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El eclipse que recorrerá Europa

La ocultación del Sol por la Luna, el viernes, solo será visible en su totalidad en el Atlántico norte, pero se verá parcial en todo el continente

Eclipse de agosto de 1999, similar al del 20 de marzo.
Eclipse de agosto de 1999, similar al del 20 de marzo.ANTONIO DEL SOLAR (PLANETARIO DE MADRID).

El viernes 20, poco después de las nueve de la mañana en la península Ibérica, y si el tiempo lo permite —si está nublado, siempre queda Internet—, empezará un espectáculo celeste de primer orden que será visible desde toda Europa. La luna nueva cruzará por delante del Sol ocultando poco a poco el disco de la estrella: un eclipse solar. Unos miles de personas en dos archipiélagos del Atlántico Norte (las islas Feroe y las Svalbard) tendrán el privilegio de ver el Sol negro, la estrella completamente tapada por la Luna y su luz asomando blanquecina por los bordes, durante casi tres minutos en la mejor posición. Pero serán millones los que, en toda Europa, Norte de África, Oeste y Norte de Asia y Oriente Próximo (y en América solo en un extremo de Terranova), tendrán la oportunidad de presenciar un eclipse parcial, con la estrella del Sistema Solar más o menos tapada por el satélite natural de la Tierra. En el continente no se observará otro hasta 2026.

En esta ocasión, la ocultación total del Sol, que comenzará al sur de Groenlandia y terminará casi en el Polo Norte recorriendo una franja sobre la superficie terrestre de 462 kilómetros de ancho, acumula varias coincidencias, con la estrella en su máximo de actividad en el ciclo de 11 años. “La morfología de la corona [solar] será simétrica, similar a la observada, por ejemplo, en el eclipse de Australia de 2012, y muy distinta de la del de Siberia de 2008, cuando el Sol se encontraba en un mínimo de actividad y la corona presentaba una asimetría muy acentuada”, explicó, desde las Feroe, Miquel Serra-Ricart, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias y veterano cazador de eclipses.

Dos al año o más

Los movimientos de la Tierra alrededor del Sol y de la Luna en torno a la primera hacen que, al menos dos veces al año y hasta un máximo de siete, el satélite natural se interponga entre la Tierra y el Sol haciendo eclipses solares.

  • Al ser el Sol 400 veces mayor que la Luna y estar 400 veces más lejos, su tamaño aparente en el cielo es similar.
  • Si la órbita lunar no estuviese inclinada respecto al plano de la eclíptica, la Luna se interpondría exactamente entre la Tierra y el Sol en cada luna nueva, provocando un eclipse, dice el Planetario de Pamplona.
  • La pequeña inclinación (casi seis grados) de la órbita lunar basta para que la mayoría de las veces la Luna pase al norte o al sur del Sol. Solo hay eclipses totales de Sol con la luna nueva en la misma eclíptica o muy cerca.
  • En 2015 hay dos eclipses totales lunares y dos solares (uno parcial y uno total).

Además, la ocultación empieza 15 horas antes del equinocio de marzo que marca el inicio de la primavera astronómica en el hemisferio Norte, “con alta probabilidad de formación de auroras boreales”, añadía Serra-Ricart, con la esperanza de captar la imagen insólita del Sol negro y esas espectaculares luminiscencias del cielo. Precisamente en los días pasados se ha registrado una intensa actividad geomagnética que ha permitido ver auroras incluso en latitudes más bajas, como las de Escocia o el norte de EE UU.

Y el jueves, un día antes de la ocultación solar, la Luna esta, en su órbita, en uno de los puntos más cercanos a la Tierra este año, aproximándose hasta 357.583 kilómetros del planeta (cuando el eclipse se produce con la luna nueva alejada, es anular y, se ve la circunferencia oscura con un anillo de Sol radiante alrededor).

Se produce un eclipse Solar cuando se cruza la Luna entre la estrella y la Tierra proyectando su sombra sobre una franja del planeta. Como, desde la superficie terrestre, el Sol y La luna tienen casi el mismo tamaño aparente en el cielo (la segunda es mucho más pequeña pero está mucho más cerca), los discos de una y otro se ven solapados casi exactamente en el caso de elipse total. Eso es lo que verán en las Feroe y en las islas árticas de Svalbard, mientras que incluso a miles de kilómetros de la franja de totalidad, se podrá ver un trozo de la Luna cubriendo una parte del Sol. El viernes, la máxima duración de la totalidad se verá al norte de las Feroe, donde, en un barco que cuente con la buena suerte del cielo despejado, se observará el Sol cubierto por completo durante dos minutos y 47 segundos.

El eclipse arranca alrededor de una hora antes de alcanzar la totalidad. En la península Ibérica, cuanto más al norte, más Sol se verá cubierto por la Luna: en A Coruña, un 76%, en Madrid, casi el 67% y en Barcelona, el 64%, (según informa el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología, que invita a todos los aficionados a observar el fenómeno desde su sede de Alcobendas, en Madrid). En Londres el 87% del Sol se tapará, y en Escocia, el norte de Suecia, de Noruega y de Finlandia, el 97%.

A las 9.04, hora peninsular española, visto desde Madrid, el disco oscuro de la luna nueva empezará a morder el disco solar, informa el Planetario de Madrid, que organiza la observación del eclipse (junto la Obra Social la Caixa) en sus instalaciones. El disco lunar irá “avanzando desde el borde superior derecho del Sol, ocultando, según pasan los minutos, una mayor cantidad del disco solar”, adelantan los expertos. “A las 10.08, acontecerá el máximo, instante en el que el área que nuestro satélite ocultará del disco del Sol será del 66,5%”.

Para quienes presencien la ocultación total en el Atlántico Norte será un espectáculo extraño, con el Sol tapado por la Luna justo cuando terminan los meses de invierno en los que la estrella casi no se ha paseado por el cielo. En las Feroe, la estrella se elevará 18 grados sobre el horizonte, y en Svalbard, menos aún: 12 grados (la altura del puño cerrado que uno proyecta hacia el cielo). Un observador situado justo en el Polo Norte, vería el Sol negro rozando la línea de cielo y mar.

Los expertos no se cansan de repetir que allá donde las nubes no impidan el espectáculo, cualquier observador del eclipse, parcial o total, deben utilizar gafas especiales para evitar el riesgo de sufrir daños graves en los ojos y que no valen todos los recursos caseros que se pasan de boca en boca, como película fotográfica, gafas de sol o un CD, todas ellas protecciones insuficientes.

Para mayor seguridad, los interesados pueden acudir a alguna de las muchas observaciones abiertas al público organizadas por centros científicos, museos, planetarios y asociaciones astronómicas. Hay que contar con que la meteorología no es favorable para ver un eclipse en Europa en esta época del año, por lo que igual hay que recurrir a la transmisión del fenómeno desde lugares como aviones, ya sea por Internet o en los centros de divulgación científica.

Es muy probable que tampoco acompañe la meteorología en las Feroe (no se ve un eclipse allí desde 1612) ni en las Svalbard. Pero para evitar el cielo nublado algunos privilegiados se han apuntado a la alternativa de los vuelos chárter organizados para la ocasión, que pueden gozar de cielo despejado para tomar y transmitir las imágenes del Sol eclipsado.

Satélites alerta

Tres minisatélites de la serie Proba, de la Agencia Europea del Espacio (ESA), todos ellos dedicados a pruebas de tecnologías, pero con instrumentos de observación a bordo, estarán pendientes del eclipse del 20 de marzo.

  • El Proba-2, lanzado en 2009 para estudiar el Sol, está en órbita a 820 kilómetros de altura. Lleva un equipo que toma imágenes de la superficie de la estrella en ultravioleta extremo y otro que mide los niveles de radiación Solar. El día 20 observará dos períodos (de una docena de segundos) del eclipse.
  • El Proba-1, lanzado en 2001, utilizará su cámara de alta resolución para fotografiar la sombra proyectada por la Luna sobre la superficie de la Tierra.
  • El Proba-V, lanzado en 2013, también fotografiará la sombra lunar, pero captando toda la zona de totalidad en una única imagen.

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