Algo bueno
Hemos vivido momentos de intransigencia tan aguda que familiares y amigos han dejado de hablarse, pero se diría que en los últimos tiempos ese ciego sectarismo ha remitido
La reciente encuesta de Metroscopia sobre la religión como asignatura me ha levantado el ánimo: un 70% de los españoles en contra y apenas un 27% a favor. Y me alegro no solo porque muestra la sensatez de la ciudadanía frente al servilismo santurrón del Gobierno, sino, sobre todo, porque creo que es una prueba más de algo estupendo que está sucediendo en España últimamente. Y es que, según todos los datos, la sociedad parece estar inusitadamente unida en sus opiniones. Por ejemplo, el 90% de los españoles, tanto del PP como del PSOE, están en contra la legislación hipotecaria. Y ahora hasta un tema tan politizado como el religioso consigue esta asombrosa concordancia del 70%.
Siempre me ha desesperado el carácter cainita de este país, nuestra tradición ferozmente sectaria y virulenta, esa tendencia a la adscripción ideológica forofa, al fusilamiento real o metafórico de todo aquel que opine distinto. Hemos vivido momentos de intransigencia tan aguda que familiares y amigos han dejado de hablarse, pero se diría que en los últimos tiempos ese ciego sectarismo ha remitido: ahora, en vez de matarnos los unos a los otros, nos unimos en el deseo común de matar a los banqueros, a los grandes empresarios y a los políticos. Sí, vale, admito que esa rabia total contra las instituciones y los partidos puede ser peligrosa: nos urge hacer una profunda renovación democrática. Pero, mientras tanto, podemos ir sacando algo bueno del diluvio: la costumbre de reflexionar por nosotros mismos, más allá de la ciega adhesión al grupo. Para ser un buen científico, decía Einstein, “dedica un cuarto de hora al día a pensar todo lo contrario de lo que piensan tus amigos”. Pongan “ciudadano” en donde dice “científico” y tendrán el remedio más eficaz contra nuestra tradicional intolerancia de fanáticos. A lo mejor al final la crisis sirve de algo.
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