas, Yorgos Juliarakis, y el nuevo coordinador de las mismas en Atenas, Spyros Sagas, su propio jefe de gabinete.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Este triple movimiento de piezas tiene también un triple significado. Supone una rápida respuesta constructiva a la unánime crítica de los socios de la moneda única, que la semana pasada mostraron en el Eurogrupo de Riga una general animadversión al estilo negociador de Varoufakis. Y que llegaron a plantear en voz alta la conveniencia de un plan b distinto a una solución amistosa para la continuidad de Grecia en el euro.

En la dinámica de las conversaciones supone que Atenas restablece las relaciones de fluidez con la troika (aunque se la llame con otra denominación de origen) a la que a partir de ahora y contra lo que venía sucediendo se le suministrarán todos los datos económicos necesarios.

En lo personal, las decisiones de Tsipras implican un sonoro varapalo a Varoufakis, considerado por muchos el principal obstáculo a la consecución de acuerdos. Nadie ha discutido la trayectoria y cualidades académicas del profesor, pero su altivez, la propensión a endilgar lecciones a sus iguales y su estilo desenfadado lindante con la provocación han transformado la expectativa general, e incluso la favorable predisposición de varios Gobiernos, en incomodidad y desafección. El seductor profesor radical ha acabado por concitar la inquina de todos, justo lo contrario del imperativo que debe mover a un buen negociador: ganar aliados.

Las decisiones de Tsipras deben facilitar el desbloqueo de las negociaciones y recuperar el tiempo perdido. Otra cosa es que el primer ministro haya envuelto esos cambios en una apelación a la posible convocatoria de un referéndum si fallase el acuerdo. Esta alusión puede deberse a un intento de compensar su apariencia de mayor flexibilidad; o a un aviso de que quedan muchos desacuerdos de fondo, una vez obviados los de estilo; o a un incipiente esbozo de un cambio estrategico de alianzas de futuro, en mayor sintonía con las líneas predominantes en la UE.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_