Explican por qué el frío puede hacer que aumenten los catarros
Las bajas temperaturas en la nariz debilitan el sistema inmune, que no responde con la misma eficacia ante la infección de un virus que provoca el resfriado
El frío favorece los catarros. Aunque con frecuencia la ciencia le enmienda la plana a la sabiduría popular, en este caso parece que le da la razón. Un estudio que se publica en la revista PNAS indica que el rinovirus, principal responsable de los resfriados, se reproduce mejor en el ambiente más fresco de la nariz que a la temperatura superior de los pulmones.
Pese a que con frecuencia se afirma que la evidente relación entre catarros e invierno se debe a que la gente convive más tiempo en espacios cerrados o a que los centros educativos están abiertos, incrementando las posibilidades de infección, los científicos conocen desde hace tiempo que al rinovirus le gusta el frío. Sin embargo, hasta ahora se había tratado de estudiar la relación entre la temperatura corporal y la capacidad reproductiva del virus. En este último trabajo, investigadores de la Universidad de Yale (EE UU) analizaron cómo afectaba la temperatura al sistema inmune y a su capacidad para rechazar la invasión vírica.
Para comprobar su hipótesis, los científicos tomaron células de las fosas nasales de ratones y compararon la respuesta inmune ante el rinovirus poniéndolas a 37 grados, la temperatura de los pulmones, y a 33, la de las fosas nasales. En el primer caso, se observó que la respuesta antiviral era más intensa que en el segundo, apoyando así la idea de que es el efecto del frío sobre el sistema inmune lo que favorece la aparición de más resfriados con bajas temperaturas.
Con el fin de observar si los cambios de temperatura fortalecían o debilitaban el sistema inmune y no al virus, pusieron a prueba la capacidad del rinovirus para replicarse en células de las fosas nasales con una deficiencia genética en los sensores del sistema inmune responsables de detectar el virus y preparar la defensa ante la invasión. En ese caso, los virus fueron capaces de reproducirse a un ritmo mucho más elevado, también a 37 grados.
Estos resultados se suman a otros anteriores, como el realizado por científicos del Hospital Monte Sinaí en 2007, en el que mostraron que el virus de la gripe, que también ataca más en invierno, se ve beneficiado por las bajas temperaturas. En aquel caso, vieron que el aire frío y seco del invierno permite que el influenzavirus sobreviva durante más tiempo y dificulta que la mucosidad de las fosas nasales lo limpie.
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