La nueva Angelina Jolie
Es una de las actrices más cotizadas de Hollywood, esposa de Brad Pitt y madre de familia Todo lo que hace se convierte en noticia y ansía consolidarse como directora Nos recibe para hablar de sus ambiciones, de sus miedos y de una vida, la suya, de película
Cuando Angelina Jolie habla, todos escuchan. La escuchó Brad Pitt cuando por fin su prometida y ahora esposa, la madre de sus hijos, le dijo “sí, quiero” en una boda íntima y por sorpresa celebrada este agosto en Francia. La culminación de muchos años escuchándola, compartiendo a su lado lo bueno –la familia, el éxito– y lo menos bueno: el otro lado de la fama, su reciente lucha contra el cáncer. “No hay planes, pero si los tuviera no los podría compartir contigo, ¿no crees?”, dijo durante esta entrevista cuando la mirada se me escapó demasiado tiempo a su anillo de compromiso. Mintió, pero no me engañó. Había accedido a este encuentro para hablar de otras cosas, no de su futura boda. Para comentar ese otro momento en el que su ahora esposo la escuchó cuando le dijo eso de: “Brad, sube al tejado a izar la bandera”. Y Brad subió raudo y veloz. No fue un alarde de patriotismo ni de obediencia ciega. Fue la forma personal de decirle a Louis Zamperini que el proyecto cinematográfico sobre su vida, la de un atleta olímpico superviviente de los campos de prisioneros de la II Guerra Mundial, contaba con luz verde. También quiere hablar de cómo Donna Langley, presidenta de los estudios Universal y una de las mujeres más poderosas de Hollywood, también la escuchó cuando la eligió como directora de Invencible (Unbroken), un filme para el que se habían mencionado los nombres de Steven Spielberg, Ridley Scott, Mel Gibson o Antoine Fuqua. Escuchan a Jolie los políticos y los jefes de Estado. Fue el centro de atención de la pasada cumbre global contra la violencia sexual en los conflictos armados, uno de los muchos proyectos de los que forma parte como embajadora de buena voluntad de la ONU. Y también la escucharon las mujeres cuando dio a conocer su doble mastectomía preventiva. ¿Y sus hijos, la escuchan? La risa le sale del estómago pillada en un fuera de juego. A esta belleza hecha mujer, a la actriz más envidiada, admirada y criticada, al rostro más conocido del cine se le escapa la carcajada con todas las ganas. “Ya sabes lo que dicen de los hijos. Que nunca hacen nada malo. O pregúntale a Brad. Especialmente las niñas le pueden pedir lo que sea que se derrite”, evita con cariño una respuesta más seria.
Prefiero dirigir. A veces, como actriz, no me ofrecen los proyectos que quiero"
Estamos en la sala de montaje número uno de los estudios Universal en Los Ángeles, y aquí la inminente boda no está en su mente. Jolie se sumerge en los últimos toques a su próxima película como directora, Invencible (Unbroken), una historia de valor, superación, fe, resistencia, coraje y supervivencia que una de las actrices mejor pagadas delante de las cámaras ha escogido como su nuevo intento detrás de ellas. Un trabajo que puede acercarle a un nuevo oscar, esta vez como realizadora. En la sala de al lado retumban las batallas a espadas y cañonazos de la serie de televisión Black Sails cada vez que se abre la puerta del cubículo insonorizado. En la nuestra, reina ahora el silencio. La estrella acaba de mostrar a la visitante fragmentos de su filme, imágenes de guerra, de tortura, de aviones en formación, bombardeos sobre un océano brillante y cegador. “La luz siempre sigue a la oscuridad”, dice una voz desde la pantalla. “Te preparas. Luchas aún más fuerte. Triunfas”, resume otro de los diálogos de esta cinta basada en la biografía que Zamperini publicó en 1956 y que contaba su historia, la de un atleta olímpico que sobrevivió 47 días en alta mar después de que su avión cayera en el Pacífico para ser rescatado por el Ejército nipón e internado durante dos años como prisionero de guerra. Sus ojos están aún brillantes por las lágrimas contenidas, pero en ellos también hay satisfacción y orgullo. “Sé que hemos hablado muchas veces, con todas mis películas”, resume ante la presencia mediática constante. “Pero es la primera vez que muestro estas imágenes y los nervios me pueden. Significa mucho para mí”. Toca escuchar a esta realizadora, estrella, superviviente y siempre cambiante Jolie.
Como me dijo sobre ella la joven y exitosa actriz Elle Fanning antes de esta entrevista: “¡Todo el mundo sabe quién es Angie!”. No hacen falta más detalles porque de Jolie se sabe todo y más. De la hija de Jon Voight y la también actriz Marcheline Bertrand se recuerdan sus años locos y los de su santidad. Sus tiempos de divorcios (dos), abierta bisexualidad (con la también actriz Jenny Shimizu), colgantes con la sangre de su amante Billy Bob Thornton al cuello o los años de drogas, automutilaciones y besos inapropiados. O sus tiempos de madre amantísima de seis hijos (tres de ellos adoptados) junto a Pitt, el hombre con el que lleva casi una década, unidos por el amor y ahora el matrimonio; volcada en sus labores humanitarias especialmente en los campos de refugiados y en una carrera como actriz que ahora pone en segundo plano (o tercero o cuarto) para dedicarse a ese nuevo juguete que es la dirección de cine. Pedirle que ordene su vida laboral tiene por respuesta colocar en primer lugar su trabajo “político y humanitario”, con más de cuarenta visitas a diferentes campos de refugiados en todo el mundo, una labor que viene seguida de su pasión como realizadora, área donde todavía es una novicia al terminar su segundo filme. Como actriz no es lo mismo, “se aprende menos”, dice quien comenzó casi de niña y cuenta con unos veinte largometrajes, además del Oscar a la mejor actriz de reparto por Inocencia interrumpida (1999). “Prefiero la dirección porque puedo escoger proyectos que quiero dar a conocer, centrados en momentos de la historia que deben de ser conocidos”, dice ahora. “Puedo hacer eco de un mensaje que quiero que sea oído”.
Lo intentó por primera vez con En tierra de sangre y miel, película centrada en los horrores de la guerra de Bosnia. El filme no tuvo una especial recepción ni entre el público ni ante la crítica, pero fue elogiado entre los que vivieron el conflicto armado. Como dijo Arminka Helic, enviada especial de La Haya en Bosnia, Jolie demostró una capacidad inusual a la hora de entender las consecuencias de la guerra.
Ahora vuelve a bañarse en las mismas aguas, pero centrándose en una historia real que tuvo lugar durante la II Guerra Mundial. Resultaría fácil hablar de una cierta fascinación bélica en esta chica guerrera. Nada más lejos de la Angie actual que ha hecho de Invencible, una cinta por y para sus hijos, para los jóvenes adolescentes. “La guerra, las crisis humanitarias, las situaciones extremas, sacan lo mejor y lo peor de nosotros”, comenta cuando hay cerca de medio centenar de conflictos armados en todo el mundo y unos 52 millones de refugiados, “más que al final de la II Guerra Mundial”, dice. “Miras alrededor, lees el periódico y hay tan pocas muestras de esperanza… [suspira]. Pero la historia de Louis me hizo sentir que todo era posible, que todos tenemos la capacidad de hacer algo grande, de superarnos ante las circunstancias. Y eso es lo que quiero contar para que podamos salir adelante”.
A Brad, mis hijas
pueden pedirle
lo que sea
porque se derrite"
Encontró su tabla de esperanza husmeando por los estudios. Es Angelina Jolie, una de las actrices mejor pagada de Hollywood. En 2013 cosechó ingresos cercanos a los 25 millones de euros. Podría parecer alguien que puede hacer lo que quiera. Pero tercia: “A veces, como actriz, no me ofrecen los proyectos que quiero”. Quizá no pueda hacerlo todo, pero casi. Así encontró la biografía de Zamperini. Una historia que llevaba años rondando por los estudios. Hubo un momento en que Tony Curtis iba a dar vida a este héroe de guerra. Luego, Nicolas Cage. Más recientemente, Ashton Kutcher. Tres nombres que dan idea de las cerca de seis décadas que pasaron por esta trama considerada parte del black list de Hollywood: los guiones más codiciados y nunca producidos en esta industria. “Fue leerlo y decirle a Brad: ‘Esto es lo que quiero dirigir”. Él me contestó eso de “cariño, este guion lleva siglos dando vueltas”. Se ríe, pero en su tono hay algo que dice que Jolie es de las que se crece con los obstáculos. Descubrió que Zamperini era su vecino. Vivía tan cerca que desde su casa podía ver a Jolie leyendo su libro. De ahí lo de hacerle señales desde el tejado. “Fuimos grandes amigos. Fue mi padre. Mi abuelo. El de mis hijos”, le describe ahora sin contener las lágrimas y agarrándose la cadena de oro que cuelga de su cuello. Lleva una reproducción en miniatura de una zapatilla de atleta, un regalo de Zamperini que a su vez lo recibió de su madre. Se obsesionó tanto con la figura de este hombre que por Navidades Pitt le regaló un retrato al óleo del superviviente de guerra, ese que ahora cuelga en su estudio. El nonagenario Zamperini estuvo con ella en los momentos más difíciles, cuando se recuperaba de la doble mastectomía preventiva a la que se sometió tras conocer su predisposición genética al cáncer. “Pasamos tantas tardes juntos… Me ayudó mucho el año de la operación. A apreciar cada día de mi vida. Me contó juegos con los que entretenerme y distraer a mis hijos”, rememora sobre alguien que pasó mucho tiempo en celdas de castigo.
El verdadero entretenimiento fue cuadrar las piezas de ese puzle llamado Invencible, rechazada por ser demasiado ambiciosa. Lo primero que se quedó fuera fueron los problemas de Zamperini con el alcohol, la violencia o la depresión, secuelas de los maltratos recibidos durante su confinamiento. O la fase seudoredentora. O esa otra en la que sólo quería asesinar a uno de sus guardianes más brutales, cosas de las que habló en su autobiografía, pero que no estarán en la cinta. “Lo que me interesa es su legado. No quisimos hacer esta película llevados por el ego, sino porque creímos en su mensaje”, explica la directora a quien se le hace difícil encontrar una vida más “llena” que la de ese hombre al que llama su “héroe”. Angelina aprovechó su convalecencia para preparar gráficos, cuadros, mapas coloreados a tamaño póster y presentó su proyecto a Langley, la presidenta de los estudios Universal. “Todavía se ríe de mi entrada en el estudio cargando una gran bolsa de basura con todos mis gráficos”, recuerda Jolie.
Vestida hoy de Versace y Saint Laurent, pantalón y camisola de satín sin mangas, toda de negro, resulta muy difícil imaginarse a la estrella que deslumbra con su estilo cualquier alfombra roja por la que pasa cargando un saco de basura negro por la calle. Pero bajo una fotografía de Alfred Hitchcock que decora ahora esta sala de trabajo no está de más permitirle esta exageración. Además le funcionó. Consiguió que la dejaran dirigir el proyecto más codiciado de Hollywood. La que podría ser una Bene Gesserit de Dune o una sirena de Ulises también convenció con su canto a los hermanos Coen –que muy rara vez trabajan para otro– para que le escribieran el guion. Probablemente el hecho de que compartan el mismo agente, Rich Klubeck, ayudó. Todos escuchan a Angie.
Lo que ni tan siquiera Jolie pudo evitar son las flagrantes diferencias económicas que se dan en la industria del cine. El presupuesto aprobado fue de unos 48,5 millones de euros, casi la mitad de los 90 millones presupuestados inicialmente cuando la lista de posibles directores sólo incluía hombres. Con esa sonrisa suya que siempre parece decir algo más, la directora reconoce que el presupuesto está bien aunque no sea grande. “Como mujer nunca dirijo pensando en lo que soy. Claro que me gustaría ver más mujeres dirigiendo, pero soy práctica. Lo mejor que puedo hacer es una película con éxito, que funcione, y más de nosotras conseguiremos trabajo”.
Mi propio dolor
palidece ante
lo que he visto
en Gaza y en Siria"
Con fecha de estreno prevista en EE UU para el 25 de diciembre, Invencible es una zanahoria segura para los miembros de la Academia, los mismos que no hace ni un año celebraron los logros de la nueva Jolie entregándola el galardón de honor Jean Hersholt. La estatuilla con la misma forma que el Oscar reconoce las labores humanitarias de sus premiados. Jolie, acompañada de su familia, recibió el premio rodeada de todo Hollywood. Nadie se lo quiso perder. En estos meses la actriz y directora también se mereció su nombramiento como Dama, un título que le otorgó la soberana británica de forma honorífica y que como ciudadana estadounidense no podrá usar en el día a día, pero realza todavía más a la santa Jolie en la que se ha convertido. Ni su padre menciona ya el pasado rebelde de su hija, comentarios que en su día le sirvieron para ganarse la excomunión de su familia. “Estoy muy orgulloso de ella y ahora también es una buena directora”, comenta ahora Voight. “Incluso cuando tiene gemelos tiene la combinación perfecta de niño y niña”, dijo con cierto sarcasmo la escritora británica Christina Hopkinson mientras un ejecutivo en Hollywood recordaba a la revista Variety cómo la actriz es percibida en esta industria “con un cierto aire de santidad”.
Tanto es así que parece imposible encontrar a nadie que hable mal de ella. “Es de las que les gusta abrazar”. Esa es la mayor crítica que sale de los labios de Elle Fanning, a su lado en Maléfica y segura de que Jolie es el perfecto role model para su generación. Las pocas voces disidentes son acalladas con rapidez. Porque si su doble mastectomía fue alardeada como la mejor forma de llamar la atención sobre un problema real en la salud femenina también hay quien habla del síndrome Jolie como el posible culpable de un exceso de celo en la lucha contra el cáncer. El actor Steve Coogan ha sido de los pocos, o el único, en rebufar sobre los esfuerzos humanitarios de la estrella comentando que a veces la conciencia política de las estrellas puede ser “irritante”. Sus palabras fueron corregidas al momento porque según el entrevistador fueron sacadas de contexto.
Todo es idílico en el entorno Jolie. Incluso las fresas y las bebidas perfectamente ordenadas en la sala de edición. La asistente advierte que son para Angie. Aunque la actriz y directora no las toque durante el encuentro. Jolie dice que nunca lee las cosas que se publican sobre ella, pero es consciente de los “malentendidos” que rodean su figura. “También creo que a medida que me voy haciendo mayor me entienden mejor y me siento más capaz de hacer el trabajo que quiero. Lleva tiempo, pero creo que el público es más capaz de verlo”, suspira aliviada.
Los próximos que cumpla serán los 40 y, en su proceso de madurez, Jolie recuerda dos momentos clave. Uno, la adopción de su primer hijo, Maddox, que acaba de cumplir los 13. “El momento en el que le vi en el orfanato, mi vida cambió”, recuerda sobre el varón que ha vivido más tiempo con Angelina y que, finalmente, junto con su hermano Pax, la entregó en el altar. “Ahora está en plena adolescencia. ¡Y con novia! ¡Imagínate!”. Es el mayor de su prole, ese arco iris que conoce por sus diminutivos: Mad por Maddox, Z por Zahara, Shi por Shiloh y V por Viviene. Su gemelo, Knox, y Pax ya tienen nombres cortos de por sí como para abreviarlos más. Un pequeño ejército que se llevó a la ceremonia oficiada por un juez de paz californiano en Correns (Francia), y donde todos participaron de alguna manera. Mientras los mayores acompañaban a la novia, Z y V tiraron pétalos de rosa y Shi y Knox llevaron los anillos, según confirmó un portavoz de la estrella después de esta entrevista.
El otro momento de transformación de su vida llegó casi simultáneo la primera vez que pisó un campo de refugiados. “Fue cuando me di cuenta de que uno tiene que seguir luchando, no importa lo difícil que sea”, comenta mientras su mente parece regresar a aquel momento. Siempre es la misma vivencia, da igual la ubicación del conflicto. Llega a un lugar que no conoce y fuerza la maquinaria para que la lleven directamente del aeropuerto a la frontera que corresponda, al campo de refugiados, para escuchar “sus voces, sus historias, sus mensajes” y no las de aquellos que les representan. Y luego, de vuelta al mundo occidental, al primer mundo, habla con “Gobiernos, presidentes y políticos” de lo que se puede hacer, “de lo que necesita mejora”. Cauta pero realista, Jolie no se olvida en su discurso de Gaza. Ella no es como su padre. “No puedo imaginarme a nadie a quien no se le parta el corazón cuando ve el dolor de todos esos niños. Como madre, tengo que forzarme a verlo, a leer sobre ello”, comenta sobre un conflicto que le gustaría “despolitizar” para hablar de él en términos humanitarios. “Pero duele y entristece porque no parece haber una respuesta sobre qué hacer”, resume.
Jolie tiene que regresar a su trabajo y su asistente me lo hace saber. Está dándole los últimos toques a su nueva creación, pero con la satisfacción de haberle podido enseñar la cinta a Zamperini antes de su muerte este verano. Tenía 97 años. Los lacrimales de Angelina vuelven a brillar y hay otra pausa en su conversación que acaba con una sonrisa. “Me alegra que por fin descanse en paz. Pude enseñarle la película en el hospital, en el ordenador, acompañarle al final de su vida viendo a su madre, a los suyos, viendo cómo su vida se desenvolvía en la pantalla a la vez que su cuerpo le decía adiós”. Mientras ultima su trabajo ya está pensando en el que viene y, de nuevo, se trata de un proyecto como directora. Eso sí, uno que le devolverá a su familia. Porque si el rodaje de Invencible fue una prueba para su relación de pareja –él en Europa filmando Fury, ella en Australia desgranando la vida de Zamperini, ambos unidos por una correspondencia epistolar que eligieron como forma de mantenerse en contacto–, la próxima película de Jolie será junto a Pitt. Con el título de By the Sea, Angie describe la cinta como un “drama muy pequeño e íntimo” que escribió ya hace unos años siempre con la idea de interpretarlo junto a su compañero.
Trabajaron juntos por primera y única vez hace diez años en Sr. y Sra. Smith, película en la que se conocieron y con la que sus hijos ahora “se desternillan”, dice. Este nuevo intento tiene poco que ver con aquel. “Nos dio apuro durante un tiempo porque es durillo, habla de gente que ha vivido mucho y superado aún más en su relación de pareja. Y eso no es fácil. Queríamos estar seguros de ser capaces de llevarlo bien como actores y como personas. Pero nos sentimos en un buen lugar y contentos ante este reto”, sintetiza pícara. Su reciente enlace parece confirmar la mejor de las relaciones con su ahora esposo. Es la tercera vez que contrae matrimonio. Y punto. Tampoco quiere hablar de esa otra operación que le espera, una histerectomía preventiva a la que piensa someterse. “Está claro que no puedo hacer público mi calendario. Con todo lo abierta que he sido sobre esta operación, sigue siendo un tema privado del que no pienso dar más detalles hasta después de”, explica con toda la paciencia que su representante ya no tiene. Le pregunto si se considera una superviviente. Del cáncer, de Hollywood, de un mundo que como dice parece estar sumido en la desesperación. Su respuesta es casi instantánea: "¿acaso no lo somos todos? Nada que pueda compararse con lo que vivió Louis. O con lo que he visto en Gaza, en Siria. Mi vida palidece, mi dolor, el sufrimiento que pueda padecer palidece en comparación. Pero claro que hay obstáculos en mi vida. Los hubo y los habrá. Y lo que gente como Louis me ha enseñado es a plantarles cara. Eso es lo que quiero decir a mis hijos, a los de su generación. Que hay que ser fuertes porque siempre hay esperanza”, resume como un adiós. El sonido vuelve a la sala de montaje. Un ruido ensordecedor de bombardeos, ametralladoras y explosiones propias de una guerra de cine. Ya no importa. Angelina ha sabido hacerse oír.
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